Crítica de Trainspotting

Judith Farré

Instituto del Teatro de Madrid

El montaje lleva Trainspotting a las tablas, aprovechando el estreno de la segunda parte de la película, aunque se trata de la versión teatral de la novela de Welsh. Mucho se ha escrito y se sabe de antemano de la película y de la novela, una sensación que se confirma con la música a todo volumen que recibe al público antes de que empiece la función. Incluso algunos actores se parecen a los de la película. Diálogos punzantes, situaciones destructivas, excesos, desencanto y ambientes sórdidos se suceden fugazmente durante toda la obra. Es de admirar el desgaste físico de los actores en escena y su credibilidad para entablar diálogos trepidantes.

Destaca la oscura y turbia escenografía de Boromello que, junto a la iluminación y las luces estroboscópicas de Ruiz de Alegría, contribuyen a la angustia del espectador que sabe de antemano del espiral de destrucción que envuelve a los personajes. Las acciones atropelladas se suceden sin freno y unas pantallas de televisión contribuyen sin pudor a focalizar las imágenes de la desintegración.

Judith Farré

CSIC