Crítica de La ternura

José Gabriel López Antuñano

ITEM-UNIR

El autor sobre el bastidor del argumento expuesto en la sinopsis enhebra un buen número de historias “mágicas” de las comedias de Shakespeare. Con ellas construye una divertida e ingeniosa comedia de equivocaciones, que se suceden sin pausa, complicando sucesivamente la fábula. La hilazón tiene su lógica, hasta que al verse obligado a encarar el final, el autor da un salto en el vacío e inventa una situación inverosímil, que resta coherencia interna a la narración dramática, para reordenar la acumulación de absurdos e ir hacia un final feliz. El autor concibe esta obra con una idea importante para las comedias, el espectador sabe más que los personajes. Este recurso, bien dosificado, ocasiona una gran comicidad.

El espacio escénico es sencillo: un área de actuación, acotado por unas cortinas de tirolinas y una acotación de la isla, mediante la luz. El espacio está repleto de convenciones que los actores respetan (es el espectador el que debe imaginar, donde están las rocas, las flores, etc, que los actores subirán o no pisarán…) Esta concepción espacial, las descripciones de los personajes de los lugares y la imaginación de los espectadores le permite, sin más juegos escenográficos, saltar de un ambiente a otro. El tempo-ritmo es rápido, el que exige una comedia y los actores, muy compenetrados entre ellos, saltan de una situación a otra con facilidad. Interesa destacar, que el director/autor no apura las situaciones cómicas, no las estira: las propone, las desarrolla mínimamente y salta a la siguiente, de modo que impide cualquier atisbo de monotonía. El director busca en los actores la capacidad de estos para recurrir a efectos cómicos, tanto los de construcción física, como los gag, o los que se realizan entre varios intérpretes.

Una comedia muy ingeniosa, con un buen trabajo de investigación en las comedias de Shakespeare, talento para hilvanar y dirección en clave cómica, que hace disfrutar a los espectadores.

José Gabriel López Antuñano, UNIR