Magnífica versión y puesta en escena de La Orestíada de Esquilo
Crítica de La Orestiada
La propuesta de Carlos Trías para reunir en escasas dos horas las tres tragedias que componen La Orestíada de Esquilo resulta hermosa de escuchar y verdaderamente nítida en cuanto al contenido mítico. La puesta en escena de Mario Gas potencia la belleza del texto y da corporeidad transcendente a sus personajes y circunstancias.
Veamos qué ha elegido para conseguirlo.
Creo que es muy relevante, como comienzo, la propuesta de teatralidad que acoge toda la puesta en escena: vemos desde el inicio un espacio escénico sin aforar en los hombros, que nos permite disfrutar de la presencia rotunda de grupos de focos Sbovoda colocados en estructuras de luz de calle. Impactante. El suelo de la escena está cubierto de arena marrón. Al fondo hay varios paneles de madera que podrían recordar a unos burladeros. Y, soberbia, en el fondo centro de la escena tenemos una gran puerta de palacio, con mucha altura y apertura en dos hojas. Dos bancos de madera sencillos completan los elementos escénicos fijos. Están colocados uno enfrente del otro, en los laterales, izquierdo y derecho de primer término, del espacio escénico.
El elenco sale a escena y observa cómo un hombre humilde (posiblemente el tramoyista del teatro) lleva una regadera de metal y con ella dibuja una gran circunferencia de arena blanca. A partir de ese momento el círculo dibujado será el espacio ritual principal de la acción dramática. Un pebetero con llama intensa colocado en el centro del círculo completará la escenografía durante el primer tercio de la obra, esto es, hasta el asesinato de Agamenón. Luego desaparecerá de escena.
Sorprende al principio y deleita después el tempo de la emisión del texto. Creo que es clave la reminiscencia de coro griego, que narra o dialoga por igual, aunque sean intervenciones individuales, aunque hay momentos de emisión del texto grupales. Lo extraordinario es la sensación de que los sucesos se narran o se representan con un peso, una trascendencia, que no permite la dicción y entonación ligera. Todo tiene alto peso específico y nos permite seguir la historia al detalle, aunque entre unos sucesos y otros hayan pasado años. No perdemos la pista de lo que ha sucedido y conducido a las nuevas circunstancias. Dejaremos para el final el trabajo actoral completo.
Además de la presencia de los focos de calle, también juegan focos a ras de suelo y un panorama en colores rojos o azules cuando se abre la gran puerta del palacio. En general es una luz efectista que concreta la clave estético estilística, junto al espacio sonoro, para generar una atmósfera inquietante, con ecos épicos y trascendencia ritual. Todos los actores llevan micrófonos inalámbricos porque el sonido de sus voces, en ocasiones, en potenciado o deformado.
Me ha parecido espléndida la elección por parte de la dirección de escena del personaje de Clitemnestra como puntal de la estética, narrativa y recorrido temporal de la obra. Es una Clitemnestra bicéfala. La representan Vicky Peña y Gloria Muñoz. El texto lo interpretan en medida semejante, quiero decir, que cada una recita aproximadamente la mitad del texto total correspondiente a su papel, pero las acciones físicas y la gestualidad la juegan a veces en simetría, a veces en contrapunto, formando unas figuras espectaculares que elevan al personaje casi hasta la categoría de Diosa o Bestia mitológica. En las fotografías que acompañan este texto se pueden ver los tres momentos clave de Clitemnestra: al comienzo, cuando celebra la toma de Troya por los aqueos, vestidas las dos actrices con sendos vestidos de color rojo y oro. Muy bellas. Aquí componen imágenes complementarias, con aire soberano y ritual. Un segundo momento, nada más asesinar a su marido, el Rey Agamenón, y a Casandra. Las dos visten de blanco y negro y llevan las manos y el vestido ensangrentado. En este momento actúan en simetría y crean un espacio sonoro magnífico. Y un tercer momento escalofriante es cuando reciben a Orestes. Su aspecto es de decrepitud, en colores grises/azulados y con un maquillaje de grandes contrastes con sombras bajo los ojos. Sus movimientos y gestualidad son expresionistas.
Todos los personajes interpretan dos papeles, uno principal y otro secundario o formando parte de un grupo. El vestuario o elementos sencillos de utilería permiten el reconocimiento de unos personajes u otros. En conjunto, el diseño de vestuario remite a una atemporalidad en el aspecto histórico. Sí hace una distinción de clase social por el tipo de prendas y la calidad de las telas. Los colores están en una gama de grises, blancos y negros, a excepción del rojo y oro inicial de Clitemnestra.
Retomo, para finalizar, el trabajo de interpretación que fascina por la unidad de estilo y la conciencia de trabajo en grupo. La sensación es que la idea de coro griego planea sobre todo el elenco y de él van destacándose las figuras individuales que forman parte de la mitología que dramatizó Esquilo. Resultan deliciosas todas las narraciones dirigidas al público a lo largo de toda la representación, que dan cuenta de lo sucedido en las elipsis de la acción dramática. Como colofón, el propio Mario Gas sale de entre el público para realizar la narración final, que contiene una reflexión última sobre la justicia y el lugar de los dioses en las vidas de los humanos, como un corifeo contemporáneo.
Sinopsis
La obra recorre el proceso de caída de la casa de los Átridas desde que el rey Agamenón regresa de la guerra de Troya a su palacio, hasta el regreso posterior de Orestes, hijo suyo y de Clitemnestra, al mismo palacio. La historia narra los múltiples asesinatos cometidos por cuestiones de poder, por Agamenón, Egisto y Clitemnestra. El final de la obra es el asesinato de Clitemnestra a manos de su propio hijo, Orestes. La voz narrativa que permanece constante durante toda la representación a través de diferentes actores, concluye que el fin de esta historia sanguinaria de venganzas marca el nacimiento del derecho y la justicia, o la conversión de los dioses vengativos en deidades domésticas.
Equipo
Autoría
Esquilo
Versión
Al castellano: Carlos Trías
Dirección
Mario Gas
Ayudante de dirección
Damiá Barbany
Producción
Festival de Teatro Clásico de Mérida, Festival Grec 2004, Festival Sagunt a Escena, Veranos de la Villa de Madrid
Producción Ejecutiva
La Perla Lila S.L.
Ayudante de producción
Paca Barrera, Nati Sarriá
Reparto
Damiá Barbany, Jordi Boixaderas, Emilio Gutiérrez Caba, Maruchi León, Anabel Moreno, Ricardo Moya, Gloria Muñoz, Vicky Peña, Constantino Romero, Teresa Vallicrosa.
Escenografía
Antonio Belart
Iluminación
Mario Gas, Carles Lucena
Espacio Sonoro
Roc Mateu, Orestes Gas
Fotografía
Ceferino López
Vestuario
Antonio Belart
Ayudante de vestuario
Emma Escolano
Realización de vestuario
Antonio Belart
Festivales
Festival de Teatro Clásico de Mérida/Festival Grec 2004/ Festival Sagunt a Escena/ Veranos de la Villa de Madrid
Utilería
Mariano Sánchez
Idioma
Castellano
Fecha del Estreno: 17/06/2020
Teatro: Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa
Sala: -
Duración en minutos: 105
Género Tragedia
En los Medios Dossier de La Orestíada, con críticas de diferentes medios Agencia EFE, “ La Orestíada de Mario Gas…”, El Mundo “Mario Gas seduce con su adaptación…” Teatralnet Jerónimo López Mozo, “Orestíada, teatro para tiempos…”, Madrid Teatro Itziar de Francisco, “Regreso a las revueltas épicas”, El Cultural Doctor Brigato, “La culpa y la expiación”, Blog Whispers Rosa Rivas, “Mario Gas trae a Madrid…”, El País María Güell, “La Orestíada” de Esquilo…,ABC Estudios Académicos /Revistas especializadas Ana Antón Pacheco Bravo, “Hasta siempre Mario”, Pygmalion ITEM
La Orestiada
«La sensación es que la idea de coro griego planea sobre todo el elenco y de él van destacándose las figuras individuales que forman parte de la mitología que dramatizó Esquilo. Resultan deliciosas todas las narraciones dirigidas al público a lo largo de toda la representación, que dan cuenta de lo sucedido en las elipsis de la acción dramática. Como colofón, el propio Mario Gas sale de entre el público para realizar la narración final, que contiene una reflexión última sobre la justicia y el lugar de los dioses en las vidas de los humanos, como un corifeo contemporáneo.»
Eva Parra Hermida
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