Crítica de Juegos para toda la familia
La familia adinerada que ha hecho su fortuna con prácticas heterodoxas, exhibe en las primeras escenas una importante degeneración ética y perversión moral. Para celebrar un aniversario familiar, deciden jugar con seres humanos (parece que no es la primera vez), una pareja de refugiados de la guerra de Siria, que han salido de su país después de padecer múltiples atrocidades, las que han llenado las páginas de los periódicos. Al llegar al lujoso chalet, solitarios y humillados, con desconfianza y un hálito de esperanza, se someterán a una serie de juegos por parte de los padres y el hijo que incluyen vejaciones morales, sexuales y de todo tipo, ante las que no tienen salida. La obra termina con una cacería de los dos sirios y la muerte de uno de ellos. La vida carece de sentido. En el planteamiento de Martínez Vila, una idea común, la perversión de la naturaleza humana que utiliza las armas del poder para imponer su juego, pero con un plus por parte de la sociedad occidental que llega a los mismos extremos de los radicales islamistas, pero movidos por el hastío social, el placer o la diversión. Obra dura en su planteamiento y escenificación con escenas humillantes para los personajes, destinada a no dejar a nadie indiferente, para mostrar la maldad e hipocresía de la sociedad occidental, políticamente correcta, que combate el radicalismo mientras fomenta la venta de armas a los radicales. La obra está bien escrita, abunda en elipsis informativas acerca de temas conocidos por el espectador y se presenta con una estructura fragmentaria. Ágiles diálogos y situaciones que, cuando empiezan a decaer, se sustituyen por otras. Con verosimilitud y coherencia interna en la narración escénica, quizás mejoraría con discursos más matizados para cada uno de los personajes, a fin de no deslizarse hacia un maniqueísmo por el que la obra camina en la segunda mitad.
La división radical entre buenos y malos, junto a un exceso de explicitación y crueldad en algunas escenas, diseñadas por el director, rebaja la concepción conceptual de la propuesta. Son excesos que no ayudan, al margen de cuestiones de decoro, que explicitan y condicionan en exceso, sin permitir al espectador ni la expectativa durante la representación, ni la reflexión al finalizar. El rechazo frontal hacia unos personajes malvados y la adhesión hacia las víctimas, sin matices en unos y otros, no ayudan a la creación artística y son lenguajes que, de insistir en ellos, terminan por ahogarse en sí mismos. El espacio escénico y el vestuario reproduce una sala lujosa de un elegante chalet, donde todos visten con elegancia, excepto los dos sirios, con andrajos. El director impone un tempo ritmo intenso y sostenido, con el propósito de captar psicológica y emocionalmente al espectador. Los actores se muestran correctos dentro del estereotipo del personaje diseñado por el dramaturgo para cada uno de ellos. En general una interesante propuesta que aborda una cuestión latente y contemporánea, a la que quizá le vendría bien algunas dosis de abstracción para no ser una obra desechable, cuando el tema de la guerra siria que nos concierne, quede olvidado. Las conductas execrables de los protagonistas son perennes más allá de situaciones concretas y ese distanciamiento de la cotidianeidad es el que se echa en falta, en aras de una mayor efectividad de la propuesta teatral y pervivencia.
José Gabriel López Antuñano
ARES – UNIR
Sinopsis
Una celebración familiar de una familia adinerada. Negocios turbios les han llevado a una posición dominante y la degeneración de la pareja es evidente desde el inicio. El hijo y una asistente forman parte de este microclima que, aprovechando un festejo familiar, deciden hacerlo con múltiples vejaciones a una pareja de sirios, traídos a la mansión para ser sujetos pasivos del juego.
Equipo
Autoría
Sergio Martínez Vila
Dirección
Juan Ollero
Ayudante de dirección
Aitana Sar
Producción
Centro Dramático Nacional
Reparto
Ángela Boix, Mercedes Castro, Lolo Diego, Miquel Insua, Daniel Jumillas, Lola Manzano
Escenografía
David Orrico
Construcción de escenografía
Escénica Integral
Iluminación
Lola Barroso
Espacio Sonoro
David Orrico
Fotografía
Laura Ortega
Traducción
Naomí Ramirez Díaz, Shapiry Hakami Hakami
Vestuario
David Orrico
Diseño del cartel
Javier Jaén
Web
Teatro María Guerrero
Idioma
Castellano
Fecha del Estreno: 01/12/2017
Teatro: Teatro María Guerrero. Centro Dramático Nacional
Sala: Sala de la Princesa
Duración en minutos: 85
Género Tragedia
En los Medios José-Miguel Vila, Diario Crítico: «Juegos para toda la familia: perversión y violencia extremas». Raúl Losánez, La Razón: «Juegos para toda la familia: Soflama infantiloide». Hugo Álvarez Domínguez, Butaca en anfiteatro: «Juegos para toda la familia o estrategias de supervivencia». Ángel Esteban Monje, Kritilo: «Un violento drama acerca del abuso insolente de los poderosos sobre unos migrantes sirios». Javier Vallejo, El País: «Sergio Martínez Vila ofrece una visión desoladora del poder oligárquico y de los apetitos que lo mueven».
Juegos para toda la familia
Sergio Martínez Vila ofrece una visión desoladora del poder oligárquico y de los apetitos que lo mueven.
Javier Vallejo
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