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Crítica de Duerme Freud

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Carmen González Vázquez
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Forma parte de la cultura popular la asociación del padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, con algunos mitos célebres. El complejo de Edipo -quizás el más famoso- o el complejo de Electra ahondan en las disonancias del individuo con sus progenitores, larvadas en muchos casos desde la cuna. Pero a veces nos quedamos sólo con que Edipo se acostó con su madre, cuando la riqueza y los matices de cualquier mito griego tienen unos resortes y unas imbricaciones que permiten ahondar en la naturaleza misma del individuo. Duerme Freud  es una narración por boca de sus personajes de los mitos de Edipo (con la participación de Yocasta), Electra, Casandra y Narciso (a quien comprendemos mejor por su relación con Eco) que, ambientada en el gabinete de Freud, traslada al espectador a un doble plano: el vienés, con un médico que trata de encontrar el hilo del Ariadna para desenredar el ovillo neurótico de sus pacientes; y el onírico, donde los mitos van dando respuesta y forma a esas cuestiones de manera que es el espectador, a partir de la narración y de lo que sabe, quien une ciencia y mito.

El director ha optado por una puesta en escena realista, ambientada a finales del siglo XIX, momento en el que el médico estaba gestando su obra, publicada finalmente en 1899. Nos sitúa en la habitación/consulta de una casa que nos recuerda a Centroeuropa, acorde con el vestuario de los actores. Los cambios de escena se van marcando al ritmo del sueño y del despertar del psiquiatra, jugando con la teoría de la interpretación de sueños freudiana, quien ya entendería los suyos propios como un medio de comunicación de su inconsciente hacia su consciente, a la búsqueda de nuevas terapias tras su estancia en París. Tal como se acepta hoy, la actividad mental que ocurre en el sueño se caracteriza por una imaginación sensomotora vívida que se experimenta como si fuera la realidad despierta. Y tal es la configuración del espectáculo: ocho cuadros escénicos en los que unos personajes de carne y hueso a ratos se comunican en el diván, a ratos hablan entre ellos, regalando carnalidad a la ensoñación. Se difumina así el tránsito entre los personajes reales (el médico y su esposa) y los personajes oníricos (el médico y los protagonistas del mito), espacios distintos -realidad y sueño- que el director ha marcado con la hermosa interpretación de música en directo de una cantante de voz envolvente cual sirena homérica.

Es ésta una obra, pues, para saber más de los mitos griegos contados por ellos mismos. Una magnífica puerta de entrada para poder acceder a las tragedias griegas que inician su conflicto a partir del conocimiento que tiene el lector de los mitos griegos, lo cual permite a los dramaturgos ir dando una vuelta de tuerca al conflicto que, irremisiblemente y a pesar de los dioses, es siempre humano.


Sinopsis

Sigmund Freud cabecea en la tranquilidad de su consulta y seis figuras señeras de la mitología griega nos descubren sus historias y secretos. Edipo, Yocasta, Narciso, Eco, Electra y Casandra trasladan al hombre contemporáneo la esencia del mito para entender cómo y quiénes somos, y por qué los errores de la historia se suceden.


Equipo



Autoría
Alicia Esteban Santos


Dirección
Charlie Larios
Ayudante de dirección
Myriam Sevilla
Adaptación
Rodrigo Sánchez Nieto, Charlie Larios
Producción
Eberlin Beauty International S.L.




Reparto
María Zuheros, Néstor Barreto, Luna del Valle, Celia García, Gaizka Pasalodos, José Barbado, Elena Esperanza
Escenografía
Charlie Larios




Iluminación
Miryam Sevilla














Vestuario
Miryam Sevilla
























Idioma
Castellano








Fecha del Estreno: 25/12/2019

Teatro: Teatro Reina Victoria

Sala:  -

Duración en minutos: 75

Género  Drama, Drama mitológico

En los Medios


Duerme Freud

«Es ésta una obra, pues, para saber más de los mitos griegos contados por ellos mismos. Una magnífica puerta de entrada para poder acceder a las tragedias griegas que inician su conflicto a partir del conocimiento que tiene el lector de los mitos griegos, lo cual permite a los dramaturgos ir dando una vuelta de tuerca al conflicto que, irremisiblemente y a pesar de los dioses, es siempre humano

Carmen González

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