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Crítica de Troyanas

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Julio Vélez Sainz, José Gabriel López Antuñano
ITEM-UCM, ITEM-UNIR

 

En la escena última madrileña se han producido varios espectáculos trágicos: Tebas Land de Sergio Blanco (Pavón-Kamikaze), Dentro de la tierra de Paco Bezerra (CDN) o el clásico moderno Incendios de Wadji Mouawad (Abadía) presentan una recuperación del esquema de la gran tragedia clásica como modelo teatral. Es de justicia situar a estas Troyanas de Eurípides con dirección de Carme Portaceli y versión modernizada de Alberto Conejero dentro de esta corriente. Más si tenemos en cuenta que, de todas las grandes tragedias del teatro clásico griego, Las troyanas es la que mejor muestra los desastres y despojos de la guerra, la que mejor conecta con corrientes contemporáneas de pensamiento solidario y de denuncia.

Para Aristóleles la tragedia era el verso intelectual de la épica bélica, no en vano los textos de Esquilo (Los siete contra Tebas, Los persas) deben mucho a este modelo, Las troyanas muestra lo que la épica olvida: el despojo de Troya, el paisaje después de la batalla, el botín, la venta de esclavos, de esclavas, de esclavas sexuales.

Taltibio, interpretado por Ernesto Alterio, recuerda su encuentro con las mujeres de los troyanos. Tras este las verdaderas protagonistas muestran sus historias particulares, que otorgan una visión global del conflicto. Hécuba (Aitana Sánchez-Gijón) lidera el grupo de mujeres que incluye a una sorprendente Políxena (Alba Flores), Elena (Maggie Civantos), Andrómaca (Gabriela Flores). Casandra (Miriam Iscla), y Briseida (Pepa López).

La producción de Portaceli se caracteriza por una cierta concreción escénica. Un único signo en forma de T mayúscula (y que recuerda a los gráficos en pórtico del Español de la etapa de Mario Gas) representa a la par la ciudad de Troya y el caballo en las escenas que corresponden. La escenografía de Paco Azorín se complementa con un completo diseño de luces de Pedro Yague y unos audiovisuales de Arnau Oriol que incorpora imágenes de guerras contemporáneas (un recurso muy común en las puestas en escena de las Troyanas). El vestuario de Antonio Belart subraya la cotidianeidad y transpira un impulso contemporaneizador.

Este es, claro, el leit motif de la obra: encontramos guiños a guerras actuales, a la situación de los refugiados sirios, a la diáspora africana, a la invisibilidad de los acogidos. Es una obra que se presta a la denuncia y la directora no lo esconde. Esta está contrarrestada con un cierto impulso academicista en la puesta en escena. Hay una cierta disonancia en el arco emocional entre las actrices, sobre todo Hécuba/Sánchez Gijón, que se presentan con una tensión baja para ir subiendo progresivamente en comparación con Taltibio/Alterio, quien está varios grados de tensión por encima desde el principio y luego pierde algo de emoción. En mi opinión, no le hubiera venido mal a la obra algún recurso incluso melodramático. Las troyanas es, de todas las tragedias clásicas, la que más cuenta con despertar la piedad del espectador para la catarsis y la solución, si bien correcta, podía haber ganado fuerza de haber subido la tensión dramática a partir del último tercio de la obra. Es, en resumen, es una puesta en escena limpia, pulcra y muy recomendable.

Julio Vélez Sainz

SET – ITEM

 

Sobre el texto de Eurípides, Conejero realiza una adaptación para trasladar el sentido del argumento original y unificar todas las partes de la tragedia clásica, coro incluido, en una tragedia moderna, titulada Troyanas, sin artículo. Pretende la directora a través de la dramaturgia que se efectúa después de la adaptación, exponer la resistencia de la mujer ante la violencia, la destrucción y las guerras del mundo contemporáneo, la búsqueda de la dignidad perdida, que encarna Hécuba; Taltibio, uno de los supervivientes, que aparece por la platea, mientras se proyectan unas muy conocidas panorámicas de una ciudad árabe destruida, equipara a los griegos que tras el asedio entraron a sangre y fuego, con los europeos. Dentro de Troya, como en el interior de alguna de las ciudades asoladas solo queda la resistencia activa o pasiva de mujeres rodeadas de muerte. La organización estructural de la versión se asienta sobre largos parlamentos de cada una de las mujeres (Hécuba, Políxena, Casandra, Andrómaca, Briseida, Helena), que explican su dramática situación personal en el contexto de la guerra. Todas han intentado vivir y resistir con dignidad, y sobrellevar el sufrimiento: unas con comportamientos más heroicos; otras con ciertas transacciones con el enemigo que, en el fondo, resultan igualmente dolorosas y más humillantes. Los parlamentos resultan en exceso largos, reiterativos en la descripción del sufrimiento, narrativos y faltos de musicalidad, algo retóricos y un poco artificiosos. No son fáciles de decir para las actrices y no todas están en el mismo registro y poseen las mismas cualidades interpretativas: unas emocionan, otras distancian. Entre las primeras, Aitana Sánchez-Gijón, que en medio de la dificultad de la propuesta realiza un gran trabajo, que mejora la función.

El concepto de la puesta en escena quizá acusa el problema de reiterar lo obvio: la palabra llega, se entiende, pero se ilustra en exceso con una gestualidad postiza, grandilocuente y antigua. La naturaleza de la versión requeriría una propuesta más ágil y variada, no con movimientos previsibles y tempo en exceso lento; en este planteamiento, extraña y dice poco Andrómaca (Gabriela Flores), a la que la directora le encomienda una función trágica en la reiteración, sin perder su condición de escultórica actriz: se pasea por el escenario, como si se tratara de una pasarela de moda y pronuncia textos que subrayan lo ya escuchado con un hieratismo, que no aporta nada ni desde lo verbal ni desde lo gestual. El espacio escénico recuerda un campo de batalla, con cadáveres tapados con sudarios: escena impactante pero que al no cambiarse, inmoviliza la acción y no permite una circulación ágil por el escenario: la no variación de la disposición escénica no ayuda estética y visualmente el progreso de la acción dramática, que queda como congelada, con la sucesión de los parlamentos dramáticos. Una pasarela que se alza en el centro del escenario y soporta un T caída, inmoviliza también la acción. Es posible que la justificación de este elemento obedezca a la reproducción del escenario de Mérida, pero aquí es un elemento de utilería poco práctico, que detiene el ritmo de la escenificación, con las subidas y bajadas para pronunciar con gran solemnidad. La iluminación apunta desde el inicio hacia un ambiente tenebrista y una atmósfera de desolación. Hay matizaciones de luz, pero pocos cambios que abundan en la monotonía de la propuesta, que conserva la fuerza trágica de Eurípides y hace llegar las desgracias de esas mujeres resistentes, pero donde falta la emoción ante la catástrofe y los elementos indispensables para la catarsis final, en connivencia con la situación troyana y su traslación a cualquiera de los escenarios bélicos presentes.

José Gabriel López Antuñano

ARES – UNIR


Sinopsis

Después de la guerra de Troya la conquista de los griegos ha terminado, pero tras el éxito aparecen otros personajes, mujeres, que han sufrido más que nadie, aunque su actitud carezca de relevancia. Los vencedores se disputarán esas mujeres como divertimento y humillación a los vencidos. Taltibio, que estuvo allí, es el encargadod e contar este drama. En este clima, Hécuba lucha por la dignidad, por la suya y la de todos.


Equipo



Autoría
Eurípides
Versión
Alberto Conejero
Dirección
Carme Portaceli
Ayudante de dirección
Judith Pujol


Producción
Sandra Avella
Producción Ejecutiva
Rovima, Miguel García de Oteyza


Reparto
Ernesto Alterio, Maggie Civantos, Alba Flores, Gabriela Flores, Miriam Iscla, Pepa López, Aitana Sánchez-Gijón, Pablo Cordero, Alejandro López
Escenografía
Paco Azorín
Construcción de escenografía
Teatre Auditori Sant Cugat
Ayudante de escenografía
Isabel Saiz
Iluminación
Pedro Yagüe
Movimiento
Ferran Carvajal


Espacio Sonoro
Jordi Collet
Fotografía
Gero Morales




Compañía
Festival de Mérida, Teatro Español, Rovima Producciones
Vestuario
Antonio Belart
Ayudante de vestuario
Charo Jiménez
Realización de vestuario
Sastrería Cornejo


Diseño del cartel
Sergio Parra
Festivales
Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida


Asesoría literaria
Margarita Borja






Web
Teatro Español|Teatro Español


Idioma
Castellano








Fecha del Estreno: 10/11/2017

Teatro: Teatro Español

Sala:  Sala principal

Duración en minutos: 90

Género  Tragedia

En los Medios

Prado Campos, El Confidencial: «Portaceli ha querido acentuar la rotura y la desolación de estas troyanas».

Julio Bravo, ABC: «La versión está llena de poesía, de música calmada que contrasta con la crispación del propio relato».

José Manuel Villafaina, El periódico Extremadura: «Un espectáculo bastante desnudo en su versión y poco convincente en su dirección escénica y actuaciones».

Aurora Intxausti, El país: «Se podía sentir la magia mientras se contemplaba Troyanas, en el Teatro Romano de Mérida».

Juan Ignacio García Garzón, ABC: «Una reescritura potente y equilibrada dramáticamente».

Alba Cuenca Sánchez, Mas Teatro: «Un montaje más bien comercial, poco novedoso y con mucha grandilocuencia en cada monólogo».

José Luis Romo, El Mundo: «Aitana Sánchez Gijón ofrece de nuevo una interpretación descarnada, plena de energía y rabia».

Marta Pérez Guillén, Hoy: «Una adaptación muy arriesgada que jugaba mucho con la abstracción y el lenguaje corporal de las actrices».

Luis Muñoz Díez, Revista Tarántula: «Troyanas de Portaceli sin duda es efectiva y llega al público».

Jerónimo López Mozo, Madrid Teatro: «Troyanas, versión feminista de un alegato contra la guerra».

Sergio C. Fanjul, El asombrario & Co.: «Las troyanas: heroicas resistentes en el espanto de la guerra».

Gema Moraleda, Somnis de teatre: «Una puesta en escena bastante estática […] que rozaba la monotonía en muchos momentos».

Antonio Hernández Nieto, El Huffington Post: «La decepción con lo que se muestra en el escenario ha sido grande».

José Miguel Vila, Ocio Crítico: «El montaje de Portaceli es un grito ensordecedor y feminista».

Raúl Losánez, La Razón: «Las interpretaciones distan de estar ajustadas al lirismo que reclama la obra».

Javier López Rejas, El Cultural: «Sobre el escenario, la fuerza de unas mujeres que se enfrentan a la injusticia».

Ángel Esteban Monje, Kritilo: «Posee instantes de hermosura e intensidad; pero la función carece de movimiento y de interés suficiente».

Tragycom: «Lo mejor: la fuerza y poética de un texto que convierte a las Troyanas en seres atemporales».

Aldo Ruíz, El Teatrero: «Aspectos que intentan modernizar el montaje pero que, en lugar de sumar, acaban restando».

Julia Sáez-Angulo, Euromundo Global: «Troyanas es una obra que nadie debe perderse».

Tras la máscara: «El resultado final se queda en la revisión de un clásico, convertido en producto de consumo»


Troyanas

Lo mejor: la fuerza y poética de un texto que convierte a las Troyanas en seres atemporales.

Alba Cuenca Sánchez

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