
Sinopsis: El Padre, la Madre, el Hijo. El amor por encima de todas las cosas. ¿El amor? La familia como metáfora de la sociedad. Relaciones de poder. El doble discurso. La doble moral. La Libertad. ¿La libertad?
Autoría: Eduardo Pavlovsky
Adaptación: Bárbara Merlo y Ricardo del Cano
Versión: Bárbara Merlo
Dirección: Bárbara Merlo
Ayudante de Dirección: Iñaki Agustín
Producción: Compañía PRESENTE
Distribución: Compañía PRESENTE
Compañía: Compañía PRESENTE
Reparto: Bárbara Merlo, Ricardo del Cano y Jerónimo Salas
Escenografía: Miguel Ángel Latorre Caballero
Movimiento: Iñaki Agustín
Maquillaje: Nisamar Jiménez
Música: Gonzalo Ruiz
Fotografía: Samuel de Román
Fecha del Estreno: 14 de octubre de 2016
Teatro: Teatro del Arte
Duración: 60 minutos
Género: Comedia
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Eduardo Pavlovsky escribió Telarañas en 1976 como denuncia de la hipocresía de la clase política argentina del momento partiendo desde la institución de la familia (poco después sucedió el golpe de estado de Videla y la consecuente dictadura). Treinta años después, la Compañía Presente retoma este texto y lo adapta llevándolo a nuestro país a un contexto muy distinto y realizando su propia versión, centrando la temática y la crítica en la propia institución familiar.
En Telarañas podemos ver fragmentos de la vida cotidiana de un “matrimonio contemporáneo, por así decirlo, su relación de pareja y su manera de criar o malcriar a su hijo. La madre ejerce la función más importante de autoridad en el hogar utilizando un discurso aparentemente feminista, espiritual y ecologista que se contradice con su manera de comportarse al margen de las palabras. El padre, mientras tanto, desahoga su frustración mediante los juegos de azar apostando mucho dinero. Y el niño, malcriado por ambos, crece sin la capacidad de madurar y sin dejar de comportarse como un niño pequeño.
Desde el instante de entrar al Teatro del Arte, donde se representaba la obra, la escenografía fija prácticamente blanca y la casi constante música electrónica que formaba el espacio sonoro de la obra nos introducía en una atmósfera algo agobiante, que en mi caso se mantuvo prácticamente durante toda la función. Los tres actores se encontraban en escena en todo momento y no perdían en ningún momento ni energía ni implicación en lo que sucedía en el espacio, y resulta muy notable en ellos el contraste de unos diálogos que podríamos considerar más naturalistas con movimientos extracotidianos que producían un efecto de distanciamiento importante que, al menos en mi caso, invitaba a la reflexión. Se trata sin duda de una obra incómoda, no produce relajación, sino una sensación de que algo no va bien, lo que muchos espectadores presentes mostraban con la risa. Utilizan esta sensación sin duda de manera consciente para criticar la doble moral, la falsedad y la hipocresía, lo que podemos ver desde el principio, en el que representan una entrega de premios a actores (pues posteriormente se menciona que el padre ha sido actor y renunció a ello para criar al hijo) mostrando ya al mundo actoral como símbolo de esa falsedad ya mencionada, así como un minuto real de silencio en la entrega de premios que ya produjo la incomodidad necesaria para crear el distanciamiento reflexivo que estoy convencido que buscaba la directora. En mi caso esa incomodidad estuvo muy reforzada por observar cómo la madre mantenía el discurso feminista y parecía asociarse con su carácter autoritario, cosa que considero un error. Esto me hizo reflexionar mucho tanto durante la función como después, hasta comprender que no se está criticando realmente las ideas feministas, sino la hipocresía, la doble moral, la falsedad, la disonancia cognitiva que, en el ambiente familiar, crea una violencia escondida, pero muy presente, una especie de resentimiento y rabia contenida que impide el flujo normal de las emociones y el desarrollo “normal” de las personas.
Abel Pérez, ITEM
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