La Reina Juana: El testimonio de una vida de injusticias

Crítica de Reina Juana

María Bueno Cebollada

Prácticas, Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM

María Bueno Cebollada – Alumna en prácticas Máster UCM Teatro y AAEE

La Reina Juana, obra de Ernesto Caballero y dirección de Gerardo Vega, estrenada en el Teatro Abadía en el 2017, es un monólogo desgarrador que cuenta la historia de la hija de los Reyes Católicos, encarnada por una imponente Concha Velasco.

La obra presenta a una Juana que no se sabe si es una mujer desequilibrada o cuerda pero esclava de su destino. Concha Velasco ataviada de negro, encarna a una Reina ya de avanzada edad, recluida en una lúgubre habitación en Tordesillas, el segundo encierro que duró 46 años y que provocó su propio hijo, Carlos I de España y V de Alemania. De esta forma, el personaje de Juana realiza una incursión en su pasado donde rememora hechos, tales como, el primer encuentro en Amberes con su esposo, la muerte de su esposo, sus encierros.

Caballero otorga voz a un personaje histórico catalogado de desequilibrado, acercando al público a una Juana sensible, enamorada de su marido, inocente y con nula autoridad sobre su persona. El propio testimonio de Juana deja ver el calvario porque el que tuvo que pasar la Reina de Castilla, una vez le es otorgado, por herencia, el reinado de Castilla y Aragón tras la muerte de su madre Isabel. Hasta la mayoría de edad de su hijo Carlos, la regencia pasa a sus manos, pero tanto su marido Felipe como su padre Fernando deciden incapacitarla porque ambos aspiraban al trono. De esta forma, Juana en la obra justifica los actos de su marido con esta frase: “Mordió el fruto del poder y quiso ser rey por encima de todo.” De esta forma, el público empatiza fuertemente con Juana y su sufrimiento: Una Reina que no quería reinar se ve inmensa en una serie de intereses monárquicos y las continuas infidelidades de su marido acaban por hacer mella en su salud mental. Esto queda reflejado en el discurso de Juana, cada vez más agónico.  El monólogo concluye con la siguiente frase: “Oficialmente estaba loca, me estaban volviendo loca.”

Para finalizar, la obra recoge la forma en la que Juana repasa diferentes acontecimientos de su vida y los describe lúcidamente mientras se encuentra recluida en una lúgubre habitación por órdenes de su hijo Carlos. Un relato desgarrador que el texto de Caballero recoge a la perfección repasando meticulosamente hechos de la biografía de la Reina, y que, junto a la majestuosa interpretación de Velasco, consigue poner en duda la locura de Juana.