Crítica de ¿Qué fue de Ana García?

Elena Moncayola Santos

ITEM-UCM

En mayo de 2019 la Joven Compañía de Pabellón 6 llevó a escena ¿Qué fue de Ana García? versionada tanto en castellano como en euskera (‘Zer gertatu ote zitzaion Ana Garciari?). El director, Borja Ruiz, trasladó el texto de Javier Liñera a las tablas provocando una calurosa acogida entre el público vasco.

El V Festival de la Sala La Cuarta Pared, bajo el subtítulo “Universo menos 35”, incluyó este éxito en su programación pues el objetivo tanto del Festival y como de la Joven Compañía es el mismo: ofrecer un espacio propio a jóvenes con talento. Gracias a ello, el público asiste a un espectáculo planteado según Javier Liñera “en el propio elenco como compañía y como personas” afinado desde la dirección en una búsqueda por dar voz a “esta nueva generación de jóvenes artistas que llega”. El resultado, una obra basada en un grupo de jóvenes actores que, mientras ensayan, recuerdan a Ana García, una adolescente que murió en las fiestas de Vinarós, pequeño pueblo de Castellón donde pasaron la mayoría de los veranos de su juventud. A partir de este recuerdo afloran otros episodios acontecidos alrededor de la localidad.

La estructura de la obra se fundamenta en el desdoblamiento. Por un lado, los actores se presentan como ellos mismos; por otro, encarnan cada uno de los personajes que protagonizan las historias de Vinarós.  De esta forma se intercalan microescenas en torno a la violencia de cuerpos “inútiles” o “periféricos”, esto es, cuerpos que se sitúan fueran de lo normativo (mujeres, gays, menores abandonados, transexuales…), con la opinión de los jóvenes. Para construir este universo nos trasladan mediante simples pero sugerentes cambios de escenario al momento de la acción; utilizan numerosas técnicas (música en directo, canto, máscaras, simbología…) con el objetivo de alentar al espectador a empatizar con los sentimientos de una chica perseguida por un perturbado, de un menor abusado sexualmente por un hombre de poder, de un intento de violación, del rechazo y paliza de un grupo de amigos hacia un homosexual, de la manada…  Y, por último, de Ana García, la reina de las fiestas de Vinarós, que apareció muerta en el vertedero. Sucia, fría, la víctima número 43. La consecución de las escenas, siempre teñidas de sombrío carmín, construyen gradualmente una atmósfera de preocupación, malestar y angustia que no deja indiferente a nadie.

La intrahistoria de Vinarós plasma la sociedad que la nueva generación ha heredado, sociedad que rechaza. El espectador no solo atiende a la representación de microhistorias, sino que escucha la voz del cambio, la petición de la juventud. ¿Qué fue de Ana García? permite reflejar la opinión, la queja, del cambio generacional ante el rechazo hacia los cuerpos periféricos. Personifican a toda una generación crítica y comprometida con la igualdad, con el “no es no” y con la diversidad sexual. Sin embargo, la obra no es sólo un alegato en contra del modelo heredado, sino que en su conjunto es una profunda reflexión sobre la discriminación, la violencia y la apresurada necesidad de no seguir sumando víctimas. Un toque amargo sí, pero esperanzador pues nadie abandona la sala sin sentir la obligación social de amparar a los cuerpos periféricos.

Elena Moncayola

Instituto del Teatro de Madrid – Universidad Complutense