Y llegar hasta la Luna
Crítica de Y llegar hasta la Luna
Andrea Hurtado Martínez – Universidad Complutense
¿A qué llamamos revolución? Paul B. Preciado -filósofo, escritor y activista- escribe sobre Urano. En el que sueña, dice, con tener un apartamento en el planeta donde pudiera vivir sin todas las estructuras de poder, de sexo, de género y raza que le atraviesan. Con una frase suya que invita a la reflexión del presente, se abre y se cierra el montaje. El pasado 7 de abril se estrenó Y llegar hasta la luna en el Teatro Valle-Inclán. El espectáculo incita a cuestionar ideas muy arraigadas de nuestra sociedad occidental, en ocasiones de forma incómoda -y esto es lo emocionante-. El escenario se presenta ambientado por un espacio sonoro creado por Susana Hernández (Ylia). Al fondo dos cuerpos normativos encima de unas tarimas. Están desnudos y como trozos de carne animal, sin emoción, inertes, se van exhibiendo girando despacio mientras el público entra a la sala.
La pieza está construida basándose en las vidas y experiencias del reparto. Además de que incluyen propuestas sobre teoría feminista e ideas de artistas y escritoras como Eduardo Chillida, Anne Bogart, Aixa de la Cruz, entre otras. El montaje trata sobre cuerpos y vidas, su diversidad y sus disidencias. Es coherente en el discurso, puesto que en todo momento hay una voz externa que va describiendo lo que ocurre en escena. A su vez, las descripciones están subtituladas en la parte de arriba del escenario. De tal manera, toda persona podrá disfrutar de la representación sin sentir que esta la excluye como ocurre en la inmensa mayoría de los espectáculos.
El reparto se compone por cinco mujeres y cuatro hombres: Rosa del Cerro, Juan Felipe Embid, Nieves González, Alfonso Mendiguchía, Celia Morán, Marcos Pereira, Antonella Pinto, Ana Roche y Javier Zarapico. Estos actores y actrices son vidas y biografía, pero en cierta parte del montaje se convierten en trozos de carne moviéndose por el espacio, explorándolo, dándose placer con él. Cada masa tiene una calidad de movimiento distinta a otra. Su composición física y anatómica es diferente. De manera colectiva configuran una multiplicidad de formas y figuras. La directora, María San Miguel, junto con Alba Muñoz, han lucido los cuerpos presentes en la escena mostrando imágenes estilizadas con ellos. Durante su composición estaban siempre acompañadas de música tecno -lenta o rápida según lo que requiriese la secuencia-.
El medio espectacular se construye en los cuerpos, las voces, la iluminación y la escenografía que da juego a los movimientos. Y aunque también se encargue de delimitar el lugar escénico, observamos que en el escenario la carne no tiene límites. Interactuando unos con otros, los cuerpos exploran sus partes, haciendo partícipe al público de esas indagaciones. La carne es protagonista del espacio dramático. Se muestra una con otra, sola, en tríos, en grupos de más de tres, examina su capacidad de darse placer con su cuerpo y con otros. Las carnes exploran sus longitudes, anchuras, hendiduras, pliegues, posibilidades de movimiento, etcétera. La iluminación se adentra también en la ilusión de que el relato entra dentro de lo fantástico. Incluyendo colores como el rojo y el azul en una secuencia de gran tensión dramática. La videoescena realizada en directo por Alba Muñoz hace que el espectáculo adquiera un carácter documental en el que nos muestra la forma de trabajo que ha podido llevar el equipo. Además, dentro del espectáculo se utiliza una cámara que graba lo que ocurre en escena dándole el placer al público de poder contemplar lo que sucede desde otro ángulo distinto, descubriendo detalles que en la última butaca de la sala no se pueden percibir.
Y llegar hasta la Luna es un montaje delicado y a su vez, desafiante. Un grito de guerra para desacreditar lo convencional y empoderar los cuerpos disidentes. Es una llamada de atención a la sociedad que pone en cuestión el deseo, el placer y el sexo. La composición de la representación tiene partes que me recuerdan al maravilloso documental Yes, we fuck! de Raúl de la Morena sobre la sexualidad de las personas con discapacidad o diversidad funcional.
Persiguiendo la idea de Preciado, todo forma parte de una «transición planetaria» hacia un lugar en el que los cuerpos pueden ser terreno donde las masas disfrutan, triunfan y se encuentran libres. El montaje es un viaje, de momento, hasta la Luna.
Sinopsis
¿El sexo continúa siendo un tabú? ¿Cómo son las relaciones sexuales contemporáneas?
¿Nos preguntamos por el disfrute del Otro? ¿Se prioriza una forma de relacionarse, de estructurar el deseo? ¿Somos capaces de superar los patrones que ha establecido el patriarcado en cuanto al sexo? ¿Lo practicamos realmente con libertad? ¿Experimentamos deseo, amor, consumo? ¿Qué relación tiene el sexo con la violencia? ¿Cómo de acostumbradas estamos a sufrir sexo no consentido o deseado y que esto forme parte de la cotidianidad de las relaciones sexuales? Y el porno, ¿qué lugar ocupa en nuestros deseos, fantasías y relaciones?
¿Hablamos y compartimos libremente y del mismo modo los hombres y las mujeres nuestra relación íntima con el sexo y con todo lo que le rodea? ¿Cómo afecta una diversidad funcional física o intelectual a la relación con la sexualidad y al desarrollo de la misma? ¿Qué ocurre con los cuerpos diversos que desplazamos a los márgenes?
Y llegar hasta la Luna es un proceso de investigación documental que parte de las propias experiencias, el peso de la palabra y las relaciones del cuerpo con el espacio, desde lo íntimo hasta lo público.
Un estudio de cómo aceptamos comportamientos y cómo a su vez nos modifican.
Un experimento basado en la belleza y en la libertad.
El sexo se continúa viendo desde una perspectiva profundamente patriarcal y falocéntrica. Por una parte, es un tabú que no forma parte de la programación educativa en prevención y educación sexual y, por otra, el negocio de la pornografía impregna las relaciones sexuales y favorece la perpetuación de la idea patriarcal donde el hombre mantiene el poder y lidera la cotidianeidad de las relaciones sexuales. Estos patrones de comportamiento se extienden y repiten más allá de las relaciones binarias.
Todo esto genera comportamientos violentos a los que estamos profundamente familiarizadas. Forman parte de nuestras vivencias.
¿Cómo afecta todo esto cuando además tienes un cuerpo diverso o una diversidad funcional?
Y llegar hasta la Luna parte de un trabajo de investigación basado en juegos físicos para encontrar nuevas relaciones corporales a partir de la búsqueda de la belleza de los cuerpos diversos, de la presencia escénica, la relación con los otros cuerpos, con el espacio.
María San Miguel
Equipo
Miguel del Arco
Autoría
María San Miguel
Dirección
María San Miguel
Ayudante de dirección
Alba Muñoz
Producción
Centro Dramático Nacional, Proyecto 43-2
Reparto
Rosa del Cerro, Juan Felipe Embid, Nieves González, Alfonso Mendiguchía, Celia Morán, Marcos Pereira, Antonella Pinto, Ana Roche, Javier Zarapico
Escenografía
Karmen Abarca
Construcción de escenografía
Readest
Iluminación
Libe Aramburuzabala
Música
Susana Hernández (Ylia)
Espacio Sonoro
Susana Hernández (Ylia)
Fotografía
Bárbara Sánchez Palomero
Vestuario
Karmen Abarca
Realización de vestuario
Laburoteca
Diseño del cartel
Equipo SOPA
Festivales
Enmarcado en el #Reto2019 del Centro Dramático Nacional Proyecto de investigación y creación dentro de la convocatoria «¡Enrédate!» del festival «Una mirada diferente. Reto 2019» del CDN
Video escena
Alba Muñoz
Idioma
Castellano
Fecha del Estreno: 07/04/2021
Teatro: Teatro Valle Inclán. Centro Dramático Nacional
Sala: Sala Francisco Nieva
Duración en minutos: 105
Género Documento
En los Medios Idoia Ugarte, “Para las personas con discapacidad el sexo está vetado”, El País [7/10]
Y llegar hasta la Luna
«Y llegar hasta la Luna es un montaje delicado y a su vez, desafiante. Un grito de guerra para desacreditar lo convencional y empoderar los cuerpos disidentes. Es una llamada de atención a la sociedad que pone en cuestión el deseo, el placer y el sexo. «
Andrea Hurtado Martínez
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