Reencuentro con la palabra de Gustavo Adolfo Bécquer
Crítica de Vano fantasma de niebla y luz
La compañía madrileña “La Otra Arcadia”, formada por la vicepresidenta de la Asociación Internacional de Teatro del Siglo XXI, Ana Contreras, y el poeta y dramaturgo español Raúl Losánez, firma un contundente espectáculo guiado por el propósito de reencontrar al público actual con un escritor que para Azorín y Antonio Machado representaba la máxima expresión de belleza: Gustavo Adolfo Bécquer. Vano fantasma de niebla y luz es una dramatización de poesía y música que homenajea a uno de los más grandes poetas de nuestra historia a través de versos que hoy mantienen intacta toda su profundidad. Al poner sobre las tablas este espectáculo, se recupera la obra poética de quien está considerado como el autor nacional más leído después de Miguel de Cervantes. Aunque, si bien su obra hoy día tiene plena vigencia, la apuesta por convertir sus versos en teatro es un trabajo complicado que en directo resultó en muchos tramos tedioso; la excesiva interrupción de algunas canciones rompió en numerosas ocasiones el clímax poético que lograban los actores.
Estamos ante un espectáculo centrado en la palabra, primando lo lírico sobre lo dramático, e impera por supuesto la presencia de la música. Compuesta e interpretada por el pianista Jorge Bedoya con la colaboración de la cantautora Raquel Riaño, David Luque y Beatriz Argüello fueron los intérpretes encargados de revivir la palabra de Bécquer. Y es que el precursor de modernistas y simbolistas, de la Generación del 27 y de un clima poético que se extendió por toda España durante los siglos XIX y XX se merecía un espectáculo que hiciera presente su memoria con la musicalidad y maestría que exigen sus palabras. Sin embargo, en las tablas, la repetición de canciones y versos recargaba en exceso la función y con facilidad el público se olvidaba de los emotivos versos recitados por David Luque y Beatriz Argüello. Vano fantasma de niebla y luz es una montaña rusa de emociones, donde en cuestión de minutos pasas de emocionarte por la inmortal y viva palabra de Bécquer a estar simplemente esperando a que pase una canción que se ha repetido varias veces y ha cortado completamente el clímax poético. Con todo, es un contundente espectáculo que homenajea por todo lo alto a uno de los mejores autores de la Historia de nuestro país.
Además, es importante señalar que esta representación ha sido llevada a cabo en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares, pues siendo Madrid una ciudad importante para Bécquer -desarrollándose como periodista y escritor- se puede destacar la interpretación en la capital de otras dramaturgias que se asemejan a las intenciones de “La Otra Arcadia”. Por ejemplo, en la obra El círculo de hierro, con la dramaturgia a cargo de Daniel Migueláñez y bajo la dirección de Carlos Jiménez estrenada el 23 de enero de 2018 en el Teatro Fernán Gómez, si bien esta pretende profundizar en la figura de Bécquer desde la representación biográfica, todo radica en torno a un verso vivo. La musicalidad es el leitmotiv al igual que en la obra de Contreras y Losánez.
Comenzó Vano fantasma de niebla y luz con un apagado total en el teatro. De esta oscuridad, surgió la melodía ascendente de un piano que gobernaba el hombro izquierdo del espacio escénico y la atención de toda la sala; qué mejor manera de empezar un homenaje a la palabra eliminando todo sentido que no sea el de la escucha. Conforme avanzaba la melodía se hacía presente la luz y un haz frontal empezaba a esclarecer una figura en el hombro derecho del proscenio. David Luque comenzaba a recitar los primeros versos. Tras él, la silueta de una mujer se entreveía a través de un telón de gasa que caía desde el peine, caminando lentamente hacia el centro de la escena; Beatriz Argüello se hacía presente bajo la musicalidad del piano y la poesía. Así comenzaba una pugna poética entre ralentí y aceleraciones, entre ambos rapsodas con un sinfín de efectos y cambios en la velocidad con el propósito expresivo de hacer material la propia poesía; de que cada verso de Bécquer sea vivido, recitando los más conocidos en lo que es una batalla dialéctica. Aunque habría que señalar que la ambientación no estaba marcadamente definida, pues la vestimenta dista de gregüescos y jubones y tendía más bien a un estilo formal actual compuesto por pantalones de vestir negros y una camisa blanca para todos los actores. Siendo un formato concierto el que vestía a todo el elenco teatral.
En general, la información semiótica material es escasa y el vestuario y la ausencia total de atrezo vascularizan toda la acción hacia la palabra. Exceptuando, por supuesto, la propia corporalidad de los actores que con sus movimientos acompañan la propia simbología de la palabra, pero, lejos de la danza, no existe elemento físico que sugiera ninguna interpretación. Quizá, el vestuario sencillo y moderno y la ausencia de atrezo pueda hacer creer al público que se encuentra en una temporalidad actual, pero, sobre las tablas, esta percepción se difumina cuando, efectivamente, se confirma que lo único que importa es la voz. Así, mediante la palabra se construye toda la obra, pues el rango de movimiento es reducido y en principio los protagonistas no contactan ni física ni visualmente en el espacio escénico, como si ambos fueran incapaces de encontrarse; como si ambos fueran vanos fantasmas. Es una entremezcla de versos solamente interrumpidos por las breves canciones de Raquel Riaño que, entrando en los momentos más álgidos, cortaba esta cumbre poética y enfriaba el fervor que lograban David Luque y Beatriz Argüello. Con todo, estas cortantes intervenciones servían como elemento de transición en la dramaturgia y daban pie a nuevas tandas de poesía que lograban con esfuerzo remontar la atención y el sentir de la sala. Así, bajo la incesante música del piano de Jorge Bedoya y las melodías intermedias de Raquel Riaño, David Luque y Beatriz Argüello se encuentran por primera vez en el escenario y el misterio de la distancia se torna en poesía. El romance entre ambos se presenta ahora como el momento culminante de la obra; sin embargo, ella, tras un intenso encuentro donde solo cupieron los mejores versos dedicados el uno para el otro, le abandona sin explicación alguna. Y es que tras esto solo queda vivir el amor en el recuerdo y, ahora sí, la palabra cobra sentido escénico y se entiende el significado de la obra: David Luque es Gustavo Adolfo Bécquer persiguiendo la idea que se le escapa, ella, Beatriz Argüello. La adorada de un día ahora es el sentido de la obra, de Bécquer y del arte mismo. Vagando, muerto en vida, nuestro poeta por el escenario al no haber podido alcanzar a su amada, un haz de luz cenital se centra únicamente en el piano de Jorge Bedoya, último actor que queda sobre las tablas tras la marcha de David Luque. Y, tal y como empezó, el teatro queda inmerso exclusivamente en un solo de piano que se funde en un lento oscuro.
Tras el torbellino de emociones que supuso Vano fantasma de niebla y luz, el silencio que precedió al verso final antes del oscuro lento fue únicamente interrumpido por una jauría de aplausos que duró más de cinco minutos y obligó a salir al elenco de actores tres veces a reverenciar. La música, la danza y la luz se unen a la poesía de Bécquer, que, con altibajos y momentos de desconexión, son llevadas por un reparto notable que logra transmitir el sentimiento romántico de anhelo y plenitud que el poeta sevillano vislumbra, más que alcanza, a través del amor y de la creación artística; materializando el ímpetu y la tormenta que se agitan en el interior de sus palabras que hoy perduran.
Sinopsis
Como celebración del Día de la Lengua Española, Vano fantasma de niebla y luz revive a Gustavo Adolfo Bécquer con las voces de Beatriz Argüello y David Luque; un notable trabajo con la palabra en el que prima lo lírico sobre lo dramático. Estamos antes un espectáculo con predominancia de lo musical, compuesta e interpretada en directo por Jorge Bedoya con la colaboración de Raquel Riaño en las canciones. Tiene como objetivo acordar el reencuentro entre el público actual con la voz y figura de Bécquer; versos que hoy día conservan su belleza y profundidad.
Equipo
Raúl Losáñez
Autoría
Ana Contreras
Dirección
Ana Contreras
Ayudante de Dirección
Manuel Benito
Producción
“La Otra Arcadia”
Reparto
Beatriz Argüello, David Luque, Jorge Bedoya, Raquel Riaño
Escenografía
Lara Contreras, Óscar Moreno
Iluminación
Miguel Muñoz, Ana Contreras
Música
Raquel Riaño, Jorge Bedoya
Fotografía
Gonzalo Pérez
Vestuario
Lara Contreras, Óscar Moreno
Diseño del Cartel
Óscar Moreno
Fecha del Estreno: 21/04/2023
Teatro: Teatro Corral de Comedias - Alcalá de Henares
Sala: -
Duración en minutos: 50
Género Adaptación
En los Medios Julián Herrero, “El homenaje que le faltaba a Bécquer”; La Razón, 16.11.2021 [7/10] Daniel Galindo, “Bécquer y ‘Vano fantasma de niebla y luz’”, La Sala – RNE, 8.04.2023.
Vano fantasma de niebla y luz
«Vano fantasma de niebla y luz es una montaña rusa de emociones, donde en cuestión de minutos pasas de emocionarte por la inmortal y viva palabra de Bécquer a estar simplemente esperando a que pase una canción que se ha repetido varias veces y ha cortado completamente el clímax poético. Con todo, es un contundente espectáculo que homenajea por todo lo alto a uno de los mejores autores de la Historia de nuestro país«
Miguel Egido Cortés
0 comentarios