
El Siglo de Oro femenino
Crítica de Valor, agravio y mujer

Se presentó Valor, agravio y mujer de Ana Caro de Mallén en el Teatro de la Comedia en Madrid, entre el 13 de abril y el 4 de junio, bajo la dirección de Beatriz Argüello. Como muchas de las obras del Siglo de Oro, se trata de un texto intenso, explosivo y agudo que requiere una puesta en escena a su altura: no conseguirlo condena el montaje, igualarlo lo salva, y superarlo lo magnifica. El proyecto de Argüello se ubica en la segunda categoría, ya que no trasciende las líneas del original pese a que es fiel a su esencia y logra imprimir un sello propio. No se critica el hecho: ir más allá de la esfera histórica y artística de Caro es sin duda un reto que pocos podrían asumir, anotando además, que a diferencia de otros trabajos de la misma época llevados a las tablas muchas veces, esta es la primera vez que la Compañía Nacional de Teatro Clásico se apropia de Valor, agravio y mujer.
La propuesta general es rica a escala visual y sonora, con interpretaciones sólidas y planteamientos escénicos interesantes. Su iluminación austera permite que el espectador se enfoque en los decorados, el vestuario y la utilería, concebidos para situarle en el contexto histórico de Leonor, la protagonista, que decide convertirse en Leonardo para perseguir a Don Juan, quien le había deshonrado y se encontraba cortejando a Estela en Flandes. Así entonces, el espacio escénico tiene como punto de partida cuadros de pintores muy famosos, según palabras de la directora, asemejándose a fragmentos de las representaciones pictóricas de Rubens, en las que el color y el movimiento resaltan el entorno; recuerda también episodios de los óleos de Brueghel que exhiben el diario vivir en la región flamenca, en los que sobresalen los personajes y la cotidianeidad transita detrás de ellos.
Se tiene por consiguiente un espacio escénico dinámico y oscilante, no solo desde las descripciones visuales, también gracias a la circulación permanente de los personajes, así como a la mudanza de partes de la escenografía conducida por los actores, configurando nuevas interacciones proxémicas que conllevan a una concepción diferente de la obra: se está en terrenos del Siglo de Oro, pero Argüello ofrece ir un paso más adelante, evitando que el montaje se haga lento o aburrido, o que se estanque en lo tradicional, y que todo el peso caiga en las intervenciones actorales. Sobresalen entre todos estos elementos móviles las escaleras, que cumplen varias funciones en circunstancias particulares dentro del relato: sirven para diferenciar las conductas de quienes están arriba y abajo, en función de los objetivos individuales, como sucede con Leonor y Estela y sus pretendientes, y al mismo tiempo son puentes de acercamiento y de distanciamiento, lo que permite establecer conversaciones y reflexiones, y claro está, se erigen como una sección de la arquitectura en la diégesis.
El sonido no se limita a las voces y a las alocuciones. La música y algunos efectos entran a enmarcar momentos precisos, como en el inicio, para introducir al público en la tormenta y el bosque en la que se desarrollan las primeras acciones. Los actores logran construir cada uno su propia lógica y presencia en el escenario sin extraviarse en la densidad de los diálogos. El único interrogante recae sobre el rol principal, cuya forma de expresarse no aclara su estado psicológico, sin advertirse del todo si se está en el rango de la ira, o del agobio, o inclusive de la desfachatez. La tribulación de Leonor es uno de los ejes del texto original, y así debería materializarse en la puesta en escena.
Aunque fiel al texto original, este montaje sugiere una traducción actual y que recuerda que el Siglo de Oro está lejos. La resolución de la trama es una coreografía en la que todos los personajes hablan simultáneamente, en una especie de catarsis colectiva, para luego deponer sus espadas. El arma es el símbolo al que se acude para remediar el agravio, primero como instrumento de combate físico, más tarde para evocar el perdón y la capacidad de leer las circunstancias desde otro ángulo, cuando Leonor la abandona y después los demás, dando a entender que el amor ha triunfado a pesar del mal causado. Este final feliz hoy puede resultar forzado y sin sentido, más cuando fue provocado por una fuerte ofensa, la misma que da origen al argumento; sin embargo, es de señalar que es el desenlace escrito por Ana Caro de Mallén, acorde a la práctica del Siglo de Oro.
No es de extrañar que el público de las artes escénicas, a veces el formado y muchas veces el casual, se aproxime a esta obra sin despojarse de la mirada actual, evaluando a Ana Caro desde una óptica que no se ajusta al contexto histórico en el que ella creció y evolucionó como artista. Por el contrario, Beatriz Argüello guarda una distancia prudente para no caer en el culto, sin darle a Valor, agravio y mujer matices que no le corresponden, como el feminista, lo que permite que hoy se redescubra a la escritora. Si bien es cierto que Caro entroniza a la mujer y la dota de facultades que en su tiempo no disponía, su discurso se dirige a criticar las clases y las convenciones sociales, en las que la mujer cumplía un puesto muy importante, pero de orden pasivo. Caro juega con esas reglas alterándolas e invirtiéndolas, sin salirse del formato, y de ahí su genialidad: examina, expone y se ríe de la normatividad de esos días sin hacerse a la censura o al castigo, y consiguiendo que se le publique. La directora y la autora de esta versión —Juana Escabias— comprendieron bien el estado de la cuestión, y es precisamente esa transgresión y desobediencia la que se retrata, ya que no es el objetivo adjudicarle a Ana Caro obligaciones como activista u otras que algunas personas hoy reclaman.
Y ya que no es posible pasar por Valor, agravio y mujer sin tocar el tema de lo femenino, es de subrayar que la versión de la Compañía Nacional de Teatro Clásico trae al presente a la mujer, a la intelectual y a la creadora, sin caer en la retórica del feminismo actual, que seguramente habría significado limitar y reducir el trabajo de la escritora, pues este activismo de moda en España se centra en denunciar hechos pasados y girar en torno a la victimización, sin sugerir acciones concretas que conlleven a adquirir una consciencia histórica, y peor aún, sin aportar a la construcción de un imaginario verdaderamente incluyente, o que enseñe cómo evitar la repetición de los abusos cometidos en contra de las mujeres, que de hecho, debería extenderse a los seres humanos en general. Ana Caro de Mallén fue una pensadora crítica cuyo talento artístico le permitió jugar con lo femenino como imagen, y eso no es feminismo, así como lo femenino tampoco lo es, diferencia que muchas feministas siguen sin entender. Gracias a la CNTC hoy se cuenta con un interesante montaje, que si bien pone sobre la mesa cuestiones relativas a la mujer como protagonista y como artista, no se pierde en satisfacer activismos o proselitismos, enfocándose en rescatar una gran obra y un gran nombre, que reclama un lugar a la par con otros a los que el público se ha acostumbrado.
Sinopsis
«Ya todo es muy viejo allá; / sólo en esto de poetas / hay notable novedad / por innumerables, tanto / que aún quieren poetizar/ las mujeres, y se atreven / a hacer comedias ya». No es habitual encontrar en nuestros escenarios la mirada de una mujer sobre los temas que atesora el repertorio del Siglo de Oro. Ana Caro de Mallén ha ido reclamando un lugar importante en nuestro patrimonio dramatúrgico, que ahora llega a la Sala Principal del Teatro de la Comedia. Con ella, muchos de los temas tratados por otros autores van a ofrecernos nuevos puntos de vista que nos permitirán conocer parte de la potencia de la voz femenina durante el siglo XVII y cómo esta voz ridiculiza alguno de los valores del comportamiento masculino.
Equipo
Autoría
Ana Caro de Mallén
Versión
Juana Escabias
Dirección
Beatriz Argüello
Ayudante de Dirección
Amparo Pascual
Producción
Compañía Nacional de Teatro Clásico
Producción Ejecutiva
Lorena López
Ayudante de Producción
Esther Frías, Belén Pezuela, Carlos Sierra, Elena Baltar
Reparto
Lucía Barraldo, Ignacio Jiménez, Natalia Llorente, Julia Piera, Luis Moreno, Pablo Gómez-Pando, Jesús Hierónides, Paco Pozo, Sol Vicente
Escenografía
Carolina González
Construcción de Escenografía
Mambo Decorados S.L, Sfumato Pintura Escénica S.L., Natalia Vicente Gallo
Ayudante de Escenografía
Lucía Ríos González
Iluminación
Paloma Parra
Movimiento
Pau Aran
Música
Luis Miguel Cobo
Fotografía
Sergio Parra
Vestuario
Rosa García Andújar
Ayudante de Vestuario
Milagros González
Realización de Vestuario
Maribel RH, Realización Vestuarios S.L.
Diseño del Cartel
Erica M. Santos
Festivales
Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro 2023
Asesoría Literaria
Ernesto Arias
Utilería
Pepe Romero, Emilio Sánchez, Arantza Fernández, Pedro Acosta, Julio Pastor, Paloma Moraleda, Cristina Cerutti
Web Oficial
https://teatroclasico.mcu.es/2022/06/16/valor-agravio-y-mujer/
Idioma
Español
Maquillaje
Carmen Martín, Noelia Cortés
Peluquería
Carlos Somolinos, Antonio Román, Ana María Hernando
Fecha del Estreno: 13/04/2023
Teatro: Teatro de la Comedia. Compañía Nacional de Teatro Clásico
Sala: -
Duración en minutos: 110
Género Comedia, Comedia de capa y espada
En los Medios Javier Vallejo, “Cuando la mujer es el hombre”, El País, 8/10 Julio Bravo, “’Valor, agravio y mujer’: algo más que un estreno”, ABC, 8/10 Raúl Losánez, “Don Juan a los ojos de una mujer”, La Razón, 4/5 Luis De Otero, “«Valor, agravio y mujer» de Ana Caro de Mallén dirigido por Beatriz Argüello”, Prensa Social, 9/10 Luis Muños Díez, “’Valor, Agravio y Mujer’ de Ana Caro de Mallén y dirección de Beatriz Argüello”, Tarántula Revista Cultural, 10/10

Valor, agravio y mujer
«La propuesta general es rica a escala visual y sonora, con interpretaciones sólidas y planteamientos escénicos interesantes (…) Se está en terrenos del Siglo de Oro, pero Argüello ofrece ir un paso más adelante, evitando que el montaje se haga lento o aburrido, o que se estanque en lo tradicional»
Matt Anand
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