Una experiencia sensorial y desconcertante
Crítica de Triptych: The missing door, The lost room and The hidden floor
Un trabajo corporal excepcional y con riesgos, imágenes potentes, iluminación con características cinematográficas, sonidos fuertes y desconcertantes, y más, son los aspectos que hacen de la obra Triptych: The missing door, The lost room and The hidden floor (o Tríptico: La puerta perdida, La habitación perdida y El piso oculto) de la compañía Peeping Tom, una puesta en escena formidable, que durante este Festival de Otoño cautivó a los espectadores.
Y es que las coreografías mostraban un gran nivel de los bailarines tanto de estado físico como interpretativo que mantenían la atención a cada momento. Cabe mencionar, una dramaturgia visual potente que, aunque en determinados instantes mostraba acciones simultáneas, permitía seguir un discurso, donde se conjugaban imágenes perturbadoras, oscuras, tenebrosas, configuradas con un sentido, una razón de ser, algo que no se puede negar pese a que ciertas acciones parezcan no tener un significado específico; todo esto en el peculiar estilo de Peeping Tom que cuenta en su repertorio con obras de danza-teatro como: Caravana (1999), 32 rue Vandenbranden (2009), Vader (2014).
Esta obra, resultado de tres piezas cortas creadas por la compañía, durante la representación, nos transportaban a tres ambientes: un cuarto con varias puertas que en ciertos momentos se abrían y cerraban dando la sensación de encierro, de querer escapar; un camarote de un barco donde la inestabilidad de los personajes (física y emocional) ofrecía momentos inquietantes; y un restaurante que, poco a poco, se inundaba, donde, junto al juego con las luces, se produjeron coreografías extremas, conmovedoras.
Los ritmos variaban desde la quietud, el fluido hasta el caos, produciendo sorpresa, admiración y algo de pavor. Los movimientos ejecutados por los intérpretes, que en ocasiones partían de acciones cotidianas, se deformaban e iban hacia lo onírico, lo imaginario. Cuerpos flexibles, retorcidos, enérgicos, enfurecidos, transmitiendo emociones al límite. Se trata de una experiencia artística sublime, respetable, donde prevalecía una atmósfera de tensión, a pesar de que, con determinadas situaciones en la pieza, también, conectaba con el público a través de la risa.
En este punto, se debe resaltar que las transiciones en cada una de las escenas mantuvieron la atmósfera construida. El espacio nunca quedaba abandonado, al menos un personaje o dos se quedaban allí mientras se producían los cambios, o también los otros actores ayudaban en el levantamiento de la nueva escenografía.
La iluminación, que tuvo un papel destacado a la hora de recrear los espacios y resaltar las emociones de los personajes en escena, poseía, como se indicaba al inicio, características cinematográficas, que configuraban los ambientes donde se desarrollaba la acción y facilitando que estéticamente sea una pieza hermosa para contemplar.
En el sonido es necesario recalcar que se provocaba desconcierto, tanto por su relación con los espacios representados, así como por la extrañeza de algunos de ellos; llevándonos a un lugar donde los recuerdos se nos muestran de manera inquietante o a la sensación de estar en un barco que es golpeado por las olas.
En definitiva, se trata de una obra compleja, abierta a muchas lecturas por el público, y una experiencia sensorial y emotiva que no carece de sentido; donde cada uno de los elementos que componen la puesta en escena tienen una justificación.
Sinopsis
Varios personajes evolucionan en espacios de los que no pueden escapar. Se propusieron buscar un ideal, se fueron con un sueño y con esperanza. Ahora, siguen vagando por un misterioso y macabro laberinto en el que se pierden. Los personajes viven entre la realidad y lo imaginado, guiados por fuerzas naturales que los llevan a un destino incierto.
Cada parte de la trilogía tiene su propio escenario único y evoca un set de filmación. La puerta que falta se encuentra en una habitación o pasillo lleno de puertas que no se abren. La acción en La habitación perdida ocurre en una cabina en un barco, centrándose en el mundo interior de los personajes. El piso oculto tiene lugar en el entorno público de un restaurante abandonado, donde las fuerzas naturales se han apoderado de ellos. (Información obtenida de la página de Peeping Tom)
Equipo
Autoría
Dirección
Gabriela Carrizo, Franck Chartier
Producción
Mirón
Ayudante de producción
Opéra National de Paris, Opéra de Lille, Tanz Köln, Göteborg Dance and Theatre Festival, Théâtre National Wallonie-Bruxelles, deSingel Antwerp, GREC Festival de Barcelona, Festival Aperto/Fondazione I Teatri (Reggio Emilia), Torinodanza Festival/Teatro Stabile di Torino – Teatro Nazionale (Turín), Dampfzentrale Bern, Oriente Occidente Dance Festival (Rovereto)
Reparto
Konan Dayot, Fons Dhossche, Lauren Langlois, Panos Malactos, Alejandro Moya, Fanny Sage, Eliana Stragapede, Wan-Lun Yu
Escenografía
Gabriela Carrizo, Justine Bougerol
Iluminación
Tom Visser
Música
Raphaëlle Latini, Ismaël Colombani, Annalena Fröhlich, Louis-Clément Da Costa
Espacio Sonoro
Tim Thielemans
Fotografía
Virginia Rota, Maarten Vanden Abeele
Compañía
Peeping Tom
Vestuario
Seoljin Kim, Yi-chun Liu, Louis-Clément Da Costa
Web
https://www.peepingtom.be/en/production/triptych-the-missing-door-the-lost-room-and-the-hidden-floor/
Fecha del Estreno: 11/11/2021
Teatro: Teatros del Canal
Sala: Sala Roja
Duración en minutos: 120
Género Danza, Danza-teatro
En los Medios Raquel Vidales, “Peeping Tom: la danza que turba y (a veces) aterroriza”, El País [9.5] Julio Bravo, “Un espectáculo hipnótico y estremecedor”, ABC [10] Rosalía Gómez, “Un alimento para el alma”, Diario de Sevilla [10]
Triptych: The missing door, The lost room and The hidden floor
«Se trata de una obra compleja, abierta a muchas lecturas por el público, y una experiencia sensorial y emotiva que no carece de sentido»
María Alejandra Pérez
0 comentarios