Crítica de The tempest

José Ramón Sánchez-Pujante Fernández

Prácticas, Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM

Resultaba muy interesante que una compañía griega abordase el trabajo de elevar sobre la escena la última obra de Shakespeare. Tiene cierto encanto pensar en que una compañía ateniense, procedentes de la cuna del teatro, trabajase un texto de uno de los dramaturgos cumbre del teatro mundial y la literatura universal. La obra estuvo bien defendida y escuchar las palabras de Shakespeare en griego resulta toda una experiencia. La propuesta estética estaba encaminada a la creación de imágenes de un lirismo muy acorde a ciertos momentos del texto y la escenografía ayudaba a que los actores, excepcionales todos ellos, pudieran manejarse con desenvoltura por el escenario.

Uno de los puntos fuertes de la obra era su actriz protagonista, que este montaje interpreta a Próspero. El hecho de que sea una mujer -además con el poderío escénico de Sofía Sakellariou- juega a favor de la obra y hace que el resultado sea muy interesante. La coreografía que ejecuta Rhiannon Morgan con suma elegancia y lirismo traslada la acción a ese lugar mágico que ofrece esta pieza de Shakespeare y conduce al espectador de escena en escena, flotando con la gracilidad de una pluma y cautivando al público.

Los múltiples y muy ricos registros que demuestran los actores al interpretar varios personajes a un tiempo revelan la calidad que posee la compañía.

 

José Ramón Sánchez-Pujante y Fernández, ITEM