Crítica de Tea Rooms
Luisa Carnés (1905-1964) era hasta hace poco tiempo una de las grandes desconocidas de la literatura española del siglo XX. De familia humilde y formación autodidacta (a los once años dejó de estudiar para comenzar a trabajar de aprendiza en un taller de sombreros), comenzó a publicar en 1926 en periódicos madrileños. Durante diez años publicó cuentos y novelas de clara vocación naturalista, contribuyendo al nuevo realismo que se desarrolló en los años 30 con autores como Ramón J. Sender o José Díaz Fernández. Su compromiso político (fue militante del PCE) y su exilio en Francia y México, así como su temprana muerte en 1964, contribuyeron a su olvido en la España franquista.
A pesar de que en 2002 José María Echazarreta editó en la Asociación de Directores de Escena tres obras teatrales de la autora, Cumpleaños, Los bancos del Prado y Los vendedores de miedo, la recuperación de Luisa Carnés se ha producido en los últimos años a raíz de la publicación de casi toda su obra por la editorial Renacimiento. La reedición en 2014 de su mejor novela, Tea rooms, ha sido fundamental en el descubrimiento de la autora por parte del público español.
Luisa Carnés publicó Tea rooms en 1934. La versión teatral de Laila Ripoll mantiene la ambientación en aquel momento histórico, aspecto fundamental para entender las relaciones laborales, la falta de sindicación entre las dependientas, sus temores a hacer huelga cuando se convoca en el gremio de camareros, la dependencia del dueño para la contratación, la facilidad para el despido sin indemnización… Hay un momento clave en esta historia de explotación: al ver un ratón, Felisa grita, alarmando a sus compañeras y -se supone- a los clientes. La adusta encargada la despide sin
contemplaciones: las demás bajan la vista, callan y siguen su trabajo. Matilde, en su papel de conciencia colectiva, piensa: “¿Por qué nos hemos callado? ¿Por qué no hemos protestado? ¿Por qué…?”
Laila Ripoll ha jugado sus cartas con maestría: ha reducido la acción de la novela para centrarla en ocho mujeres encarnadas por seis actrices: el resto se adivina en el fuera de campo y en las proyecciones que nos muestran un exterior difuso por el que pasan otros personajes entrevistos a través del escaparate de la pastelería. Si se pierde algo de la amplitud novelesca del relato de Luisa Carnés, la concentración en un solo espacio permite centrarse en la historia de las ocho mujeres que conforman la acción.
Para ello la directora ha contado con seis actrices sobresalientes. ¡Qué interpretación coral tan bien medida, tan llena de matices, tan veraz, la de todas ellas! Solamente Carolina Rubio se sale del tono general para darle un aire caricaturesco a su Laurita, aunque hay que reconocer que el personaje lo pide. El resto es de una asombrosa y difícil naturalidad, tanto en la monotonía de la tarea diaria como en los momentos en que el drama de cada una de ellas aflora brevemente. Silvia de Pe hace una encargada odiosa que esconde una secreta fragilidad; Elisabet Altube transmite un encanto especial a su Trini, la obrera agobiada por el trabajo, por los cambios de turno, por la necesidad de llevar un jornal a su casa; María Álvarez hace una Antonia perfecta, sumisa, bondadosa, incapaz de rebelarse; Clara Cabrera borda sus dos personajes; pero entre todas destaca Paula Iwasaki, que combina el papel de Matilde con el de narradora, los ojos con los que vemos toda la historia.
Tea rooms, bajo el humilde aspecto de digna adaptación de una buena novela, de la reivindicación de una escritora injustamente olvidada, es una joya teatral. No se la pierdan. [9/10]
Fernando Doménech Rico
“Tea rooms”, al rescate de la mujer obrera
Elena Moncayola Santos (ITEM)
El público madrileño está de suerte. En el teatro Fernán Gómez se ha estrenado “Tea Rooms, mujeres obreras” una adaptación de la novela de Luisa Carnés que estará más de un mes programada en la sala Jardiel Poncela.
Luisa Carnés pertenece al denominado colectivo de las sin sombrero, autora de la generación del 27 y exiliada, relegada al olvido, como a otras tantas compañeras hasta hace poco cuando una editorial rescató esta novela hace ya algunos años. Es una novela basada en hechos reales, pensada para reflexiona, característica que ha provocado que Laila Ripoll realice su adaptación a las tablas. Este objetivo se lleva a escena a la perfección, hay una denuncia explícita a situaciones que ya eran injustas y que al espectador no le costará trasladar a la actualidad. Para su versión Laila Ripoll ha realizado una selección de los personajes de la novela y ha centrado la acción en el espacio de la cafetería, donde sucederá toda la trama escénica. La directora confiesa que la novela “pedía a gritos una puesta en escena”. El tema de la mujer trabajadora de los años 30 es completamente vigente hoy en día por eso se subtitula con “mujeres obreras”, aunque cuentan situaciones que ya están superadas, existen otras tantas que resultan desgraciadamente conocidas. A esta atmósfera de lo laboral se unen el aborto, las relaciones jerárquicas, la revolución, la prostitución, las diferencias de género… Una obra estremecedora.
Las protagonistas son todas unas supervivientes. Son distintos tipos femeninos, es cierto; con todo, se plantean personajes con muchos matices, con vidas, personalidades y clases sociales distintas, pero todas bajo un mismo objetivo: sobrevivir. El personaje de Matilde da el punto de vista de la autora Luisa Carnés -su alter ego- a través, sobre todo, de breves monólogos que interpelan al público. El elenco, formado por seis actrices (Paula Iwasaki, María Álvarez, Elisabet Altube, Clara Cabrera, Silvia de Pé y Carolina Rubio), es, sin lugar a dudas, una maravilla. La interpretación de cada uno de los personajes retrata a la perfección los sentimientos, situaciones y conflictos de las mujeres, con una delicadeza exquisita.
Con música original de Mariano Marín, vestuario de Almudena R. Huertas, escenografía de Arturo Martín Burgos, diseño de iluminación Luis Perdiguero y videoescena de Emilio Valenzuela, la adaptación de la obra es una verdadera maravilla. El trabajo de todo el equipo ha conseguido llevar a escena una producción que consigue conmover, inquietar y enganchar al público con su sensibilidad para rescatar a literatura de una mujer roja y exiliada que, como sus personajes, no tuvo una vida fácil.
9/10
Elena Moncayola Santos
Sinopsis
Retrato de un grupo de dependientas en un salón de té-pastelería elegante del centro de Madrid. El trabajo agotador, los bajos sueldos, las exigencias de la encargada… van quedando patentes a lo largo de las escenas que conforman una historia de explotación de las mujeres obreras en los años 30 del siglo pasado.
Equipo
Autoría
Luis Carnés, Laila Ripoll
Versión
Laila Ripoll
Dirección
Laila Ripoll
Ayudante de dirección
Héctor del Saz
Producción
Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa
Reparto
Matilde: Paula Iwasaki.Encargada: Silvia de Pé.Antonia: María Álvarez.Rosa / Laurita: Carolina Rubio.Trini: Elisabet Altube.Felisa / Marta: Clara Cabrera.
Escenografía
Arturo Martín Burgo
Construcción de escenografía
Equipo Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa
Iluminación
Luis Perdiguero
Vestuario
Almudena Rodríguez Huertas
Ayudante de vestuario
Pablo Porcel Rojas
Realización de vestuario
Gabriel Besa Sánchez
Video escena
Emilio Valenzuela
Idioma
Castellano
Fecha del Estreno: 10/03/2022
Teatro: Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa
Sala: Jardiel Poncela
Duración en minutos: 90
Género Drama, Drama social
En los Medios Madrid es teatro. «Tea Rooms en el Teatro Fernán Gómez CCV» [9/10] María Zapata Clavería. Cinema Gavial. «Tea Rooms: La conciencia de clase desde una perspectiva femenina» [9/10] Guillermo Martínez. Público. «Las mujeres obreras de Luisa Carnés llegan al teatro» [9/10]
Tea Rooms
«La interpretación de cada uno de los personajes retrata a la perfección los sentimientos, situaciones y conflictos de las mujeres, con una delicadeza exquisita.»
Fernando Doménech
0 comentarios