Crítica de Quitamiedos
Un despiste en una curva por un magnífico atardecer provoca la salida de la carretera: que el conductor se despeñe por un barranco y se mate. Allí, se encuentra, el hombre accidentado, con su ángel de la guarda. La conversación entre ambos da ocasión para recordar lo que han sido los 39 años de vida: desde la infancia hasta el trágico accidente, en una situación límite, sin trabajo y separado recientemente de su mujer. La perplejidad del hombre contrasta con el conocimiento del ángel sobre él. No solo de cuanto ha hecho, sino también de las motivaciones y la consideración de sus actos ante los demás, que no siempre coincide con su propia estima. La muerte le enfrenta con un pasado corriente y gris a un tiempo; es la vida de un perdedor al que todos y todo dan la espalda de manera paulatina, sin que un conflicto alguno provoque una ruptura que mueva a la compasión.
El diálogo entre ángel tutelar y el hombre es sencillo, acaso en demasía, sin el dramatismo de la muerte y recuerda a las piezas del teatro del absurdo. En la curva del accidente, con el quitamiedos roto, mientras se celebra el funeral del hombre y el ángel rellena los formularios para cambiar de vida, recuerdan el pasado de manera desordenada, fragmentaria y breve; con parlamentos cortos y sin ánimo de trascender. Basta con los hechos diseminados. Las situaciones son reconocibles, las de un hombre anodino e identificable con otros muchos, y conducen hacia un final de profundo vacío: todo para nada. El tono absurdo, irónico, en ocasiones, consigue crear una cierta expectativa y entretener en esta obra de situación única. El autor que camina con pericia por el fino alambre de lo irreal con dos personajes que pertenecen a ámbitos diferentes, se siente en la necesidad de dar un inesperado y no fundamentado giro al final: el amor del ángel por su custodiado y el deseo de materializarlo. Una solución que rompe la convención y la magia poética conseguida hasta ese instante: ¿una concesión? Eso parece.
El espacio escénico, una carretera con el quitamiedos roto, algunos tenues cambios de iluminación poco perceptibles que no se equiparan con luces ordinarias, el maquillaje de los actores (ambos con caras blancas), el traje parecido y las maletas, signo del viaje que emprende a lo desconocido, contribuyen a crear una atmósfera irreal y absurda. Los dos actores, con un cierto parecido físico, están bien dirigidos: con movimientos que les aleja del mimetismo de lo real, con capacidad para mantener la misma situación durante la escenificación, contenidos en la expresión, pero trasmitiendo emoción, ternura e incertidumbre.
José Gabriel López Antuñano
Sinopsis
Quitamiedos plantea que desde que una persona muere hasta que su cuerpo se enfría y se funde con la temperatura ambiente, se está produciendo un encuentro: el del fallecido con su ángel de la guarda. La pieza tiene la duración de ese encuentro, donde el tiempo se mide en grados centígrados. Una curva de una carretera comarcal, con un quitamiedos roto después de un accidente de tráfico, es el contexto para descubrir una visión singular de la muerte y los datos de una biografía (la del accidentado) cuyas piezas no acaban de encajar en la versión oficial de lo ocurrido. Con perfume de auto sacramental y trazas de fábula de serie B, la función propone que la frontera entre la vida y la muerte no es una línea, sino una tierra de nadie. Una tierra de todos desde la que observar la vida con cierta perspectiva. Pero, por encima de todo, QuitamiedoS es el encuentro entre dos amantes: uno que amó idealmente y otro, que lo hizo con todas sus contradicciones.
Equipo
Irina Kouberskaya
Autoría
Iñaki Recarte
Dirección
Iñaki Recarte
Ayudante de dirección
José Dault
Producción
Kulunka teatro
Reparto
Luis Moreno, Jesús Barranco.
Escenografía
Ikerme Giménez
Iluminación
Javier Ruíz de Alegría.
Movimiento
Marta Gómez
Música
Luis Miguel Cobo
Vestuario
Javier Ruíz de Alegría
Idioma
Castellano
Fecha del Estreno: 09/03/2021
Teatro: Teatro de la Abadía
Sala: Sala José Luis Alonso
Duración en minutos: 70
Género Drama
En los Medios Jose Miguel Vila, «Crítica de la obra ‘Quitamiedos’. Ángel de la guarda, dulce compañía» Diario Crítico
Quitamiedos
«Los dos actores, con un cierto parecido físico, están bien dirigidos: con movimientos que les aleja del mimetismo de lo real, con capacidad para mantener la misma situación durante la escenificación, contenidos en la expresión, pero trasmitiendo emoción, ternura e incertidumbre.»
Jose Gabriel López Antuñano
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