La acción es suficiente
Crítica de PPPP
PPPP se autodefine como «una pieza de danza y un concierto fluxus para mesa de ping-pong a cuatro manos» que bebe «(d)el dadaísmo, la performance, el humor y el cine abstracto». Un «ping-pong show» que ocupa «el espacio de la manera más dadá e improductiva posible.»
Casi todo lo que proponen sus autores, Victoria Aime y Carlos Pulpón, en la sinopsis es cierto. Su autodefinición puede calificarse como una muestra de auténtica transparencia salvo por la afirmación de que los noventa minutos que acompañamos a sus dos protagonistas puedan definirse como un ejercicio de improductividad, tanto para el público como para sus intérpretes.
PPPP nos sitúa ante una mesa de ping-pong iluminada por fluorescentes. Un cuadrilátero con dos sillas en las esquinas rodea la tabla de juego. La pieza comienza con un planteamiento sencillo: la deformación de las acciones propias del tenis de mesa. Los dos intérpretes juegan con conceptos como el calentamiento previo, el saque o la competitividad del deporte hasta la extenuación. El público ríe ante las acciones desmedidas de ambos protagonistas. Sin embargo, este es solo un pequeño punto de partida en una propuesta que hacia el primer tercio se parte en dos propuestas. La primera juega con el tiempo de descanso de los deportistas planteando una secuencia absurda en la que los practicantes sacan de sus bolsas de deporte infinitos artículos de toda índole y los sitúan sobre la mesa resignificándola. Un mantelito de encaje, fruta, una foto, etc. Esta primera secuencia ofrece la sensación al espectador de que la obra va a abrazar esa nueva deriva hacia el absurdo cambiando el sentido de todas las cosas que ha visto a ese momento, sin embargo no lo hace. Tras el descanso aparece la segunda propuesta, que decide continuar de nuevo con el juego deformador del ping-pong y nos devuelve a la mesa de juego y sus reglas. Entonces comienza la multiplicidad de las bolas, el aumento del tamaño de las mismas, el cambio de sus usos, los cambios de vestuario en escena e incluso la transformación en personas-bola (con una bola en la cabeza como puede observarse en la galería).
La pieza, salvo en la excesivamente dilatada secuencia del descanso, mantiene un buen ritmo. Los diálogos son cómicos aunque generalmente se plantean como acciones y no tanto como contenido concreto. La música y la iluminación funcionan como alicientes para que se desarrollen las acciones y cambien los ritmos. También hay momentos de gran intensidad sonora, que transforman la escena deportiva en una especie de rave de ping-pong. Las aportaciones de la técnica escenográfica consiguen que esta pieza viaje entre el absurdo y lo sublime. A lo largo de la obra se suceden paisajes brumosos generados por las máquinas de humo bajo las sillas del cuadriláteros donde apenas se puede distinguir a sus protagonistas. La luz juega un papel tan protagonista modelando la puesta en escena que consigue hacer transitar la pieza cómica desde lo inquietante hasta lo sexy. Es en esta clara intencionalidad estética de la pieza donde destaca respecto a otras producciones performativas. PPPP no pierde la oportunidad de generar espacios de enorme belleza que estilizan las acciones desmedidas de sus protagonistas.
En definitiva, PPPP es una colección de acciones en torno a una mesa de ping-pong. El guión de estas acciones y la puesta en escena de las mismas funciona tan bien que nos devuelve a la máxima de que la acción en las artes escénicas es suficiente. Las acciones, incluso cotidianas, pueden mantener la atención del espectador, hacerle reír o llorar, más allá del texto o incluso de una coreografía de ejecución ejemplar. No percibí aburrimiento en el público, por lo que el plan de El Temblor y Quemar las Naves salió bien. PPPP no puede considerarse una pieza innovadora, casi es una recuperación del giro performativo aderezado con un mix entre las vanguardias y el teatro del absurdo. Una demostración de la vigencia de estos planteamientos para ofrecer un viaje a los espectadores. Una verdadera desconexión sin tener que someternos a la tortura de diálogos infructuosos y pretendidas escenas cómicas sacadas de las peores series de televisión. Hay muchos teatros de gran afluencia en Madrid que agradecerían llenar sus carteleras con propuestas como PPPP si lo que pretenden con sencillez hacer pasar un buen rato a su público.
Sinopsis
PPPP es una pieza de danza y un concierto fluxus para mesa de ping-pong a cuatro manos de El Temblor y Quemar las Naves. Bebiendo de la tradición callejera de este deporte, el dadaísmo, la performance, el humor y el cine abstracto, hemos desarrollado una práctica híbrida, algo así como nuestro propio ping-pong show. A partir del objeto encontrado de la mesa, PPPPrometemos ocupar el espacio de la manera más dadá e improductiva posible.
Equipo
Autoría
Victoria Aime, Carlos Pulpón
Dirección
Victoria Aime, Carlos Pulpón
Reparto
Victoria Aime, Carlos Pulpón
Iluminación
Victor Longás
Espacio Sonoro
Beatriz Vaca (Narcoléptica)
Vestuario
María Jesús Pérez-Pulpón
Diseño del Cartel
José W. Paredes
Festivales
Surge Madrid en otoño
Web Oficial
https://www.nave73.es/pppp
Idioma
Francés
Fecha del Estreno: 04/10/2023
Teatro: Sala Nave 73
Sala: -
Duración en minutos: 90
Género Comedia experimental, teatro performativo,
En los Medios Alberto Morate, «PPPP: La pelota está en tu campo», Todoliteratura.es
PPPP
«(…) PPPP es una colección de acciones en torno a una mesa de ping-pong. El guión de estas acciones y la puesta en escena de las mismas funciona tan bien que nos devuelve a la máxima de que la acción en las artes escénicas es suficiente.»
Javier Ramírez Serrano
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