Crítica de Por toda la hermosura. Cartografía textual para un jueves

Javier Jacobo González Martínez

ITEM-UNIR

Por toda la hermosura, texto de Nieves Rodríguez, llevado a escena por Manu Báñez e interpretado por Ester Bellver, Jesús Berenguer, Javier Carramiñana y Esther Isla, es uno de los frutos del programa Escritos en la escena del Laboratorio Rivas Cherif del Centro Dramático Nacional. Este programa ha cumplido ya cinco años y por él han pasado catorce dramaturgos y han visto la luz trece creaciones dramáticas.

El Laboratorio Rivas Cherif se ha convertido en un centro de investigación teatral que trabaja desde la escena para la exhibición al público. En este lugar de exploración se busca la creación en los campos de la dramaturgia, la dirección de actores, la interpretación y los aspectos técnicos de la escena.

Por toda la hermosura está cargado del poder evocador de la palabra y de la imagen. El leguaje es poético y las imágenes plasman la labor del cincel sobre el vapor. Uno de los conflictos evocados es el de seguridad frente a libertad. La familia, que tiene que refugiarse en el bosque para huir de la guerra, se mantiene con vida pero al precio de abandonar su libertad. Una madre, Una hija y Un abuelo sobreviven, pero tienen que quitar la vida a otros, aunque sea solo como consecuencia del miedo que les inunda. Se conserva la vida, pero encerrados en un cuadrilátero de ajedrez, de muros, de pragmatismo, de desconfianza y de diseño de estrategias.

Es una obra que realmente te lleva al pasado, a la reflexión y al encuentro interior. Y desde ahí apela a la paz y a la esperanza, a la vuelta a la humanidad, a la conciencia personal, al compromiso por el otro. Se podría traducir fácilmente en la actualidad como un drama de los refugiados de guerra, como un recuerdo al sufrimiento humano más allá de los juegos diplomáticos, los intereses políticos o las cifras morbosas de los medios de comunicación.

Se nota el esfuerzo de la autora por ser lo más universal posible: no define un espacio ni un tiempo, habla de cualquier lugar en cualquier momento. No habla del dolor de las mujeres, ni del dolor de los hombres, ni de los militares, de los civiles, ni de los mayores, ni de los jóvenes. Elige a personajes de distintas edades, distinto sexo, distinta condición social. Al mismo tiempo se preocupa de mostrar perspectivas personales y caracterizadoras en cada personaje: el personaje «Una hija» mira al futuro y se enfrenta con ira al presente; «Una madre» vive solo el presente de forma absolutamente pragmática, sin tiempo para el pasado y sin ilusiones de futuro; y «Un abuelo» se alimenta del pasado y arrastra su pierna gangrenada por el presente.

Javier González Martínez

ARES – UNIR