Crítica de Pinocchio
El teatro, además de un espectáculo que enriquece a la persona y la entretiene, posee otros valores: educativos, sociales, terapéuticos, etcétera. El aprendizaje de unos códigos de actuación, el diálogo con el personaje, la relación con el compañero, la superación de la introversión, la inmersión en mundos desconocidos y ajenos, el acto de comunicación o la expectante recepción son algunos de los motivos por los que educadores, sociólogos o sanitarios han recurrido a parte o todas las fases desde la emisión hasta la acogida por unos espectadores más o menos próximos a los eventuales actores. Desde hace casi un siglo, la medicina se aproxima al teatro para sanar y, en ocasiones, acude a profesionales de las artes escénicas como recurso, estímulo o ayuda. Así sucede con la asociación Gli di Luca de Bolonia, que trabaja con personas que permanecieron un tiempo en coma, superándolo, y se sirve del teatro para su recuperación total o parcial. Sin duda una actuación muy loable, digna de respeto y admiración. En Pinocchio, Babilonia Teatri acude a ella para montar con tres hombres, recuperados y con mayor o menor discapacidad, un espectáculo (no sé si la palabra resulta pertinente) en el que los intérpretes responden a las preguntas de una voz en off con sencillez y transparencia, mostrando sus logros y limitaciones, físicas y/o psíquicas. La propuesta comienza con preguntas más o menos triviales, para conocer a los hombres recuperados, hasta la lectura de unas líneas por estos, descriptivas de su retorno limitado a una vida normal.
El teatro es reconocimiento y catarsis, entre otras cosas, para el espectador ante cuanto ve sobre la escena. A juzgar por los aplausos finales parece que se consigue remover a un grupo de personas (la que acude al teatro) inmerso en una sociedad del bienestar, apegada al confort y ajena al dolor. Es lógico el contraste entre el retazo de realidad y vida, que destila el escenario, y el escapismo que practica el mundo contemporáneo. Sin duda, este Pinocchio empatiza, golpea y saca del letargo. Pese a estas cualidades, tengo mis dudas de valga todo en el teatro inclusivo, como a su vez muestro mi reticencia a la ostensión mercantil del sufrimiento ajeno. Lo que puede ser una acción plausible pierde sus méritos cuando se comercializa.
El teatro inclusivo puede exhibirse, cuando se construye sobre la escena un acto espectacular, como en su momento hizo Castellucci (y sigue realizando en menor medida) o como el teatro de Pippo dell Bono, aunque las fronteras de este creador sean más lábiles, porque a veces utiliza al discapacitado, pervirtiendo su función. El problema de Pinocchio consiste en que Castellani y Raimondi suben al escenario a tres hombres (dos con un pantalón corto y un tercero en calzoncillos) despojados de ropa y para mí de dignidad, para que respondan una encuesta y cuente su caso, apoyados -así dice el programa de mano, aunque no se vea- en la capacidad para cobrar vida un muñeco de madera. Poca cosa para una propuesta teatral que, por otra parte, lleva en exhibición desde 2012.
José Gabriel López Antuñano
Sinopsis
Los protagonistas afectados por coma exhiben las marcas físicas y las secuencias que les dejó la experiencia, con el dramaturgo Castellani, haciendo de guía para que cuenten sus experiencias.
Equipo
Fabrice Murgia
Autoría
Enrico Castellani, Valeria Raimondi
Dirección
Enrico Castellani, Valeria Raimondi
Producción
Babilonia Teatri
Reparto
Enrico Castellani, Paolo Facchini, Luigi Ferrarini, Riccardo Sielli, Luca Scotton.
Iluminación
Luca Scotton, Babilonia Teatri
Compañía
Babilonia Teatri
Festivales
de Otoño de Madrid
Idioma
Italiano
Fecha del Estreno: 21/12/2021
Teatro: Teatro de la Abadía
Sala: Sala Juan de la Cruz
Duración en minutos: 90
Género Documento
En los Medios Web oficial: https://www.teatroabadia.com/es/archivo/706/pinocchio
Pinocchio
«El teatro, además de un espectáculo que enriquece a la persona y la entretiene, posee otros valores: educativos, sociales, terapéuticos, etcétera. El aprendizaje de unos códigos de actuación, el diálogo con el personaje, la relación con el compañero, la superación de la introversión, la inmersión en mundos desconocidos y ajenos, el acto de comunicación o la expectante recepción son algunos de los motivos por los que educadores, sociólogos o sanitarios han recurrido a parte o todas las fases desde la emisión hasta la acogida por unos espectadores más o menos próximos a los eventuales actores.»
Jose Gabriel López Antuñano
0 comentarios