Crítica de Pericles, Príncipe de Tiro

Ana Atabey Curbelo

Prácticas, Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM

Shakespeare para Declan Donnellan es viejo conocido. Tras haber dirigido varias obras del dramaturgo inglés por antonomasia para la Royal Shakespeare Company, apuesta el María Guerrero por traer su versión de Pericles príncipe de Tiro, inscrita en el repertorio de la compañía Cheek by Jowl fundada y dirigida por él mismo.

La obra no suele ser recurrente dentro del catálogo internacional shakesperiano, además cabe tener en cuenta las dudas sobre su completa autoría. De hecho, Donellan coloca al lado de Shakespeare el nombre de George Wilkins reconociéndole su contribución.

Donellan es un auténtico prestidigitador: reduce un elenco de más de treinta personajes a siete, saca del contexto tradicional la obra y propone un juego escenográfico asombroso. El Pericles de Donellan padece una grave enfermedad que lo vapulea de la lucidez a la locura a lo largo de toda la obra. Las aventuras y peripecias vitales del tirio tienen lugar en los delirios del enfermo, quien lucha en dos niveles: el real y el ficticio. Los tormentos de viaje acaecidos durante la vida de Pericles, sus pasiones, sus sinsabores, sus alegrías, el incesto…, se convierten en grandes metáforas de un hombre enfermo que en su lecho de muerte quiere reconciliarse consigo y con sus familiares queridos.

Un trabajo actoral sensacional, un ritmo dinámico que no carga pero tampoco cansa, un juego sonoro y lumínico que transporta al espectador allí donde Pericles padece o es feliz. Quién lo diría cuando la acción transcurre en la habitación de un hospital.

Se agradece la óptica de Donellan a la hora de enfrentarse a una pieza por antonomasia trágica. Sí el espectador se halla imbuido en la tragicidad, mas se trata de una tragicidad intrínseca a lo vital, característica de lo que supone vivir, resuelta por Donellan gracias a determinadas acciones actorales que provocan la risa y la ternura. Para ello recurre al absurdo o a un lenguaje corporal ridículo (despojando la palabra de toda connotación negativa).

Nunca había sentido a Shakespeare tan cercano a pesar de que es esa la cualidad de una autor canónico: la de ser el mismo sin que el tiempo erosione su significado primigenio. Grande, Donellan y grande el elenco que lo hizo posible.

 

Ana Atabey Curbelo, ITEM