Ópera prima

Crítica de Pandora

Candela Caballero Torres

Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM

Tras ser premiada en 2020 por su obra escrita Pandora, Carmen Fuentes Güeto decide ponerla en pie en 2022 en la sala La Usina. Fuentes lleva a sus espaldas el premio Granajoven 2016, y ha sido un miembro activo de la Casa de la Cultura de Cabra (Córdoba). Esta ópera prima es una tragedia áspera donde, partiendo del mito de Pandora y basándose en los personajes de Eva y Adán, da una vuelta de tuerca recreando una situación familiar de sufrimiento y sacrificio, de maternidad y amor.

El espacio se divide en dos, como la estructura de su obra literaria (página izquierda, el pasado; página derecha, el presente). Somos participes de dos tiempos diferentes que se alternan, se mezclan, se superponen y se acompañan. Una línea blanca los divide junto a un marco del tamaño de una puerta que simula un espejo y a la vez un portal entre las dos realidades. A cada lado, dos sillas blancas a modo de sofá, y al fondo, un pequeño mueble con un teléfono que sonara de forma inquietante. El vestido de las Evas también es blanco. Todo blanco, como la pureza. Una pureza que estará manchada por un lazo rojo interminable que reprime, enlaza y emana como el mayor dolor. Eva, mujer subyugada por su condición de género y Carlos, representación del hombre cishetero occidental con sueños frustrados donde ve la culpa en lo ajeno.

Si algo destaca esta obra, es la culpa por ser mujer. Pandora nos plantea las decisiones del pasado y sus consecuencias, el papel que le da la sociedad a la mujer como recipiente, y cómo ésta debe vencer a las exigencias del hombre.

El pasado se encuentra planteado a la izquierda de la escena, con los personajes de Carlos y Eva. El presente a la derecha con una Eva soltera con dos hijos a su cargo. El mayor, llamado Carlos, funcionará como sombra del Carlos del pasado, es decir, de su padre al cual no conoce. El otro hijo, Álex, representa al hombre competente y respetuoso con la mujer. Por tanto, se encuentran en escena dos personajes masculinos antagónicos que se activan por la llegada de un paquete misterioso, rojo, de procedencia desconocida, una caja de Pandora que encierra ese pasado.

Fuentes apuesta, de forma competente, por diferentes códigos dramatúrgicos para mostrarnos esa inestabilidad emocional de gran carga trágica (performance, canto, danza e interpretación) y hace un uso de la sala La Usina excepcional, rompiendo el escenario y usando espacios contiguos como parte de la casa.

Por tanto, estamos ante una tragedia aséptica que no da respiro, un escaparate social con un discurso que, aunque ya conocido, es necesario.