Crítica de Palabras

José Ramón Sánchez-Pujante Fernández

Prácticas, Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM

Es sorprendente el poder de la palabra. Por más veces que hayamos escuchado esto, que suena ya manido, es que es cierto. Conseguir un espectáculo redondo, con ritmo, con cambios de registro… todo ello a partir de tres frases al azar resulta muy sorprendente. Este grupo consiguió montar una obra desde la nada y que pareciera ensayada previamente.

Al entrar a la sala encontramos a los actores leyendo en voz alta fragmentos de libros. Se confunden sus voces. Hay libros por todas partes y una mujer diciendo que cojamos un libro libremente, que luego lo usaremos. Una vez hecha la presentación se elige a tres personas para que lean una frase de su libro y esa será la base para la creación del espectáculo. A partir de las frases los actores comienzan a moverse y no dejan de hacerlo en ningún momento. No hablan entre sí, no organizan: actúan. Esa es la virtud de este espectáculo: no hay cortes, no hay organización, no hay directrices… ni siquiera parece que haya improvisación. Lo que hay es un equipo que logra crear historias sobre la marcha y que son capaces de seguir las historias creadas por los demás. Es muy complejo hilar bien las historias en una improvisación, que no se pierda la trama principal o, en este caso, las tres frases de las que se partían, y conseguir que las historias que se van creando tengan una estrechísima relación con la referencia de partida. Es algo mágico asistir a una improvisación y no siempre sale bien. En este caso el resultado fue magnífico, ya que lograron crear historias trágicas, dramáticas y cómicas sin pausas entre escena y escena. Fue bonito asistir a la creación de un espectáculo tan redondo partiendo de una base tan dispar. Porque hay que ver lo que se genera de tres frases tan distintas. Que cada uno imagine, ahí ya entra en juego el poder de la palabra:

“Algún viajero habla de algún árbol cuyo fruto son verdes pájaros.”

“¿Te acuerdas cuando se quemó la casa de putas?”

“El hombre teme al tiempo y el tiempo solo teme a las pirámides.”

 

José Ramón Sánchez-Pujante y Fernández, ITEM