Crítica de Mujeres que aman

José Ramón Sánchez-Pujante Fernández

Prácticas, Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM

Mar de fondo. Lengua de signos. Seis mujeres con el mismo vestido y el mismo collar. Todo eso es lo que percibimos en el instante en el que da comienzo la obra y tiene lugar el derroche de fuerza que desprenden los cuerpos en escena. Oímos “El rato que me puedas esperar” y sabemos que la ausencia va a formar parte -pese a la paradoja- de esta pieza, construida sobre la base de la emoción.

Mujeres que aman es un despliegue de lirismo, de compromiso, de fuerza, de superación y de sororidad. Seis mujeres cara a cara frente a sí mismas, fiel reflejo de la angustia, el dolor y la felicidad. Dos actos, cuatro cuadros y un mismo marco que los contiene. Será a través de la palabra, el grito y la danza como nos conduzcan por los senderos de la superación de las barreras autoimpuestas, mecidos por el mar en calma que suena de fondo. Con un texto de reminiscencias lorquianas en ciertos fragmentos y una propuesta estética cercana al luto y a la fiesta estas seis mujeres nos hablan del amor, de la muerte, de la ausencia y de resistir. Grandes temas tratados con exquisitez y finura a lo largo de la obra y, sobre todo, de los cuatro cuadros que conforman el segundo acto.

Nacida de un hermoso proyecto, la obra nos enfrenta también a las enfermedades raras, las normaliza y les da visibilidad. Ejemplo del teatro amateur que apuesta por propuestas de calidad y que aspira a mejorar desde la inexperiencia, Mujeres que aman está construida como un canto al descubrimiento, a la búsqueda de lo esencial a través de la danza, la palabra, la música y el silencio.

Mujeres que aman es una recomendable propuesta para todos aquellos que quieran acercarse al teatro inclusivo y deseen una propuesta para todos los públicos.

José Ramón Sánchez-Pujante y Fernández,

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