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Bailar al ritmo del deseo y la imaginación

Crítica de María Luisa

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Teresa Martín Merchán
Máster en Estudios Literarios y Culturales Hispánicos UAH

María Luisa, la última obra de Juan Mayorga (Madrid, 1965), galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2022, es una comedia que aborda el deseo —que no es solo la posibilidad de amar y de soñar, sino también el anhelo de ser amado— como fuerza vital de una tercera edad amenazada por la soledad. Se escucha la voz en off del metro y únicamente un foco cenital blanco alumbra a María Luisa, una señora mayor pero independiente interpretada por Lola Casamayor. Con una luz que se va volviendo progresivamente más cálida, frontales altos y laterales comienzan a iluminar la escena, cuando Raúl, el atento portero del edificio interpretado por Paco Ochoa, recibe a María Luisa con la noticia de una oleada de robos en el barrio a ancianas que viven solas y le aconseja añadir unos cuantos nombres a su buzón como medida de seguridad. Ante el planteamiento de este conflicto, emergen de la imaginación de la protagonista los personajes de Benito Beckenbauer, un general golpista, Emerson Azzopardi, un joven poeta eternamente angustiado, y Juan Olmedo, modelo del caballero español, interpretados respectivamente por Juan Codina, Juan Paños y Juan Vinuesa.

El dolor existencial que supone para Azzopardi ser «una casa llena de habitaciones vacías», María Luisa lo resuelve llenando su casa de vida mediante el juego imaginativo. De este modo, inicia una aventura motivada por un fuerte deseo: salir a bailar, que ni siquiera puede ser satisfecho mediante la creación de estos tres enamorados. El ímpetu de lucha de Beckenbauer, la languidez de Azzopardi y los extremos cuidados de Olmedo se alejan de ese insaciable entusiasmo que lleva a María Luisa a realizar salidas nocturnas, parar el metro con el freno de emergencia, robar un pañuelo rojo… Siguiendo una dialéctica cervantina, su amiga Angelines, interpretada por Marisol Rolandi, funciona como contrapunto realista y la intimidad reflejada en las conversaciones telefónicas entre ambas  no deja de estar atravesada por el tabú de la sexualidad —y también de la muerte—.

En el desarrollo de la obra, cabe destacar la actuación de Lola Casamayor, que construye corporalmente espacios como el metro o las escaleras del edificio y trabaja un rango de movimientos con los que dota a María Luisa de un carácter enérgico. Su presencia propicia una progresión dinámica del ritmo, que decae en el momento en que sale de escena y se quedan únicamente los tres pretendientes, los cuales —si bien contribuyen al efecto cómico— no favorecen esa agilidad al permanecer inmersos en una serie de elucubraciones que llegan a parecer inconexas. En este sentido, la línea de acción se vuelve difusa, y es quizás este aspecto el que provocó que la recepción de los espectadores fuese —solo en parte— menos favorable.

En cuanto a la escenografía de Alessio Meloni, donde se ha prescindido de las patas, el espacio escénico se divide en tres módulos: el salón de la casa de María Luisa en la zona central de la escena con un sofá de dos plazas, el salón de la casa de Angelines a la derecha con un sofá igual pero dado la vuelta y a la izquierda la portería con los buzones. La utilización de uno u otro espacio queda marcada por la iluminación y, además, esta simultaneidad facilita el flujo entre realidad y ficción (de la portería al salón del piso). La monocromía del tono crema acompañada por luces cálidas contribuye a configurar el ambiente doméstico, que resulta en cierto modo neutro y se constituye, así, como una hoja en blanco con el potencial  de abrir paso a la fantasía, para la cual se emplean fundamentalmente luces azules y rosas. De forma similar, en el vestuario diseñado por Vanessa Actif, frente a los tonos más planos y apagados (verde caqui, marrones, grises…) la protagonista queda caracterizada por el rosa, que evoca el idealismo, la fantasía y el deseo, y lleva vestido, lo que le ofrece esa libertad de movimiento que persigue. Otro de los elementos que refuerzan el diálogo entre lo real y lo ficticio es la construcción de los muñecos que representan a Beckenbauer, Azzopardi y Olmedo, donde se hace material ese juego infantil que permite construir una mirada poética de lo cotidiano. En favor de esto, los muñecos podrían haber tenido una mayor presencia.

María Luisa acierta a interpelar desde el humor a la sensibilidad ante la soledad y la vejez, pero también la creatividad, ganándose el aplauso del público. Además, propone al mismo tiempo un espacio  —en cierto modo ambiguo— que invita a la reflexión. El montaje se resuelve de forma efectiva y se ha articulado para hacer bailar al espectador al ritmo de ese misterio mágico que es el deseo, con lo que queda reforzado el texto de Mayorga. En definitiva, igual que María Luisa merienda todas las semanas con Angelines, también los espectadores —que llenaron el Teatro de la Abadía— acudieron a esta cita de jueves el 11 de mayo convirtiéndose en confidentes y, por tanto, concediendo a la protagonista la posibilidad de ser sueño de todos. Es quizás este, en última instancia, el gran logro de la obra.


Sinopsis

María Luisa es una señora entrada en años que vive sola, independiente, y que disfruta de la vida. Una conversación casual con el portero de la casa es el detonante para una sucesión de escenas que, con mucho humor y un tono entrañable, nos permiten descubrir de cerca el mundo de esta curiosa señora. Su piso, sus desplazamientos en transporte público por la ciudad, su merodeo ante la puerta de un salón de baile, las conversaciones telefónicas con su amiga Angelines…


Equipo

Dramaturgia
Juan Mayorga
Autoría
Juan Mayorga


Dirección
Juan Mayorga
Ayudante de Dirección
Laura Mihon


Producción
Teatro de La Abadía y Lazona
Producción Ejecutiva
Jair Souza-Ferreira
Ayudante de Producción
Elisa Fernández
Reparto
Lola Casamayor, Juan Codina, Paco Ochoa, Juan Paños, Marisol Rolandi, Juan Vinuesa
Escenografía
Alessio Meloni (AAPEE)
Construcción de Escenografía
Readest
Ayudante de Escenografía
Mauro Coll (AAPEE)
Iluminación
Juan Gómez Cornejo (AAI)
Movimiento
Xus de la Cruz


Espacio Sonoro
Yaiza Varona
Fotografía
Javier Naval


Distribución
Julio Municio


Vestuario
Vanessa Actif
Ayudante de Vestuario
Igone Teso
Realización de Vestuario
Estrella Baltasar, María Calderón














Utilería
Eva Ramón
Web Oficial
https://www.teatroabadia.com/es/archivo/760/maria-luisa/


Idioma
Español








Fecha del Estreno: 20/04/2023

Teatro: Teatro de la Abadía

Sala:  Sala Juan de la Cruz

Duración en minutos: 100

Género  Comedia

En los Medios

Luis Muñoz Díez, “María Luisa de Juan Mayorga”, Revista Tarántula. [7/10]

María Zapata Clavería, «María Luisa: Juan Mayorga sobre la realidad y el deseo”, Cinema Gavia. [6/10]

Marta García Miranda, “María Luisa: soledad, deseo y poliamor en la tercera edad”, El Confidencial. [6/10]

Raúl Losánez, “María Luisa: El deseo irreductible en la vejez”, La Razón. [3/5]

 

Adolfo Ortega, “Entrevista Juan Mayorga: ‘Las mujeres muestran una agitación cultural más infrecuente en los hombres’”, 20minutos.

Alberto Ojeda, “María Luisa de Mayorga: un lúdico ‘trío’ contra la vejez solitaria”, El Cultural.

Elena Cano Sánchez, “La posibilidad de amar y desear en la tercera edad. María Luisa de Juan Mayorga”, Revista Contrapunto.

Entrevista: José Antonio Alaba, “La imaginación como antídoto para la soledad”, GODOT: Revista de Artes Escénicas.

Vanessa Ramiro, “Entrevista a Juan Mayorga y Lola Casamayor por María Luisa”, Revista Teatros.


María Luisa

El dolor existencial que supone para Azzopardi ser «una casa llena de habitaciones vacías», María Luisa lo resuelve llenando su casa de vida mediante el juego imaginativo (…) María Luisa acierta a interpelar desde el humor a la sensibilidad ante la soledad y la vejez, pero también la creatividad, ganándose el aplauso del público.

Teresa Martín Merchán

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