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Maldito Espinosa o Cómo percibir lo que puede un cuerpo

Crítica de Maldito Espinosa

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Izan García Baumbach
Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM

La compañía de teatro Theaomai ha venido presentando con brillantez y altura su obra Maldito Espinosa, escrita y dirigida por Sergio Santiago Romero. Todo sucede en El Pasillo Verde Teatro, sala independiente fantásticamente situada para disfrutar de un plan cultural y completar el día con algo de desahogo por las calles de la capital. No es menos cierto que no es el único espacio que han habitado los jóvenes actores, sorprendentes por su profesionalidad en el manejo del cuerpo y la palabra en escena. También fuimos algunos pocos privilegiados los que pudimos gozar del espectáculo teatral en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares, en el marco de las actividades programadas para el congreso internacional «La máscara virtual. Filosofía y ciencia en el teatro hispánico». Aunque para previlegiado, disculpen el guiño valleinclanesco, el cráneo del profesor, director y dramaturgo que ha tenido a bien regalar a su público un texto capaz de divulgar de manera liviana la profundidad filosófica que rodea a la figura de Baruch Spinoza. Mas, caute! Pese a lo que pudiera parecer, la densidad de las ideas de Spinoza se transmiten de forma sagaz, orquestadas por un ritmo más que acertado. Uno de los grandes logros con el que hay que colmar la labor de dirección. Acude Bergson a nuestras cabezas cuando, tras el término de la función, miramos con asombro el reloj y nos percatamos de lo inmersos que hemos estado en el transcurso de las acciones, de las bellas imágenes —tableau vivant incluido, puro estilo neerlandés— y de un discurso cautivador que resuena más allá de unos merecidos aplausos finales.

Una escenografía inteligente a la par que práctica propicia un impacto estético abrumador cuando entra en contacto con el elenco, quienes siempre prevalecen en su dominio del espacio, reto difícil de resolver, sobre todo con relación a las limitadas medidas en las que encajarlo todo. Estos chicos salen, de nuevo, victoriosos en la empresa. El diseño de iluminación no se queda atrás, pues parece controlado con maestría el trabajo escenográfico de las luces y las sombras, exponiendo sobre las tablas influencias pictóricas, de Caravaggio a Rembrandt. Aunque, bien es cierto, no falta el color: el ambiente policromático eminentemente juvenil lleno de desenfreno y aceleración contrasta en coherente contradicción con los claroscuros venidos de la atmósfera ritual que vertebra el montaje. En sintonía con ello se encuentra un espacio sonoro reguetonero a la vez que capaz de exponer la profundidad de cantos que hunden sus raíces en la tradición hebrea, así como en la flamenca, disparándonos una saeta erizadora.

Todo ello es posible gracias, gracias y gracias —ahí la lleven— al grupo de actores y actrices que encarnan los diversos personajes. Un sugerente Víctor Plaza (Miguel) actúa en el arco de su personaje con destreza: divertido desde la comodidad con la que se muestra en su papel de bobo y hechizante al transmitir su proceso de madurez a lo largo de la obra. Tiene, sin duda, carisma, cualidad no poco valorada en los buenos actores. De Paula Solís (Marga) poco hay que decir más que su presencia escénica es, cuanto menos, preocupante. Preocupante para el reguero de jóvenes actrices que se postulan para controlar la escena madrileña; para nosotros, los espectadores, tranquilizador. Su actuación se amplifica con la demostración de su sensibilidad ante los más pequeños detalles sobre el escenario. Un manejo de la proxemia impecable, con la mirada como principal signo revelador, y una buena voz. Diego Herrera (Juan) no se pierde en la locura de su personaje, mantiene el conflicto que justifica el acercamiento de los dos mundos, —los dos países, tan raramente relacionados— en el máximo nivel. Su actuación es vehemente y llena de matices en su intento por realizar el tour de force de reflejar los interiores de su personaje. Diego Valverde y Alejandro Sánchez magníficos también en la muestra de sus habilidades corporales. Si alguien sabe lo que puede un cuerpo son ellos: la organicidad de cada uno de sus movimientos armoniza de manera perfecta con las atmósferas que se plantean en cada situación, del mismo modo que las intensifican. Y para el final, por lo brillantes, las actuaciones de Sara Moreno y Luz Carrillo. Sara Moreno, como acostumbra, envolvente con su gesto y su voz, cada palabra con intención precisa. Luz Carrillo, por su parte, desprende un magnetismo sin parangón en su facilidad por ocupar otras pieles: bien madre preocupada, bien joven taquillera, bien viejecilla-guía de museo. Resulta ilusionante para las artes escénicas saber de su apuesta por esta disciplina, pues con su juventud maneja las muy diversas máscaras que representa sin dificultad alguna. Divertida, profesional, seria y, sobre todo, carismática, muy carismática. Sus personajes los disfrutamos sobremanera.

Vayan y vean Maldito Espinosa, obra de la compañía Theaomai, si gustan ustedes de un teatro de gran altura intelectual. De un teatro de cuerpo y de palabra en acción. En fin, del buen teatro.


Sinopsis

Miguel, un joven ingeniero, despreocupado y amante de la buena fiesta, nos hace partícipes de los recuerdos de su Erasmus en Ámsterdam, donde tuvo un encuentro transformador con dos hermanos: Marga, apasionada historiadora del arte, y Juan, un huraño y misterioso erudito que está terminando su tesis sobre el filósofo Baruch de Espinosa.

La filosofía espinosista se entrelaza a lo largo de la obra con la experiencia de Miguel, cada vez más enamorado de Marga y más atrapado en el universo que Juan dibuja a su alrededor. La obsesión de Juan por el filósofo inocula en los demás personajes el anhelo de imaginar la luz divina que le fue arrebatada a aquel holandés errante, excomulgado por la comunidad judía de Ámsterdam debido a sus heréticas ideas sobre Dios y la ley mosaica. Las palabras de Espinosa, proscritas y maldecidas, se diluyen en los canales que separan el pasado y el presente de esta obra, agua siniestra que riega dos mundos extrañamente cercanos: España y los Países Bajos.


Equipo

Dramaturgia:
Sergio Santiago Romero
Autoría:
Sergio Santiago Romero


Dirección:
Sergio Santiago Romero
Ayudante de Dirección:
Paula Montero


Producción:
Compañía de teatro Theaomai


Ayudante de Producción:
Marta Santiago
Reparto:
Luz Carrillo, Diego Herrera, Sara Moreno, Víctor Plaza, Alejandro Sánchez, Paula Solís, Diego Valverde.
Escenografía:
Alberto Villegas


Ayudante de Escenografía:
Cristina Sanz
Iluminación:
Luz Carrillo, Fernando Salamanca
Movimiento:
Alfredo Miralles
Música:
Rosa Fernández








Compañía:
Compañía de teatro Theaomai


























Idioma
Castellano




Otros Espacios:
Teatro Corral de Comedias - Alcalá de Henares Sala


Fecha del Estreno: 24/09/2022

Teatro: El Pasillo Verde Teatro

Sala:  -

Duración en minutos: 90

Género:  Tragicomedia, Drama Histórico

En los Medios:

María Eugenia Álava, “Una obra de la compañía de teatro Theaomai, escrita y dirigida por Sergio Santiago Romero”, Revista Almiar. [10/10]

José Miguel Vila, “Maldito Espinosa: epifanía en Ámsterdam”, Diariocrítico. [10/10]

Luis Muñoz Díez, “Maldito Espinosa, escrita y dirigida por Sergio Santiago”, Revista Tarántula. [10/10]

Luis de Luis Otero, “Teatro: Maldito Espinosa, de Santiago Romero”, Prensa social. [10/10]

Entrevista: Sergio Diaz, “Buscando el sentido y la esperanza. Maldito Espinosa por la compañía de teatro Theaomai”, Revista Godot.

Javier Ignacio Alarcón, “Metafísica y vida. Maldito Espinosa”, Revista Contrapunto.


Maldito Espinosa

«(…) la densidad de las ideas de Spinoza se transmiten de forma sagaz, orquestadas por un ritmo más que acertado. Uno de los grandes logros con el que hay que colmar la labor de dirección.»

Izan García Baumbach

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