Las criadas de Messiez

Crítica de Las Criadas

Katerina Popiolkova

Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM

Las criadas, bajo la dirección de Pablo Messiez, se llevó a escena en 2012 en el marco del Festival de Otoño en Primavera en Madrid. La obra de Jean Genet, estrenada por primera vez en 1947 y vista como un grito de los oprimidos contra los abusos y la dominación de la clase burguesa, demuestra, otra vez, su plena vigencia también en el contexto actual.

El montaje de Messiez ofrece un punto de vista original por dos principales razones. Primero, el personaje de la Señora es interpretado por un actor, el brillante Tomás Pozzi, y segundo, su registro actoral es completamente opuesto a la interpretación de las hermanas criadas, representadas por Fernanda Orazi y Bárbara Lennie.

La Señora ha sido tratada desde el enfoque grotesco que parodia, ridiculizada, hasta crea una caricatura de sí mismo, así que la decisión de por qué un actor y no una actriz resulta comprensible. Tomás Pozzi está distanciado de su personaje, lo que le permite “comentarlo” mientras actúa – con sarcasmo muestra la afectación y el ensimismamiento de la Señora y su comicidad drástica provoca mucha risa. Es cierto que el actor interpreta su papel de manera impecable, pero, sin embargo, no puedo evitar una pregunta: De verdad, ¿fueron carcajadas lo que estaban buscando los creadores entre el público? Desde mi punto de vista, hay un tema mucho más profundo que, por culpa de esta excesiva comicidad, queda en sombra.

Por otro lado, la interpretación hiperrealista de las dos actrices hace empatizar al espectador. Los diálogos vivos, interpretados con mucha naturalidad y energía, logran encarnar el tema de humillación y de la opresión de toda una clase de manera excelente.

En conclusión, aunque los dos códigos actorales beben de fuentes muy diferentes, en el conjunto funcionan, la mayoría de las veces, bien.

En cuanto a la escenografía, realista y simplificada, diseñada por el propio director de la obra, se ha optado por lo esencial y efectivo – así, todos los elementos sirven para apoyar la acción escénica y todos están bien empleados en el juego.

Es evidente que el cuerpo y el alma de este montaje los constituyen los tres actores, obviamente, bien sostenidos por la dirección escénica que ha sabido crear un espacio y unas circunstancias que enmarcan los límites, pero, al mismo tiempo, dan mucha libertad y posibilidad de expresión.