Crítica de La violación de Lucrecia
La violación de Lucrecia o Donde hay violencia, no hay culpa es una zarzuela barroca en dos jornadas con música de José de Nebra y libreto en versión de Rosa Montero, a partir del libreto original de Nicolás González Martínez.
En los últimos tiempos el Teatro de la Zarzuela ha venido manteniendo una interesante política de recuperación del patrimonio lírico español y el compositor José de Nebra se ha visto muy favorecido. Antes le había tocado a Iphigenia en Tracia (2016), obra que combinó las Ifigenias de Eurípides y Goethe por una voz en off, que sustituían los declamados del libreto de Nicolás González Martínez. En 2012 pudimos disfrutar de la versión concierto de esta misma obra. La violación de Lucrecia o Donde hay violencia, no hay culpa, fue estrenada ante el Duque de Medinaceli en 1744.
La música es un buen exponente de clasicismo de Nebra y la recuperación vocal fue de gran nivel. Lucrecia fue interpretada por María Hinojosa a buen nivel, quien supo darle complejidad lírica a la heroína. Marina Monzó dio con la clave en los muchos y difíciles registros que tocó en su Tulia, un texto de enorme dramatismo. Carol García interpretó a Colatino con buen gusto. Sorprendió la interpretación gestual de la soprano Judith Subirana, con mucha presencia escénica física amén de vocal que hizo un personaje vivo, creíble e interesante. Los mejores momentos musicales llegaron en el aria de la segunda jornada “Huye de mí / Ya, afecto mío”, el aria final “¡Mi fiera mano airada!”. La dirección musical y el clave de Alberto Miguélez Rouco fue magnífica, de lo mejor de la noche.
No obstante, en la parte puramente dramática he encontrado múltiples problemas. La dramaturgia corrió a cargo de Rosa Montero, una buena novelista con poca experiencia dramática. Que yo sepa su obra dramática se resume a Bruna Husky (2019), un monólogo dirigido por Vanessa Montfort e interpretado por Salomé Jiménez. La dramaturgista decidió intervenir enormemente en el texto y crear un segundo texto que lee a la contra el libreto original (cuya inactualidad ideológica es indudable). Montero ha preferido volver a suprimir todos los declamados del libreto de González Martínez y prácticamente todos los personajes que no cantan de modo que han desaparecido seis de los once integrantes de la acción. El odioso personaje Sexto Tarquinio (Borja Luna) representó un modelo plano de masculinidad tóxica (Sexto-Marte) sin ninguna intervención hablada. Pero el cambio dramático fundamental ocurre con la creación de un personaje nuevo llamado “Espíritu de la leyenda de Lucrecia”, bien interpretado por Manuela Velasco. Personalmente, el personaje me pareció un acierto, no así su realización. La idea es que este “espíritu” recuerda al público la recurrencia histórica de este tipo de actos violentos contra las mujeres y, sobre todo, su idealización en el arte). Se trata de una corriente a la que se le lleva prestando mucha atención en los últimos tiempos. Por ejemplo, podemos citar trabajos sobre la biastofilia como el clásico de Amy Richlin, Metamorphoses, Reading Ovid’s Rapes (1992) o, ya el contexto hispánico, el muy reciente de Felipe Valencia, The Melancholy Void: Lyric and Masculinity in the Age of Góngora (2021). Se trata, pues, de un tema de interés histórico y artístico. No obstante, su resolución ha sido muy torpe. Para empezar, los parlamentos del “Espíritu de la leyenda de Lucrecia” quedan muy descompensados en tiempo frente al drama lírico. Asimismo, el tono tiene momentos admonitivos que echaron a parte del público presente. La divertida aria de Laureta “Si a casa va el majo” fue interrumpida por la violenta y terrible escena inventada aquí de la violación de Lucrecia, lo que supuso un contraste inarmónico que no creo que se buscara. El interés de Montero en mostrar que el acto de la violación es cíclico y presente le lleva a repetir en varias ocasiones parlamentos que retrasan enormemente la acción con lo que se entorpecía la tensión dramática de la zarzuela. Sinceramente creo que hubiera sido más efectivo evitar estas repeticiones pues hubiera dejado el momento climático (la terrible violación y el suicidio “heroico” de la propia Lucrecia) libre para que, entonces, el “espíritu” recordara al público que estos actos delictivos (que también lo eran en el momento) se repiten idealizados en el arte.
En breve, un interesante, si bien fallido, intento de traer la zarzuela barroca al presente.
Sinopsis
Siguiendo con la política de recuperación del patrimonio lírico español, se recupera una obra del siglo XVIII firmada por uno de los compositores más importantes de su época, José de Nebra. ‘La violación de Lucrecia’ ‘Donde hay violencia no hay culpa’, que fue estrenada en el ámbito privado del Duque de Medinaceli en 1744.
Si bien en 2012 se estrenó en versión concierto, ahora tenemos la oportunidad de disfrutarla también en escena. El libreto se aleja de la rigidez de las zarzuelas mitológicas, y el valor de esta obra reside especialmente en su música que por su estilo avanzado para la época se acerca más al clasicismo. Un título este que nos habla de género y violencia con esta temática recogida de las fuentes de Tito Livio y que posteriormente popularizaría Shakespeare.
Equipo
Autoría
Nicolás González Martínez
Versión
Rosa Montero
Dirección
Rafael R. Villalobos, Alberto Miguélez Rouco (Dirección musical y clave)
Producción
Teatro de la Zarzuela
Reparto
María Hinojosa Montenegro, Marina Monzó, Carol García, Judit Subirana, Manuela Velasco, Borja Luna
Escenografía
Emanuele Sinisi
Iluminación
Felipe Ramos
Música
José de Nebra (partitura original), Ensemble Los Elementos (interpretación)
Fotografía
Javier del Real
Vestuario
Rafael R. Villalobos
Web Oficial
https://teatrodelazarzuela.mcu.es/es/temporada/lirica-2022-2023/la-violacion-de-lucrecia-2022-2023
Idioma
Castellano
Fecha del Estreno: 25/03/2023
Teatro: Teatro de la Zarzuela
Sala: -
Duración en minutos: 210
Género Musical, Zarzuela
En los Medios José Antonio Lacárcel, «Crítica: «La violación de Lucrecia» en el Teatro de la Zarzuela», Opera World.
La violación de Lucrecia
La dramaturgista decidió intervenir enormemente en el texto y crear un segundo texto que lee a la contra el libreto original (cuya inactualidad ideológica es indudable).
Julio Vélez Sainz
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