Crítica de La tristeza de los ogros
Murgia trabaja desde hace años adentrándose en el mundo de los sueños para mostrar en clave onírica situaciones o sucesos de la sociedad contemporánea, objeto de reportajes periodísticos estremecedores. La fuente de inspiración se encuentra en los medios, pero el creador los distorsiona, amplifica y aproxima al espectador a través de imágenes muy poderosas de esos sobrecogedores acontecimientos, filtradas en el imaginario del creador. De este modo, acontecimientos que se leen con frialdad, conmocionan, por el poder de estas propuestas que parecen extraídas del mundo de la ficción y que se vehiculan mediante poderosas imágenes que golpean e incitan a la reflexión. Las historias se cuentan de manera fragmentaria y el espectador debe dejarse llevar, sumergirse en ese territorio onírico, para comprobar que la realidad supera a la ficción. En La tristeza de los ogros un personaje, maestro de ceremonias, ataviado con un vestido blanco de otra época, manchado de rojo sangre en una hombrera, se pasea repitiendo una frase que habla de la sociedad incívica que la generación madura deja a los sucesores y repitiendo otras frases non sense para llevar al espectador de una historia a otras, de la de Bosse (víctima de la alienación producida por la cibernética) a la de Kampusch (víctima doble del secuestro del proxeneta austriaco, por las consecuencias de las acciones del pederasta y por sufrir el síndrome de Estocolmo).
Junto al maestro de ceremonias, los dos actores, encerrados en sus habitáculos que cuentan de modo fragmentario y alternado sus respectivas historias; de manera más lineal el chico, de manera más incierta la chica (relatos estremecedores junto a conformidad ante los acontecimientos que sufre y no comprende). El espectador los ve a través de un cristal que les separa del escenario (del mundo real) y de la grabación de una cámara que se fija en partes de su rostro, de su cuerpo o de objetos que les rodean. La propuesta termina con la liberación y el múltiple asesinato, ambos sobre la escena, próximos al proscenio, con la maestro de ceremonias caminando deprisa de uno a otra, concediéndoles la palabra para que expliquen el desenlace.
El espacio escénico, cerrado en el foro por una pared sobre la que se proyectan las grabaciones y con dos grandes telones blancos a los lados, que permiten la salida del maestro de ceremonias; una iluminación que crea una atmósfera onírica, un mundo imaginario en apariencia, que distancia al espectador de la realidad cotidiana y le obliga a sumergirse en el mundo de los sueños, para escuchar relatos verídicos tornasolados de irrealidad y ver imágenes fuertes, sensoriales e impactantes. En este espectáculo, como en otros de Murgía, importa la actitud del espectador: a un simple voyeur le puede dejar frío; otro que asista dejándose llevar por la propuesta, saldrá conmocionado. Al director no parece importarle, ni aquí ni en propuestas precedentes la pasividad del primero, trabaja para el que va dispuesto a entregarse.
José Gabriel López Antuñano
ARES – UNIR
Sinopsis
En un mundo onírico fantasía y realidad pueden conformar un mismo paisaje: las historias de Bastian Bosse, el adolescente alemán, que asesinó a sangre fría a varios compañeros de su clase antes de suicidarse y el secuestro de la austriaca Natasha Kampusch de 10 años por un pederasta, que logró escapar del cautiverio diez años después; dos escalofriantes historias, que se cuentan a modo de sueño y en un claro ejemplo de la capacidad de la realidad para superar la ficción.
Equipo
Gerardo Vera
Autoría
Fabrice Murgia
Dirección
Fabrice Murgia
Adaptación
Borja Ortíz de Gondra
Producción
Théâtre National de la Communauté Française de Bélgica, Teatre Lliure, Teatros del Canal
Reparto
Andrea de san Juan, Nacho Sánchez, Olivia Delcán
Video escena
Jean François Ravagnan
Web
Teatros del Canal
Idioma
Castellano
Fecha del Estreno: 18/01/2018
Teatro: Teatros del Canal
Sala: Sala verde
Duración en minutos: 90
Género Tragedia
En los Medios Ángel Esteban Monje, Kritilo: «La obra del belga Fabrice Murgia construye el umbroso sufrimiento de dos jóvenes sometidos por la maldad». Rocío García, El País: «Perturbadoras fábulas sobre la dramática realidad de dos adolescentes». Alba Cuenca Sánchez, Más teatro: «Colorín colorado, por desgracia este cuento no ha acabado». Juan Ignacio García Garzón, ABC: «La tristeza de los ogros: pesadilla de una niña muerta».
La tristeza de los ogros
Perturbadoras fábulas sobre la dramática realidad de dos adolescentes.
Rocío García
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