Crítica de La noche de las tríbadas

Judith Farré

CSIC

Esta producción forma parte de Femenino plural, un programa en el que se combinan diversas obras (clásicas y contemporáneas, femeninas y masculinas), cuyo eje de referencia es el debate en torno a la mujer en el siglo XXI. En principio, el argumento, plagado de referencias metateatrales, es simple: el ensayo de la última obra escrita por el dramaturgo August Strindberg. La complejidad y el desagarro que ya se aprecian en la escenografía de un teatro decadente, que sirve también como almacén de bebidas alcohólicas, se confirman con las circunstancias que rodean la planificación de la obra: el dramaturgo, en crisis vital y económica, cuestionado por sus obras, y atormentado por su divorcio, deja en manos de Siri la dirección de su nuevo teatro en Copenague. En pleno proceso de separación, ella es  la madre de sus hijos y una actriz que sacrificó una posible carrera en el escenario por cuidar de la familia. Además, ella también actuará en la obra junto a la mujer (alcohólica) con la que ahora comparte una nueva relación sentimental. El alcohol, el teatro, el sexo, la nostalgia por un pasado imposible, el miedo por un futuro incierto…. son los vectores sobre los que transitan las emociones que vertebran el texto:  morbo, celos, miedos, obsesiones, frustraciones… Todo se mezcla bajo un sugerente diseño escénico: la iluminación juega un importante papel, junto con las entradas y salidas de los actores hacia el patio de butacas. Ese ambiente sórdido y oscuro despliega un complejo triángulo amoroso de decepciones y últimas oportunidades, que acaba contagiando gracias a la fuerza interpretativa de todos los personajes, aunque destaca Manuela del Paso por todos los matices que transmite del personaje. El resultado fue muy celebrado por un público cómplice en el que resonaron varias carcajadas femeninas (lo que sin duda es buena prueba del éxito entre un femenino plural)

Judith Farré, CSIC