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teatro

Crítica de Juana Inés

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Carmen González Vázquez
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“En perseguirme, Mundo, ¿qué interessas?

¿En que te ofendo, quando solo intento

 Poner bellezas en mi entendimiento

Y no mi entendimiento en las bellezas?”

Carmen Cortés y su compañía han conseguido que belleza y entendimiento se armonicen en un espectáculo que alcanzó diez minutos de aplausos finales de un público emocionado que vitoreaba en pie.

Suena la percusión con un ritmo cadente, acompañado de chasquidos, que enmarcan la atmósfera de un convento en el que entra una mujer arropada por una luz azul de fondo, por el claroscuro del centro del escenario, dos músicos y dos cantaores que cantarán sus versos. En estructura circular, el color, el ritmo y el vestuario contribuyen a narrar el relato biográfico de una escritora excepcional cuyos pensamientos siguen teniendo una modernidad abrumadora. Sor Juana Inés de la Cruz, conocida como “la décima Musa” y nacida Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana en San Miguel de Nepantla (Nueva España) en 1648, murió como víctima de una epidemia en 1695 en Ciudad de México. Fueron los suyos 46 años de una vida intensa, brillante, creativa e inspiradora entonces y ahora, que Carmen Cortés y su equipo nos evoca durante 70 minutos de un espectáculo tan vibrante como los versos de la escritora en la que se inspiran.

Hermoso, refinado, con claves sutiles que acompasan los ritmos y voces del flamenco con sus tangos, tarantos y tanguillos a las redondillas y sonetos barrocos. La narrativa del espectáculo está vehiculada en la reivindicación del acceso a la cultura, a la educación, al desbordamiento del talento que bulle en el alma de una mujer que quiere ser escuchada, ser leída y confrontarse consigo misma y con los demás, a los que no rehúye. Nando López ha sabido encontrar el equilibrio entre las actuales interpretaciones de la autora en clave feminista con la elección de extractos de su obra que inciden en la necesidad del aprendizaje, del cultivo intelectual, de la confianza en una misma para traspasar los límites y obstáculos de la sociedad circundante, de la belleza del pensamiento que se refleja a través de la palabra, elementos todos ellos de una profunda vigencia al formar parte de los derechos fundamentales de las personas y que, lamentablemente, tienen que seguir siendo hoy protegidos con independencia de género, estrato social, libertad religiosa o capacidad económica. Es Juana Inés una de las mejores exponentes de la importancia del acto de saber, de la curiosidad motriz que impulsa el acto de vivir.

Especial acierto es el uso narrativo del vestuario de Carmen Cortés para contar la biografía del personaje. La bailaora es una Juana Inés creíble, bien construida incluso en su mocedad. El momento más extático es la conversión de Juana Inés en Sor Juana Inés, con su hábito blanco y sus zapatos de tacón azules, para “flamenquear” regodeándose en el paso a paso, como letra a letra, que se eleva por todo su cuerpo hasta alcanzar las manos al igual que crecen sus palabras hasta culminar una obra literaria completa. Casualidad o no, lo cierto es que el color azul es desde el Medievo el que simboliza el conocimiento y en ese momento del espectáculo el azul de la pared y de los zapatos se suman al blanco puro del hábito jerónimo. Porque el ansia del conocimiento bulle dentro de ella y necesita salir de su encierro a través de la palabra, de la voz: voz femenina que es lo primero que oye un bebé ya en el útero cerrado de su madre, que lo acompaña en sus primeros llantos, en sus noches de cuento, en los arrullos de las nanas; es la voz que se acompaña en los gineceos, esos lugares mujeriles a los que quieren -desde Alcibíades- acceder los varones. Y es en el encierro del convento donde Juana Inés encuentra el espacio de libertad para sacar todo ese universo interior; porque los encierros pueden ser también el espacio para la liberación del alma y del entendimiento (no sólo para la repostería). La belleza y la emoción que se alcanza en ese momento hizo salir la voz encerrada del público tras una mascarilla que tampoco pudo ahogar las expresiones de admiración.

La narrativa del espectáculo va secuenciada por los interludios de guitarra, que permiten al público regresar a la intimidad y al reposo. Inquietud y tranquilidad, genio e ingenio, escritura y oralidad, vida y muerte jonda que es golpeada artísticamente en un cajón flamenco que lleva dibujada una calavera cual frontispicio que nos recuerda que la vida es efímera y merece la pena buscar un espacio para desarrollar nuestros anhelos. Como para no gritar ole y ole.

 

 


Sinopsis

Acorralada por sus enemigos, Sor Juana se rebela en este espectáculo teatral de alma flamenca tejido a partir de los versos e ideas de la autora.


Equipo

Dramaturgia
Pablo Remón, Ana Alonso, Francisco Reyes, Emilio Tomé
Autoría
Sor Juana Inés de la Cruz (selección de versos de su obra)


Dirección
Carmen Cortés, Carme Portaceli (Musical), Gerardo Núñez




Producción
Curso Flamenco S.L.




Reparto
Carmen Cortés, Javier Conde, Antonio Moreno “Cancu”, Antonio Carbonell, Rafael Serrano






Iluminación
Juan Gómez Cornejo




Espacio Sonoro
Carlos González








Vestuario
Isabel Núñez


Realización de vestuario
Carmen 17 S.C.M, Taller Curso Flamenco




Festivales
Festival de Almagro (julio 2019)














Idioma
Castellano
Maquillaje
Juan Pedro






Fecha del Estreno: 11/11/2020

Teatro: Naves Español en Matadero

Sala:  Sala Fernando Arrabal – Nave 11

Duración en minutos: 70

Género  Drama, Flamenco

En los Medios

  • Raquel Montero, El digital, “Una flamenca Juana Inés pellizca el alma de los espectadores”
  • Concha Barrigós, La Vanguardia, “Carmen Cortés pone a compás los versos de Sor Juana Inés con éxito”
  • Redacción, El Diario, “Carmen Cortés pone a compás los versos de Sor Juana Inés con éxito”

 

Puedes descargar el dossier de Juana Inés aquí.


Juana Inés

«Inquietud y tranquilidad, genio e ingenio, escritura y oralidad, vida y muerte jonda que es golpeada artísticamente en un cajón flamenco que lleva dibujada una calavera cual frontispicio que nos recuerda que la vida es efímera y merece la pena buscar un espacio para desarrollar nuestros anhelos.»

Carmen González

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