Crítica de Hamlet
Yuri Liubimov, fallecido en 2014, a los casi 100 años, aunque con vitalidad suficiente para montar espectáculos hasta los días finales de su vida, decía que, cuando veía que un espectáculo de su repertorio había perdido fuerza, vitalidad, ritmo, o bien el tempo se dilataba o se descomponía, encendía una luz roja encima de la cabina técnica, desde donde habitualmente seguía todos sus espectáculos, mientras los actores correspondían a los aplausos del público. Este signo indicaba a los actores que, al día siguiente, deberían presentarse a primera hora en el teatro para ensayar de nuevo ese espectáculo hasta que cogiera velocidad de crucero. El Hamlet de anoche en Clásicos Alcalá hubiera hecho saltar todas las alarmas del director ruso, como es posible sonaran, concluida la función al dar notas, por parte del director o su ayudante. Este Hamlet, dirigido por Alfonso Zurro, lleva tres temporadas en cartel, con reposiciones y giras, y bien podría continuar, si recuperan el tono y alejan la rutina que, instalada sobre todo en los actores más jóvenes, aboca a una interpretación mecánica (con equivocaciones en algunos actores), sin pulso en la escenificación, lesionando la verdad escénica, y con una dilatación temporal de más de diez minutos, según el horario previsto, que resulta un indicador objetivo, del deterioro del producto.
Es una lástima que este Hamlet, otrora pujante, haya decaído, aunque bastarían algunos ensayos para encontrar de nuevo el punto, porque es una de las más interesantes propuestas de la tragedia de Shakespeare de los últimos años en España. El director realiza una lectura personal: sin privacidad posible en el mundo contemporaneo, acciones, diálogos y pensamientos son de dominio público, quedan expuestos al juicio de los demás: no se trata de empatizar con uno u otro personaje, ni de reflexionar acerca de la locura, verdadera o fingida del príncipe de Dinamarca, y sus motivaciones, sino de enjuiciarla porque esta como los comportamientos de otros personajes entre sí o en relación a Hamlet ya no pueden ocultarse y quedan expuestos a una posible valoración de una sociedad, que observa casi sin querer. Para resaltar esta idea los seis espejos que cierran la escena por los laterales y el foro, reflejan la otra cara de los personajes (además de hacerse hincapié verbal en el conocido pasaje de la capacidad de los espejos para devolver la figura y juzgar virtudes y vicios); asimismo, los monólogos poseen un deliberado carácter informativo, más que reflexivo, y muchos diálogos se orientan más a informar de los acontecimientos que a mostrar los pliegues de la conducta de los personajes de la tragedia, como motor de la misma. La lectura final conduce a una exposición de motivos con los funestos resultados conocidos del acto quinto, donde todos tienen su cuota de responsabilidad ¿quién más? Eso es lo que cada espectador debe dilucidar. En línea con esta idea, la elección de la traducción de Fernández de Moratín como texto de partida, que Zurro interviene, es un buen elemento distanciador, porque expresiones, frases cliché en relación con la tragedia y otros elementos lingüísticos alejan de una recepción más familiar y próxima al espectador. Por otra parte, hay que destacar que la narración de la historia se sigue bien, sin que algunas alteraciones de escenas o supresiones resten un ápice de comprensión del argumento.
En el espacio escénico, los espejos además de reflejar encierran a los personajes en una atmósfera agobiante, y la coloración de los tapices del suelo funcionan a nivel plástico y de significación. La iluminación posee igualmente un sugestivo y expresivo carácter significante, que ayuda a la narratividad de la acción dramática y potencia el efecto de los espejos. El espacio sonoro vehicula la narración y, a veces, distancia o bien subraya. Se percibe intención en la dirección de actores y líneas claramente marcadas para el desarrollo de cada personaje, aunque lo comentado en las primeras líneas emborrone este trabajo.
José Gabriel López Antuñano, UNIR
Sinopsis
Hamlet se está volviendo loco. Su padre ha muerto repentinamente y su
madre se ha casado con su tío sin apenas guardar luto. Hamlet tiene
visione, ve al fantasma de su padre que le asegura que ha sido
envenenado y le pide que, en venganza, mate a su nuevo padrastro. Hamlet
debe ocultar lo que ha pasado, tiene que asegurarse de que no son
paranoias de su mente. Finge estar loco, pero pierde el control de la
realidad. ¿Es todo una estrategia? ¿Acaso está verdaderamente loco? Para
Hamlet el mundo entero es una cárcel. Nadie le entiende. Sus amigos son
unos soplones pagados por su padrastro. Incluso Ofelia, el amor de su
vida, es cómplice del plan.
Hamlet pasa de ser el cazador a ser
la presa. Su paranoia no es infundada. Le persiguen. Le espían detrás de
cada cortina. Quieren saber qué sabe. Qué oculta. Qué le pasa. Su
locura fingida es locura real y mata al hombre equivocado. Hamlet es un
asesino. Su madre y su padrastro encubren el crimen exiliándole de
Dinamarca. Sus planes de venganza parecen frustrase. Hamlet ya no es
capaz de poner control a su vida, a su vez Ofelia enloquece y muere.
Ahora Hamlet está solo. Sin padre, sin madre, sin amigos, sin novia, sin
casa. Esta es su tragedia.
Equipo
Ramón Paso
Autoría
William Shakespeare
Dirección
Darío Facal
Ayudante de dirección
Cristina Bravo
Producción
Work in Progress, La Noche de los Teatros 2018 Comunidad de Madrid
Reparto
Ana Sañiz, Ana Vide, Elena Blasco, Irene Coloma, Marta Mateos, Patricia Fuertes, Patricia Peñalver, Paula García Lara
Iluminación
Álvaro Delgado
Espacio Sonoro
Álvaro Delgado
Web
https://www.corraldealcala.com/es/temporada/1030/hamlet/
Idioma
Castellano
Fecha del Estreno: 18/05/2018
Teatro: Teatro Corral de Comedias - Alcalá de Henares
Sala: -
Duración en minutos: 50
Género Tragedia
En los Medios
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