Crítica de Hablando (último aliento)
Hoy en día resulta difícil llevar a la escena el drama del maltrato machista (o de género, si se quiere seguir la terminología anglosajona) sin caer en el melodrama o el reportaje televisivo. Irma Correa y la directora Ainhoa Amestoy han conseguido salvar esos escollos con un montaje extremadamente original y sugestivo, que no deja de lado ninguno de los aspectos terribles de la situación de las mujeres sometidas al maltrato de sus parejas, pero que juega con las expectativas del público llevándolo por caminos no esperados.
El espectador capta en primer lugar lo que aparentemente es la historia de un secuestro: una mujer amordazada y encadenada a una silla vigilada por otra mujer que parece ser simplemente la vigilante de la prisionera. Sus reproches, sus súplicas y la constante referencia al hombre que va a llegar van creando la expectativa de una relación morbosa entre el hombre y las dos mujeres: quizás la esposa y la amante. Sin embargo, según va avanzando la representación, descubrimos paradojas, frases que no cuadran con el supuesto thriller al estilo de Stephen King. Hasta que se revela cuál es la relación entre las dos mujeres. La directora lo explica en el programa de mano:
«En un oscuro y silencioso espacio carcelario de celosías, sin aperturas aparentes hacia el exterior y salpicado de pocos elementos inconexos, dos mujeres lucharán por encontrarse a sí mismas en el espejo.»
Encontrarse en el espejo es la clave. Nos revela que estamos ante una obra que utiliza el tema del doble (el doppelgänger) para hablar de una conciencia escindida en dos mujeres que son la misma. Sin embargo, no se trata de un caso de psicosis o de doble personalidad: la autora ha sabido mostrar cómo en una situación de sometimiento y maltrato conviven dentro de una persona la esperanza y la desesperación, el miedo y el valor, la necesidad de salir de esa situación y el terror ante lo que espera.
Este planteamiento de la autora está servido y realzado por una dirección milimétrica de Ainhoa Amestoy, que ha sabido dar valor a cada momento, a cada situación y casi a cada palabra. Secundada por dos actrices que bordan unos papeles llenos de matices en donde prima el dolor y la angustia. Mantener esta tensión sin caer en el grito, en el gesto melodramático, es una tarea de extrema dificultad que cumplen las dos a la perfección. En todo caso, hay que destacar a Muriel Sánchez, brillante y con una voz prodigiosa.
Fernando Doménech, RESAD
El monólogo inicial con el que se escribió esta obra, en la escenificación pasa a ser un diálogo entre dos mujeres, de una edad parecida, un físico que invita a pensar que se trata de la misma mujer e idéntico traje. Autora o directora aprovechan las características de los soliloquios (pensamientos divergentes y contrapuestos) para mostrar un texto dialógico entre dos mujeres, que presentan perfiles ligeramente diferenciados: una con el papel de más víctima y la segunda utilizando un tono recriminatorio. El incidente desencadenante es ser víctima de la violencia machista que le produce una turbación excesiva y el moverse entre la denuncia y el odio, y la comprensión y el afecto, aunque no se explican, ni de comprenden por qué sigue presa de sí misma y como a la espera de otra agresión. Sentimientos planteados con una tonalidad obsesiva, que confiere a la puesta en escena un carácter recurrente que agobia y aburre, en algunos momentos. La autora o dramaturga se ve que han sentido durante el proceso de escritura o de ensayos en la necesidad de incluir otros temas, de moda hoy, pero tratados superficial y tópicamente (el género, la homosexualidad, el feminismo, la sociedad líquida, la falta de compromiso, etc). Resulta lógico que un texto con un tema de estas características carezca de una lógica externa, pero la armazón interna no debería faltar y aquí no se aprecia. Se perciben costuras, añadidos, acumulaciones innecesarias de información, excesiva narratividad de naturaleza diegética, momentos de tensión por la violencia de lo dicho, pero sin crear una emoción (o una turbación) sostenida o un crescendo de la misma. El texto escuchado a ambas actrices parece deslavazado y esta realidad no ayuda a la comprensión de la propuesta.
Con un texto de estas características, la dirección no resulta fácil. Acude la directora a signos claros, quizá en exceso: un sótano sin apenas iluminación, unas cadenas, una pistola sacada por la mujer depresiva, que anticipa un final antes de tiempo, etc, para indicar externamente cuál es la situación de la mujer. Elabora signos proxémicos para mostrar el desasosiego, la incertidumbre, la inquietud, que subrayan el texto en algunas escenas. El diálogo es quizá demasiado átono, sin cambios de ritmo, intensidad o tonalidad como parece que el subtexto puede exigir. La directora cuida la dicción clara para que el texto llegue de forma nítida a los espectadores.
José Gabriel López Antuñano, UNIR
Sinopsis
El texto, en su origen un monólogo, nace de la frustración de una mujer, encerrada en sí misma, que camina hacia el suicidio. Los fracasos le llenan la cabeza de fantasmas, pero el mayor de ellos es ser víctima de la violencia machista, que ella ha denunciado. Pese a ello, cada vez se siente más insegura y termina con su vida. Obra psicológica.
Equipo
Autoría
Irma Correa
Dirección
Ainhoa Amestoy
Ayudante de dirección
Raquel Berini
Producción
Centro Dramático Nacional
Reparto
Lidia Correa Muriel Sánchez, Daniel Albaladejo (voz en off).
Escenografía
Elisa Sanz
Ayudante de escenografía
Paula Castellano
Iluminación
Marta Graña
Música
Nacho Valcárcel, David Velasco
Espacio Sonoro
Miguel Marín Pavón (Músico en directo), Woodjae Park (Música original), Miguel Marín Pavón (Música original)
Fotografía
MarcosGPunto
Vestuario
Elisa Sanz
Diseño del cartel
ByG, Isidro Ferrer
Web
Hablando (último aliento)"
Idioma
Castellano
Fecha del Estreno: 05/04/2017
Teatro: Teatro María Guerrero. Centro Dramático Nacional
Sala: -
Duración en minutos: 80
Género Drama
En los Medios Ignacio Álvarez O´Dogherty, El debate de hoy: “´Hablando´: Más allá de maltrato.” Rocío García, El País:. “Grito en el teatro contra la violencia machista» Juan Ignacio García Garzón, ABC. “´Hablando´ (último aliento): Las cárceles interiores”. Estrella Savirón, A golpe de efecto. “ Hablando (último aliento)”
Hablando (último aliento)
«El escritor estadounidense David Foster Wallace hablaba de la elección entre el fuego y el vacío. Hablando…»
Rocío García
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