Crítica de Grito al cielo con todo mi corazón

Elena Martínez Carro

ARES-UNIR

El texto de Ximena Escalante ha dado ya la vuelta al mundo desde su estreno en el 2014 pero hasta ahora no había llegado a España de la mano de Rafael Gordon. Un texto de gran dramatismo y fuerza que no deja indiferente a nadie, a pesar de constituirse solo con un dueto.

Dos mujeres frente a frente representan a la totalidad del género femenino con sus misterios, dudas y pasiones. Su psicología es analizada desde todos los ángulos relacionales que afectan a su esencia.

No estamos ante una introspección del mundo intimista de las mujeres sino ante la psicología relacional que se da en la vida de toda mujer: madre-hija, suegra-nuera, amiga-amiga, esposa-amante, hermana-hermana… Dos mujeres que se transforman en la escena para dramatizar cada uno de los sentimientos y pasiones: amor, odio, venganza, hipocresía, dependencia, vulnerabilidad, esclavitud…Dos mujeres que visibilizan el pasado, presente y futuro de las relaciones femeninas sin  escapar a los miedos humanos.

El texto mantiene un hilo conductor clásico cuando cada mujer interroga a las estrellas para reconocer el origen del sentimiento femenino, que se oculta detrás de cada astro desde el inicio de los tiempos. La relación entre las mujeres se entreteje en el cosmos y en la ‘noche de los tiempos’. El ciclo de la naturaleza nos enseña que sus relaciones  vienen impuestas y no es posible sustraerse a ellas.

Las dos protagonistas, María Gray y Donatella Danzi, consiguen sostener un magnífico diálogo, con muy escasa escenografía aunque sugerente. Sus voces complementarias acompañadas de un vestido común rojo, consiguen trasladarnos a las pasiones más recónditas del alma femenina.

Su dramaturgia consigue eludir un fácil maniqueísmo y las dos protagonistas representan indistintamente el amor y el odio de manera intercambiable. El mismo binomio que va implícito en el sufrir humano y que nos interroga desde esta excelente puesta en escena. Todas las relaciones resultan convulsivas, si exceptuamos la que se da entre hermanas. Todas nacen del resentimiento acumulado de la vida y plantean lo inaccesible del corazón humano cuando se trata de perdonar y olvidar.

Los dos monólogos finales de  cada una de las protagonistas nos acercan aún más a la intimidad de la mujer que se debate entre su propia alma y la que viene dada por el sino de las estrellas que nos ancla a una evolución de la que no podemos huir.

 

Elena Martínez Carro

UNIR- ARES