Crítica de Esto no es La Casa de Bernarda Alba
No es frecuente en España asistir a espectáculos donde la tarea del director se imponga y sostenga un espectáculo de principio a fin, sin que esto signifique que no exista un texto debajo. Precisamente porque lo hay, el director puede redimensionar en positivo y hacer crecer el espectáculo, al tiempo que esconde algunas deficiencias textuales. La versión parte del texto de Lorca, practicando sobre él un ejercicio de deconstrucción e intertextualidad para dirigir la lectura hacia las posiciones queridas por los dramaturgos. Desaparecen muchas tramas: unas accesorias y otras de interés, utilizadas por Lorca para contar su historia y dar consistencia dramática a sus personajes. En su lugar, la versión se centra en Pepe el Romano como eje sobre el que giran las relaciones de las hermanas. Pero más allá de esta cuestión, ya abordada desde diferentes perspectivas en escenificaciones precedentes de este drama de Lorca, interesa aquí (y creo que es la principal aportación) el retrato de la mujer (de las mujeres, porque cada una posee su diferencia en medio de la casa de Bernarda) como un ser desvalido, solitario, angustiado que por una concepción injusta de la sociedad sufre su propio desamparo: es un alegato feminista, de terminar con una injusta sociedad donde no existe la igualdad de sexos en la diferencia. Esta lectura queda clara con la escenificación: las palabras cuentan, pero también los elementos de significación y la proxemia que la directora propone a los personajes. Es el mayor acierto y una clara denuncia de sociedad machista, por este motivo suena en falso el discurso feminista del final, como si quisiera realizar un subrayado de trazo fuerte y nada sutil ni poético sobre esta idea que palpita en cada escena de Esto no es la casa de Bernarda Alba.
Muchos son los aciertos de la dirección: el comienzo del espectáculo con unos figurines de la commedia dell’arte que se mueven en proscenio, un solo de violín a telón bajado (aunque sea de material traslúcido que permite ver la interpretación por una mujer desnuda y que sitúa la temática). La creación de atmósferas, sugerentes y significantes, por la plástica y la iluminación, sin duda uno de los mayores aciertos de la propuesta, porque además capta la atención del espectador, incluso en momentos en los que el texto decae por su repetición o falta de tensión dramática, y consigue crear un clima de retroalimentación emocional. La variedad de lenguajes interpretativos (e incluso de estilos entre los actores), se complementan bien la palabra, la música que interacciona con la palabra, la danza y los audiovisuales, utilizados con contención. Estos y otros elementos de la escenificación permiten que la propuesta llegue al espectador más por vía emocional que intelectiva. La directora apuesta por un estilo de interpretación distanciado: las palabras de Lorca resuenan, pero siempre con contención y, a veces, como prestadas a unos actores (hombres) que dicen de manera discursiva; de este modo, la transferencia emocional no se produce con uno u otro personaje, sino con el conjunto de la propuesta. La escenografía es sencilla, un panel blanco (coloreado con la luz) con una superficie no uniforme: es la pared que cierra, que oprime a los personajes como si fuera la casa de Bernarda; un perímetro lumínico que, de vez en cuando se enciende y unos leds que bajan del techo y ayudan a marcar este clima de opresión. Los actores están bien dirigidos en códigos no naturalistas y llevan a cabo un buen trabajo.
De regreso al texto y admitida la deconstrucción y la intertextualidad, tres problemas: la reiteración de las relaciones con Pepe el Romano, se harían pesadas sino existieran recursos de escenificación sobre la escena; el arranque acaso demasiado disperso y sin tensión (el bajón entre las escenas sin palabras y el comienzo de la acción dramática propiamente dicha podría resolverse de otro modo -dicho de otra manera, ¿se necesita que las criadas durante tanto tiempo cuenten lo que el espectador ya conoce?-); el tercero el prólogo, con una entrevista a Lorca sobre la función del teatro y el epílogo de alegato feminismo, quedan superfluos. Junto a estos elementos una elección, la sustitución de las mujeres por hombres, sin cambiar códigos ni mensajes: proponen la distancia ya dicha, pero siguen siendo mujeres. Eso sí la carga de la pasión sexual desaparece. Se trata de una decisión de la ideología de género.
José Gabriel López Antuñano
ARES – UNIR
Sinopsis
Tomando pie del título de Lorca, el autor realiza una deconstrucción del texto de origen, con algunos fragmentos intertextuales, para centrarse en la relación de las hermanas con Pepe el Romano y para hablar del clima opresivo de la mujer.
Equipo
Juan Asego, Elena Santos
Autoría
Federico García Lorca
Versión
José Manuel Mora
Dirección
Carlota Ferrer
Ayudante de dirección
Enrique Sastre
Producción
Draft.inn, Teatros del canal
Producción Ejecutiva
Fernando Valero, Gema R. Lirola
Reparto
Eusebio Poncela, Óscar de la Fuente, Igor Yebra, Jaime Lorente, David Luque, Julia de Castro, Guillermo Weickert, Arturo Parrilla, Diego Garrido
Escenografía
Carlota Ferrer, Miguel Delgado
Construcción de escenografía
Mambo decorados
Iluminación
David Picazo
Movimiento
Ana Erdozain
Espacio Sonoro
Sandra Vicente
Vestuario
Ana López Cobos
Ayudante de vestuario
Christiana Ioannidou
Realización de vestuario
Sandra Calderón
Video escena
Jaime Dezcallar
Utilería
Miguel Delgado
Web
Teatros del Canal
Idioma
Castellano
Fecha del Estreno: 14/12/2017
Teatro: Teatros del Canal
Sala: Sala roja
Duración en minutos: 105
Género Tragedia
En los Medios Javier Vallejo, El País: «No hagan caso del título». José-Miguel Vila, Diario Crítico: «Esto no es la casa de Bernarda Alba: la libertad creadora, contra la opresión de la mujer». Antonio Hernández Nieto, Huffington Post: «Esto no es la Casa de Bernarda Alba, el viaje hacia la belleza social de ‘CarLoRca’ Ferrer». Raúl Losánez, La Razón: «Controvertida relectura de la obra de Lorca».
Esto no es La Casa de Bernarda Alba
Esto no es la casa de Bernarda Alba: la libertad creadora, contra la opresión de la mujer.
José-Miguel Vila
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