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teatro

Crítica de En la ley

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Olivia Nieto Yusta, José Gabriel López Antuñano
SELITEN@T-UNED, ITEM-UNIR

 

En diciembre de 2016 Cuarta Pared presentó la II edición del Festival de la Teatralidad Essencia. Este encuentro teatral contó con un ciclo titulado Mirada al futuro que estuvo compuesto por tres obras que plantearon distopías como posibles futuros para la humanidad. Se trata de Comedia fallida de Carlos Be, Robota (la anatomía de un ciborg) de María Velasco y En la ley de Sergio Martínez Vila. En el caso de En la ley nos encontramos en el invierno de un año futuro, en un mundo que está completamente destruido por las guerras y el cambio climático. En este lugar inhóspito es muy difícil sobrevivir. Para lograrlo varias comunidades rurales siguen una rígida ley con la que mantener el equilibrio, la igualdad y el bien común. “Están convencidos que ese credo les permite preservarse de un mundo exterior violento y amenazador, del que parecen proceder los personajes” (Liz Perales). Sin embargo esta organización no deja de ser un sistema frío y alienante que impide a los personajes nutrirse de sus recuerdos o manifestar abiertamente sus emociones hasta el punto de que el sexo se concibe únicamente como un acto con fines reproductivos. En esta atmósfera asfixiante irrumpe un personaje que simboliza el recuerdo, la memoria, el amor paternal y el arrepentimiento. Su presencia despierta todos los sentimientos que la comunidad creía silenciados (también su conciencia y su pasado) y como consecuencia el sistema se resquebraja. Su autor, Sergio Martínez Vila, lleva más de una década escribiendo teatro (un trabajo que se ha visto recompensado con importantes reconocimientos como el Certamen Internacional Leopoldo Alas Mínguez 2016 o el Premio Born de Teatro 2015). El texto nació a la luz del laboratorio de investigación dramatúrgica y escénica de Cuarta Pared (ETC). En él se aprecian algunos elementos del imaginario de Martínez Vila quien reconoce estar especialmente interesado en “la violencia (tanto la institucional como la descontrolada) y la humillación sistemática de lo femenino en nuestra cultura”. Estos motivos resuenan En la ley, en ocasiones de manera explícita, en otros casos por medio de imágenes poéticas y desgarradoras. El director Juan Ollero ha planteado una puesta en escena muy interesante que rompe por completo con la cuarta pared. Se trata de un espacio circular rodeado por el público. Sobre el suelo hay una tela con varios utensilios y herramientas del mundo rural (un hacha, un tronco, un cencerro, platos de latón, cuchillos, cubos, garrafas de agua, etc.). El tono gris de estos objetos deteriorados se complementa con un vestuario contemporáneo de la misma gama cromática que en conjunto sugieren una ambientación de posguerra. Las texturas tienen mucha importancia en esta escenografía de Davis Orrico (la arpillera, el metal de los objetos, la tierra que hay sobre la tela) con la que se consigue un efecto orgánico, de un “todo” inestable, quebradizo, como si estuviera en descomposición. Se advierte un buen trabajo actoral; si bien coincido con Liz Perales en que “los personajes están poco definidos, su pasado nos dice algo, pero no sabemos bien sus intenciones”. Al margen de este punto se trata de un montaje trabajado, con una estética cuidada y un texto muy sugerente. Recomendable.

Olivia Nieto Yusta, SELITEN@T

 

La sinopsis marca las intenciones del autor (o del equipo de producción) en relación al texto dramático. Además se intuye que los personajes pertenecen al mundo de la marginalidad que aceptan, defendiendo un modo de vida dictado por un nuevo código normativo, si bien existen personajes que lo contravienen y, parece (no queda claro), que existe una suerte de conflicto entre dos mujeres, una que quiere tener hijos y los tiene con cualquiera, frente a otra que renuncia a la maternidad, lo que parece formar parte del nuevo código. En cualquier caso, el texto plantea la posibilidad o no de implantar unas nuevas leyes, más acordes con la marginalidad de los personajes y del espacio tiempo, donde una sociedad convencional ha quedado destruida y sustituida por otra que conforma su modo de vida a lo que la naturaleza puede ofrecer. En ella el amor se plantea más como una relación incondicional, al margen de los deseos de la maternidad. El texto es fragmentario, desigual y poco claro en su formulación. La desigualdad afecta a la alternancia de escenas bien construidas con conflicto y explicitación o progresión de las ideas, junto a otras confusas; la fragmentación rompe cualquier linealidad, pero no solo la formal, sino, a veces, la del propio pensamiento del autor (no subyace o no se ve un discurso bajo la presentación de escenas casuales que no causales). Con estos problemas textuales, no resulta fácil comprender en la totalidad la propuesta del autor, aunque sí se aprecian escenas con contenido dramático o exposición de ideas interesantes, que plantean una contestación a lo aceptado por la sociedad contemporánea.

La dramaturgia del director tampoco aclara; no llena esas lagunas del texto: más parece que levante la función sin resolver mediante el dibujo escénico y un claro proceso de enunciación y de narratividad escénica, aquello del texto que no queda claro. Dispone por otra parte un espacio escénico central con cuatro gradas de espectadores y esta concepción dificulta la recepción oral del texto: se entiende el texto cuando los actores enfrentan una determinada grada, pero no siempre ocurre, cuando dicen de espaldas a una de ellas o fuera del lugar central del dispositivo, a veces, no se entiende. Por otra parte, existen escenas que se desarrollan junto a una grada, casi de manera invisible para los que no están al lado, perdiendo mucha información. Al director le falta sentido para colocar en el lugar correcto a los personajes y exigencia para que todos digan con claridad, vocalización y proyección según las circunstancias de la disposición escénica. Asimismo, los cinco intérpretes se mueven en un mismo plano, sin que existan contrastes o sin que posean dibujo propio. Se conforma con el trazo del dibujo externo textual que resulta insuficiente.

El espacio escénico, la iluminación y el vestuario reflejan los cambios socio espaciales. Trasladan a un lugar intemporal, rural, lúgubre. Se mueve dentro de una estética deliberadamente feista, que está acorde con la marginalidad y desesperanza que rezuma la propuesta escénica. Responde al concepto dramatúrgico del autor.

José Gabriel López Antuñano, UNIR


Sinopsis

Nos encontramos en el invierno de un año futuro. El mundo, afectado por las guerras y el cambio climático, está sumido en la destrucción. Es un lugar inhóspito en el que es muy difícil sobrevivir. Para lograrlo varias comunidades siguen una ley con la que mantener el equilibrio y la igualdad. Sin embargo este sistema aparentemente sólido se verá quebrado con la llegada de un personaje que pone en duda todos los valores de la comunidad.


Equipo



Autoría
Sergio Martínez Vila


Dirección
Juan Ollero










Reparto
Carmen Mayordomo, Ángela Boix, Begoña Caparrós, Carlos Troya, Fabián Augusto Gómez Bohórquez
Escenografía
David Orrico


Ayudante de escenografía
Sara Bacigalupe, Isis de Coura






Espacio Sonoro
David Orrico (Nerval), Tagore González (Nerval)
Fotografía
Irène Zóttola






Vestuario
David Orrico
Ayudante de vestuario
Sara Bacigalupe, Isis de Coura






Festivales
II Edición de Essencia Festival de la Teatralidad










Web
En la ley


Idioma
Castellano








Fecha del Estreno: 31/08/2017

Teatro: Teatro Sala Cuarta Pared

Sala:  -

Duración en minutos: 90

Género  Tragedia

En los Medios

Liz Perales, El Cultural: “Martínez Vila prueba con la ciencia ficción”

José-Miguel Vila, Diario crítico: “En la ley: un futuro inquietante”

Juan Ignacio García Garzón, ABC Cultura: “´En la ley´: futuro imperfecto”

Julio Castro, La República Cultural: “Peter Pan y la sociedad oscura ´En la ley´”

 

 


En la ley

«La obra de Martínez Vila surge de un laboratorio, con actores y directores, en la Cuarta Pared…»

Liz Perales

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