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Crítica de El sueño de la vida

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Carmen González Vázquez
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Carmen González-Vázquez

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Drama en tres partes que incluye como primer acto el texto inacabado de Federico García Lorca, apócrifamente llamado Una comedia sin título, y dos actos del dramaturgo Alberto Conejero, concebidos como un diálogo entre el acto primero lorquiano y una solución de varios de los elementos planteados por Lorca. No se trata, pues, de finalizar una obra inacabada, como repetidamente ha insistido el autor.

            El espectáculo en cartelera es una fiesta teatral para quienes concebimos que el teatro público debe trascender ideologías políticas y ponerse al servicio del ciudadano, ofreciendo alternativas culturales que lleven asociado el sello de calidad; eso permite el riesgo, la exploración, los retos tanto para creadores como para público. La Comunidad de Madrid y el Teatro Español han apostado por esa estrategia y han ganado, porque el público (nosotros) es un elemento esencial en El sueño de la vida, enrocándose con otra propuesta lorquiana que lleva ese título homónimo y que nos invita a participar en el reto de los dramaturgos. Como público el espectador se siente interpelado: se le invita a soñar desde el escenario –porque todos necesitamos en nuestra Vida una luna de Shakespeare- y a reflexionar desde la cávea –porque no podemos olvidar que en el teatro encontramos el resquicio de la realidad-.

            El título –tan calderoniano- recoge con inteligencia el guante de Lorca y de La vida es sueño, porque “los sueños, sueños son” y cuando se abre la puerta de un teatro a la realidad nos despertamos quizá demasiado abruptamente, porque la realidad no siempre es la que hemos soñado. La dualidad ficción/realidad que plantea Lorca nos lleva al teatro español más clásico, pues “ficción” procede de “modelar” (fingo): cómo cada cual (dentro y fuera del teatro, dentro y fuera de una obra) modela la realidad confeccionando sus particulares objetos de verdad. Por eso en el teatro se levanta (¡y se rompe!) la cuarta pared que introduce al público en la “ilusión” de la obra, porque illusio significa en latín introducir a alguien en el engaño. Ese querer “dejar engañarse” por parte del público cuando se entra en un teatro permite a un autor empezar con el juego de la vida a través de sus personajes.

            Pero cuando es el público el que dicta las reglas del juego, el alma del teatro se pudre. Y eso también motivó la escritura inacabada de la pieza de Lorca en un momento (años 1935-36) en que el poeta necesitaba que la escena española avanzase y se regenerase, al igual que la sociedad. No quiere Lorca espectadores jueces, ni ciudadanos verdugos. La ciudadanía –de la que forman parte también los profesionales del teatro- es el enfoque principal por el que transita Conejero para conectar con la pieza inacabada de ayer y el momento en que vivimos hoy, quizás demasiado condensado en determinados momentos de El sueño de la vida al querer recoger e intensificar los ya de por sí temas y caracteres profundos que aborda la Comedia sin título. Si hay que elegir una virtud en el empeño de Conejero ésa es su lenguaje maravilloso, tan lorquiano pero tan suyo, que no rechina en el oído cuando acaba el primer acto y que te envuelve en su musicalidad y su fuerza léxica.

            Los actores, todos, espléndidos bajo una dirección magistral que ha sabido engarzar una propuesta que engancha en cada uno de sus elementos técnicos y artísticos.

Teatro y metateatro, actores y personajes, teatro y público, teatro y sociedad, sociedad y conflicto, conflicto y personas, renovación y destrucción. Además de un Sueño, en el teatro se encuentra “el resquicio de realidad” y de pensamiento, pero también de poesía, de descanso, de alegría, de ternura, de esperanza… de vida.

 


Sinopsis

Mientras una compañía trata de representar El sueño de una noche de verano de W. Shakespeare una revolución estalla fuera del teatro; el autor-director decide abrir a la gente de la calle las puertas del teatro y que se mezcle con la gente que ya estaba dentro como público.


Equipo

Dramaturgia
Alberto Conejero
Autoría
Federico García Lorca, Alberto Conejero


Dirección
Lluis Pascual
Ayudante de dirección
Carlos Roó, Laura Velasco Mansilla (Ayte. dirección en prácticas)


Producción
Teatro Español y Comunidad de Madrid




Reparto
Dafnis Balduz/Ester Bellver /María Isasi /Raúl Jiménez /Daniel Jumillas /Jaume Madaula /Juan Matute /Antonio Medina /Chema de Miguel /Koldo Olabarri /Sergio Otegui /Juan Paños/Luis Perezagua /César Sánchez /Nacho Sánchez /Emma Vilarasau
Escenografía
Alejandro Andújar


Ayudante de escenografía
Silvia de Marta
Iluminación
Pascal Merat


Música
Miguel Huertas (pianista) e Iván Mellén (percusión)


Fotografía
Sergio Parra






Vestuario
Alejandro Andújar




















Web
https://www.teatroespanol.es/el-sueno-de-la-vida


Idioma
Castellano








Fecha del Estreno: 17/01/2019

Teatro: Teatro Español

Sala:  Sala Principal

Duración en minutos: 90

Género  Drama, Drama social

En los Medios

Álvaro Vicente,“El sueño de la vida”, en el Teatro Español, Revista Godot

Rocío García, “El teatro de Lorca retrata lo que más nos duele”, El País-Cultura

Diego Doncel, «El lugar del teatro en tiempos convulsos», ABC Cultura

Alberto Ojeda, «El sueño de la vida, la comedia con título», El Cultural


El sueño de la vida

Teatro y metateatro, actores y personajes, teatro y público, teatro y sociedad, sociedad y conflicto, conflicto y personas, renovación y destrucción. Además de un Sueño, en el teatro se encuentra “el resquicio de realidad” y de pensamiento, pero también de poesía, de descanso, de alegría, de ternura, de esperanza… de vida.

 

Carmen González Vázquez

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