Crítica de El desguace de las musas
El desguace de las musas. Tablas en decadencia, sobre tablas decadentes.
El Teatro Español coproduce junto a La Zaranda, el Teatre Romea y Teatro Inestable de Ninguna Parte, esta nueva creación escénica de la ya veterana compañía andaluza.
Sobre las tablas del Español, La Zaranda coloca las suyas propias: un local de variedades en plena decadencia. Sus artistas, algo fatigados y, al mismo tiempo, infatigables, continúan ensayando y renovando el espectáculo que, sueñan, algún día volverán a representar. Así se sucede el tiempo en este desguace asolado por el polvo, las ratas, las rencillas viejas y un tiempo detenido que, parece, no aguarda otro mejor. Las escenas se suceden en forma de sketches o números vodevil, marca de la compañía. No se hace necesaria una historia o una trama, ya que la sucesión de vivencias da cuenta de todo su universo.
La puesta en escena comienza y termina con un escenario donde los artistas practican su saludo. La escena del vodevil, formada por mesas practicables, se descompone para dar paso a otros espacios del local. Casi sin percatarnos, la escenografía fluye y discurre de un lugar a otro, de los camerinos al backstage en un trazo escénico que pareciera espontáneo. El dinamismo de la puesta en escena contrasta con el aparente estatismo de los personajes, configurados en lo físico como una deformación de lo que antaño fueron. Las voces raídas, las muletillas en el habla, el continuo murmullo y una impronta grotesca elevan el grado de teatralidad del espectáculo.
Contrasta el estilo interpretativo de los actores de La Zaranda (Francisco Sanchez, Gaspar Campuzano y Enrique Bustos) con el de Gabino Diego, inma Barrionuevo y Mª Ángeles Pérez-Muñoz. No obstante, es una observación meramente clínica de los actores, no así de los personajes que, más elevados o menos, más caricatura o retrato, sintonizan perfectamente entre ellos. La calidad de la interpretación es resultado de un trabajo coral donde todos necesitan de todos. Los egos y vanidades que se respiran en el escenario pertenecen únicamente al ámbito de los personajes, dónde siempre debieran de estar.
En el apartado dramatúrgico, el texto parece lo que debe: una necesidad de expresión de los personajes, donde nada sobra y nada falta. Impregnado de un acento andaluz, consigue dimensionar el universo decadente del cabaret.
Con este breve paso por el territorio nacional, La Zaranda nos brinda un espectáculo de teatro sobre teatro y quién sabe si de decadencia sobre decadencia.
Sergio Baños
Sinopsis
En una sala de variedades en decadencia encontramos un grupo de artistas a la espera de volver a un escenario en desuso, donde el recuerdo de tiempos pasados aún mantiene viva la esperanza de volver a representar una función que nadie, parece, quiere volver a ver. Entretanto, el elenco sigue ensayando sus viejos números.
Equipo
Autoría
Eusebio Calonge
Dirección
Paco de la Zaranda
Producción
Eduardo Martínez
Producción Ejecutiva
Sergi Calleja
Reparto
Gabino Diego, Inma Barrionuevo, Francisco Sánchez Gaspar Campuzano, Enrique Bustos, Mª Ángeles Pérez-Muñoz
Iluminación
Peggy Bruzual
Fotografía
Víctor Iglesias
Vestuario
Encarnación Sancho
Idioma
Castellano
Fecha del Estreno: 22/05/2019
Teatro: Teatro Español
Sala: Sala principal
Duración en minutos: 80
Género Esperpento
En los Medios Marta García Miranda, «‘El desguace de las musas’ de La Zaranda, retrato en technicolor de la decadencia del teatro», Cadena Ser Mario Martín Lucas, «El desguace de las Musas, crítica teatral», Tras la Máscara Alfonso Crespo,«La llama que titila en lo oscuro», Diario Sevilla José Miguel Vila, «Despierta, pueblo, despierta», Diario Crítico Óscar Bermell, «El desguace de las musas» La Finestra Marta Cervera, «El submundo de la Bodega Bohemia inspira ‘El desguace de las musas'» El Periódico
El desguace de las musas
El desguace de las musas despliega el idioma depurado de La Zaranda: la divertida agresión de las réplicas, pugilato de zarrapastrosos, que convierte a los actores en perpetuos contendientes; el fraseo repetitivo, que martillea con una sonrisa el clavo de la desesperación; también las fugas líricas –marca de la literatura metafísica calongiana–, aquí casi aforismos deletreados que exhala la desinflada troupe como últimas voluntades recalentadas por un foco portátil.
Alfonso Crespo
0 comentarios