Crítica de Consentimiento
Como espectadora madrileña de mediana edad, perteneciente a un ámbito cultural considerado afortunado para muchos, donde ver la ultima exposición, deleitarse con un buen vino y rehacer el mundo con amigos, y por supuesto ir al teatro a ver la ultima obra programada por el Centro Dramático Nacional forma parte de la vida cotidiana, las relaciones y los dilemas que presentan los personajes de Consentimiento suenan en mi cabeza como una canción pegadiza por la sencilla razón de que Nina Raine, sitúa su obra en un contexto socio-cultural similar al público al que va dirigido. No es casualidad, por supuesto. Desde el primer minuto, al descubrir esas parejas de abogados de mediana edad deambular por el escenario con un copa inmensa de vino, hablando de sus éxitos en los tribunales, sabemos que lo que pasará ahí, tiene el básico propósito aristotélico de la identificación. No nos quiere abrir un imaginario ficticio sino, todo lo contrario, anclarnos a nuestra sincrónica realidad.
Es el tipo de obra cuya trama está elaborada a la manera de un buen guión de serie moderna de abogados, cuyos actores, provenientes de una tradición cinematográfica o televisiva, optan por un juego realista honesto y entregado, moviéndose por el escenario con (¿demasiada?) comodidad y soltura donde el dispositivo escénico lucha entre un intento de modernismo y una tradición naturalista. La obra lleva dos planos de ficción que convergen en palabras claves recurrentes que son empatía, confianza y violación. El primer plano presenta el mundo “despiadado” de la abogacía apoyándose en un caso de violación y el segundo plano, exhibe la vida íntima y afectiva de esos mismos abogados “sin corazón”. La tensión va en un aumento cuando los conceptos claves mencionados mas arriba, cuestionados hasta la saciedad, vienen a perturbar y entrelazar ambos planos. Las víctimas y los verdugos se entremezclan para llegar a la conclusión de que el mundo no es blanco ni negro sino que posee muchos matices de grises.
Dramatúrgicamente hablando, las casi tres horas de duración del espectáculo están valientemente sostenidas por un reparto cómplice y disciplinado que parece seguir las instrucciones de un director meticuloso. Digo “seguir” las instrucciones del director porque a pesar de los abundantes paseos ejecutados por el escenario, están esos momentos (momentos que separan ciertas escenas determinadas, era de esperar) en los que se recurre a herramientas de ruptura dramática que consisten en movimientos coreografiados por los actores a modo de danza explicativa sobre lo anímico presentado en la obra. Esos bailes carecen realmente de pertinencia respecto al posicionamiento tradicional del juego actoral y de la trama elegidos desde un principio. Por mucho que se busque una ruptura de ritmo y/o una inyección de modernidad, este recurso incomoda y aburre más bien, tanto a los actores como al espectador y no por la ejecución del ejercicio sino mas bien por el intento fallido de modernidad y la falta de coherencia respecto al marco establecido. Asi como la elección de sostener copas de vino las tres cuartas partes de la obra y simulando beber cuando no contienen líquido ninguno, o fingir estar en estado de embriaguez cuando no se ha vertido ni una gota de vino en esas copas… Resumiendo, son elecciones que a mi modo de ver, perjudican la obra. No obstante, es de justicia felicitar a los actores por su entrega y su escucha durante toda la obra, a pesar de que resulte por momentos repetitiva y previsible.
Cristina Vinuesa
SET – ITEM
Sinopsis
Sin consentimiento se viola un cuerpo, se viola una confianza. ¿Se viola una ley? ¿Es violada una mujer cada vez que consiente en hacer sexo con su pareja ignorando que le está siendo infiel?
Consentimiento. Palabra poderosa que en manos de abogados corta como un cuchillo nuestras verdades y decide los castigos. Las palabras no son de fiar, la memoria nos falla, pero la justicia decide.
Consentimiento deja desnuda la verdad para que cada cual la vista según su conciencia, su ética o su conveniencia.
Nina Raine, mujer, 34 años, autora británica, en su última obra abre un fuego salvaje. Trenza con maestría un humor hilarante con enfrentamientos violentos y emociones extremas… Es capaz de mostrar el dolor moral y físico al que lleva a sus personajes atravesando un bosque de contradicciones. Cuatro mujeres. La abogada, la editora, la actriz, la violada. Y tres hombres, los tres abogados. Siete seres humanos incoherentes, pero que se buscan y se aman irremediablemente.
Hacer justicia es buscar los argumentos a favor de tu adversario como los buscarías en tu propio favor. Aristóteles S. IV a.C
Eso es empatía, y sin empatía no hay justicia
Equipo
Autoría
Nina Raine
Versión
Magüi Mira
Dirección
Magüi Mira
Ayudante de dirección
Juanma Romero Gárriz
Producción Ejecutiva
Centro Dramático Nacional con la colaboración del British Council
Reparto
David Lorente, Nieve de Medina, María Morales, Jesús Noguero, Candela Peña, Pere Ponce, Clara Sanchis
Escenografía
Curt Allen Wilmer, EstudioDdos
Ayudante de escenografía
Marta Guedán
Iluminación
José-Manuel Guerra
Movimiento
Toni Espinosa
Música
Bruno Tambascio
Espacio Sonoro
Bruno Tambascio
Fotografía
MarcosGPunto
Traducción
Lucas Criado
Vestuario
Ana López Cobos (AAPEE)
Ayudante de vestuario
Sandra Calderón
Diseño del cartel
Javier Jaén
Web
Centro Dramático Nacional
Idioma
Castellano
Peluquería
Sandra Calderón (tocados)
Fecha del Estreno: 09/03/2018
Teatro: Teatro Valle Inclán. Centro Dramático Nacional
Sala: Sala Francisco Nieva
Duración en minutos: 160
Género Tragedia, Drama
Consentimiento
Una función estimable, con un puñado de buenas interpretaciones y una fabulosa escenografía.
Miguel Ayanz
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