Crítica de Chicas y Chicos
Lucía Miranda toma las riendas de la versión en español del texto Girls and Boys del británico Dennis Kelly. Si en el 2018 fue la actriz Carey Mulligan la que interpretó el monólogo de Ella en el London Royal Court, justo un año después es Antonia Paso la que recoge el guante y aporta todo el peso del drama al ambigú del Pavón Kamikaze.
Durante una hora y media, la actriz se lleva al público a través de la palabra en un viaje vital intenso, contemporáneo, atrevido. El suelo escenográfico, lleno de arena, de tierra, un lugar en el que se van desenterrando los diferentes objetos -los amuletos- del personaje, atrapa al público, que se ve directamente interpelado por el transcurrir de la acción. Tanto el uso de los espacios laterales, como el aprovechamiento de la barra del bar que hay detrás de las sillas que ocupan los asistentes, generan una acción dinámica.
Narrado desde el recuerdo, personaje se sitúa en un lugar indeterminado, un claro signo escenográfico de lo que ocurrirá durante el monólogo: desenterrar recuerdos, desenterrar pertenencias de sus hijos, momentos del pasado. Mención especial a la efectiva traducción del texto (Javier Ortiz) que adapta el lenguaje soez, las referencias culturales y las frases hechas. Ortiz permite así construir un personaje cercano, y se abraza fácilmente la convención de que la aventura ocurre en un lugar cercano, local.
Antonia encarna a una Ella a veces titubeante, que cuenta las peripecias de cualquier mujer que se enfrenta a este mundo. Enamorarse en la cola de un vuelo de Easy Jet, echarle morro a una entrevista de trabajo, montar un proyecto laboral, quedarse embarazada… Son temas que van apareciendo mientras las escenas se entrelazan con momentos con sus dos hijos pequeños, que interrumpen al personaje en la exposición de su recorrido.
Si bien la conciliación laboral, la culpabilidad, el techo de cristal, son temas que se van lanzando entre el humor y la pura anécdota, poco a poco el ambiente se va enrareciendo. A través de la narración oral y el cuerpo de la actriz, cada vez más tenso, el hablar más lento, más nerviosismo, un atisbo de recuerdo que afecta al tono cotidiano inicial, se va inoculando al espectador una sensación de peligro. La proximidad de la actriz al público se junta con el recurso de los hijos-no hijos: la no-presencia de los niños (ningún actor los encarna, ella no deja de interactuar con ellos, como si estuviesen allí, demandando su atención) en el monólogo juega con la posibilidad de algo. Un algo que sin nombrarlo, puede avecinarse. El texto lo sabe: se rememora la pérdida de su hijo en un centro comercial, generando una escena con fuerte tensión dramática. Ella recupera a su hijo, solo fue un susto, pero la información lanzada juega con lo peor. ¿Qué es lo peor?
La habilidad del texto para suministrar la información, con una estructura de escenas ejecutadas con dinamismo, con una Antonia Paso que narra, recrea, revive, desentierra y arrastra al espectador al mismo epicentro del drama sin que éste se haya dado cuenta.
Chicas y chicos parte de un tono humorístico sobre “Alcohol, drogas y zorreo -y Soria-” hasta llegar al golpe de realidad, en el que nace abruptamente la tragedia. El choque que desvela la violencia del mundo en el que vivimos y abraza una temática cruda.
Un desenlace con cierta pretensión de circularidad, puesto que sitúa a la protagonista en su narración: al final el público entiende quién es, por qué razón cuanta lo que cuenta. También se planta a qué tipo de mujer le puede pasar algo así: a cualquiera.
La fuerza de la dramaturgia, unida a los movimientos escénicos de la actriz: aprovecha la cercanía con el público, lo envuelve, abraza todo el espacio como quien se mueve libre por sus pensamientos, construyen una interesante concepción de lo espectacular en un espacio tan pequeño. Todo ello, envuelto en una escenografía con un fuerte capital simbólico, genera un espectáculo vivo y poderoso, demostrando en un ejercicio de voluntad discursiva que desde un monólogo contemporáneo se puede trascender más allá del ego, devolviendo a lo social la propia pregunta planteada.
Sinopsis
Ella es divertida y audaz.
Una mujer que podría ser
cualquiera. Con un marido,
una hija pequeña que se
pasa el día construyendo
cosas y un hijo menor que las
destruye. Se ha enfrentado
a los techos de cristal,
a un trabajo al que no estaba
destinada, a la conciliación,
a sentirse mala madre, y a las
pequeñas derrotas y victorias
de la vida de cualquier mujer.
Pero las cosas no son
como parecen.
Y eso va a cambiarlo
todo. Para siempre.
Equipo
Autoría
Dennis Kelly
Dirección
Lucía Miranda
Producción
El Sol de York
Reparto
Antonia Paso
Escenografía
Anna Tusell
Construcción de escenografía
Mambo Decorados SL
Ayudante de escenografía
Marta Guedán
Iluminación
Pedro Yagüe
Espacio Sonoro
Irene Maquieira
Traducción
Javier Ortiz
Vestuario
Adolfo Domínguez, Anna Tusell
Diseño del cartel
Paula Bonet
Festivales
FIOT Carballo
Idioma
Castellano
Fecha del Estreno: 18/10/2019
Teatro: El Pavón Teatro Kamikaze
Sala: -
Duración en minutos: 90
Género Monólogo
En los Medios Ángel Esteban Monje, «Chicas y Chicos: Antonia Paso encarna a una mujer de éxito en esta obra deslavazada e inconexa del dramaturgo Dennis Kelly» Kritilo Hugo Álvarez, Chicas y Chicos, o el (alto) precio del éxito, Butacaenanfiteatro.com José Miguel Vila, Chicas y Chicos: ganas de vivir, Diario Crítico
Chicas y Chicos
«La habilidad del texto para suministrar la información, con una estructura de escenas ejecutadas con dinamismo, con una Antonia Paso que narra, recrea, revive, desentierra y arrastra al espectador al mismo epicentro del drama sin que éste se haya dado cuenta.»
Mélanie Werder
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