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Crítica de Arder y no quemarse (440 años del Teatro Español)

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Alba Rosa
Actriz y directora escénica

El 19 de octubre de 1975, a las seis menos veinte de la tarde, se producía un incendio en el Teatro Español, el más antiguo de Europa, en activo desde el año 1583. Pero no fue la única vicisitud que tuvo que superar este edificio, cuya historia es fiel reflejo de la de España y de la historia de nuestro teatro. Por ello, se trata de un trabajo de investigación a lo largo de cuatro siglos de historia que cabe agradecer, en primer lugar, a Noelia Burgaleta Areces.

Fue interesante asistir a la función justo el día del aniversario de aquel cortocircuito sucedido durante el ensayo de la obra 7000 gallinas y un camello, de Jesús Campos. En ese momento, ya conquistando el patio de butacas, los reporteros de TVE comienzan su investigación acerca de las causas a través de una grabación en vivo que nos imbuye de lleno en la época a través de la docuficción, con un diseño audiovisual que acompañará toda la función a cargo de [la dalia negra] y que le conferirá una dimensión cinematográfica.

La dramaturgia de José Padilla y Grumelot, plantea la llama del fuego como faro que sirve de guía en el tiempo a quienes están en contacto con el oficio, dando pistas acerca de que la finalidad de la función no es solo un homenaje  al edificio sino a todos los mandatarios, gestores, arquitectos, actores, dramaturgos, técnicos y público que han habitado, amado y luchado por su supervivencia.

Mikele Urroz interpreta a una inteligente y determinada Jerónima de Burgos en su amorío con un Lope de Vega interpretado por Marc Domingo Carulla. Javier Lara da vida al reformador del arte dramático en España, Isidoro Máiquez, que se enfrenta con Fernández de Moratín interpretado por Bentor Albelo. Carlota Gaviño presta su cuerpo a Margarita Xirgu, y defiende aquel proyecto renovador, discutiendo con Rivas Cherif, interpretado por Mariano Estudillo, que quiere reponer un texto de su cuñado, Manuel Azaña, algo que la Xirgu descarta con convicción. Continúan el desfile Valle-Inclán, Benito Pérez Galdós, María Guerrero o Jacinto Benavente, interrumpidos por un supuesto técnico actual del teatro que dice estar intentando solucionar un apagón, o Antoñita, viuda de Ruiz, que aún asesora al teatro en temas de peluquería. Finalmente, es el público el protagonista, abriendo un espacio de diálogo en el que cada cual puede compartir cuál fue su primera visita al teatro.

La línea cronológica de los acontecimientos se ve fragmentada y desordenada, con un dispositivo sobre el que se proyectan formas verbales que intercambian presente, pasado y futuro a modo de ruptura de las leyes temporales, de viaje en el tiempo y de recordatorio de que todo lo sucedido puede volver a repetirse. Si bien el relato está completamente al servicio de la acción bajo la dirección de Iñigo Rodríguez-Claro, hay digresiones, como la de los asuntos administrativos, que provocan irregularidades en el ritmo y alargan la función un poco más de lo necesario. Sin embargo, no hay valle que un elenco lleno de fuerza y entusiasmo no pueda remontar. Destaca también la voluntad por mantener la comedia en el tono que permite que el público mantenga el hilo y el interés de lo que sucede en escena y que lo aleja de lo que podía haberse quedado en un tour pedagógico. En este sentido, es inevitable destacar al trabajo de Pablo Chaves que construye una serie de personajes divertidísimos, en especial el de Juan Bautista Sachetti, el arquitecto italiano que reformó el edificio dejándolo tal y como es hoy en día.

También cabe destacar el uso total del espacio, desde la caja escénica hasta los palcos, en el que la escenografía de Elisa Sanz consigue un dinamismo espectacular, acompañada del videomapping de Jorge Vila que baña el teatro de forma sorprendente y el diseño de iluminación de Álvaro Guisado que nos imbuye en una hipnosis sensorial. El movimiento escénico, a cargo de José Juan Rodríguez, se ordena al son de la música de José Pablo Polo. Juntos, hacen que pasemos de una fiesta barroca a una discoteca liderada por Cristina García Gutiérrez y María Gálvez, que consiguen poner al público en pie a bailar música dance. Y no sería justo dejar de nombrar a Pepe Hannan como coordinador musical y actor de este elenco que es, ante todo, coralidad.

Fue una tarde especialmente lluviosa la del 19 de octubre de 2023, en la que no era posible un incendio, pero sí una inundación. Ese técnico que interrumpió la acción por un supuesto apagón era José L. Patiño, quien es en realidad el asistente de dirección de la función. Un hombre de teatro que confesó en escena que había una gotera en el teatro. Gotera que desde dentro del escenario podía haber sido una cascada de agua. Y es ese el sentido más profundo de la función, la alerta de que el Teatro Español nunca está, ha estado ni estará a salvo del todo, por lo que no podemos dejar de cuidarlo.


Sinopsis

Arder y no quemarse (440 años del Teatro Español) celebra los más de cuatro siglos de uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad de Madrid, que es también el teatro en activo más antiguo de Europa. Desde su inauguración en 1583 hasta nuestros días, el Teatro Español ha sido testigo de excepción de la historia del teatro en España y de los sucesos sociopolíticos y culturales más relevantes de nuestro país. En este viaje fascinante, artistas, gestores, arquitectos, técnicos o investigadores han hecho posible la conservación, preservación y transformación de este Ave Fénix, que ya ha resurgido victorioso en múltiples ocasiones de sus cenizas. Y es quizá precisamente por esto que este edificio es un símbolo para todas las personas que nos dedicamos al difícil arte teatral. A pesar de todo, El Español sigue aquí, majestuoso y frágil, observándonos con compasión mientras nos contamos y recontamos historias en unas tablas que ocupan exactamente el mismo lugar desde hace más de cuatro siglos. En su aniversario, miramos al cielo abierto del Corral del Príncipe, cerramos los ojos un instante y los abrimos bajo la imponente lámpara de cristal que hoy vemos encima de nuestras cabezas para contar esta historia como en un pestañeo, desafiando las normas del tiempo.


Equipo

Dramaturgia
Jose Padilla y Grumelot




Dirección
Iñigo Rodríguez-Claro
Ayudante de Dirección
Javier L. Patiño








Reparto
Bentor Albelo, Pablo Chaves, Marc Domingo Carulla, Mariano Estudillo, María Gálvez, Carlota Gaviño, Pepe Hannan, Javier Lara, Cristina Martínez Gutiérrez y Mikele Urroz Zabalza
Escenografía
Elisa Sanz




Iluminación
Álvaro Guisado
Movimiento
José Juan Rodríguez
Música
Coordinación musical y asesoría de canto Pepe Hannan










Vestuario
Igone Teso












Asesoría Literaria
Noelia Burgaleta Areces


Videoescena
[la dalia negra ] + Videomapping Jorge Vila
















Fecha del Estreno: 10/10/2023

Teatro: Teatro Español

Sala:  Principal

Duración en minutos: 130

Género  Comedia

En los Medios

José-Miguel Vila, “Crítica de la obra de teatro ‘Arder y no quemarse’: 440 velas en el cumpleaños del Español”, Diario Crítico Cultura [9/10]

Ángel Esteban Monje, “El mismísimo teatral español es conmemorado en su 440º aniversario a través de un recorrido por sus grandes hitos en un espectáculo muy emotivo”, Kritilo [10/10]

Raquel Vidales, “Material altamente inflamable: la historia del teatro más antiguo de Europa de incendio en incendio”, El País [9/10]

Luis Muñoz Díez, “Arder y no quemarse (440 años del Teatro Español)”, Tarántula [9/10]

Ismael Lomana, “Un teatro arde”, Platea [10/10].

Horacio Otheguy Riveira, “Ante los 440 años del Teatro Español: Arder y no quemarse, una lúdica aventura”, Culturamás [5/10]

 

Reportaje: Diego Da Costa, “Arder y no quemarse se estrena el 10 de octubre en el Teatro Español, un homenaje a sus 440 años de historia”, CinemaGavia.

Entrevista: Aescena, “Íñigo Rodríguez-Claro, director de «Arder y no quemarse (440 años del teatro español)», Aescena.


Arder y no quemarse (440 años del Teatro Español)

No es solo un homenaje al edificio sino a todos los mandatarios, gestores, arquitectos, actores, dramaturgos, técnicos y público que han habitado, amado y luchado por su supervivencia (..) Es ese el sentido más profundo de la función, la alerta de que el Teatro Español nunca está, ha estado ni estará a salvo del todo, por lo que no podemos dejar de cuidarlo

Alba Rosa

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