Crítica de Afasians. The last conference

Javier Jacobo González Martínez

ITEM-UNIR

Es una obra esencialmente multidisciplinar: danza, música, teatro y ciencia. Además se presenta en diversidad de formatos: conferencia, espectáculo, concierto y tantos otros. Dos acciones con las que empieza el evento provocan el continuo desequilibrio que se prolonga hasta el final: un concierto para el desconcierto y un programa que desprograma. Al entrar en la sala una pareja de intérpretes entrega la documentación de esta pseudo conferencia. La otra pareja de intérpretes está tocando unos temas para amenizar la espera del comienzo del espectáculo que realmente ya está iniciado. La documentación consiste en un programa de actos que se asemeja a un encuentro científico, pero repleto de ideas afásicas: «el noyotros y la destrucción del Yo», «¿Miramos suficiente a nuestras partículas? ¿O demasiado?», «Ontogénesis del bocadillo vegetal de atún» y «yo no soy yo pero digo que soy yo para que me entendáis». También se ofrece un cuestionario para cumplimentar tras la conferencia en el que se pide que muestres el grado de identificación con una onda, una partícula, Sancho, Quijote, gato vivo, gato muerto, etc. Mientras sigue la espera, se ofrece cerveza o vino, que desde luego nunca llega, por mucho que el público se empeñe en que los intérpretes apunten bien su elección.

 

No es tarea sencilla definir el género de este espectáculo. Podríamos decir que es una conferencia, pero como hacen los propios creadores tanto en la puesta en escena como en los folletos, se trataría de una falsa conferencia. Quizás estemos ante una comedia experimental. Es comedia por lo risible y la crítica. Es experimental porque es de ejecución directa, provisional e innovadora.

 

Los cuatro intérpretes realizan un trabajo finamente ensayado y exactamente realizado. Es un trabajo complejo que consiguen coordinar con armonía y precisión. Se podría citar también la intervención de un quinto intérprete: un foco que está mecanizado para posibilitar su desplazamiento por el escenario. Se mueve teledirigido y va creando distintas atmósferas al tiempo que subraya la relevancia de determinados momentos.

 

Adquiere una gran importancia la música pues es ejecutada en directo, es experimental y se produce a partir de medios francamente inusuales. También las danzas que presentan son originales y novedosas. El lenguaje en muchas ocasiones se vuelve incomprensible para la razón, pero no para el sentido rítmico musical.

 

El espacio escénico no acoge más que una mesa convertida en multiplicador sonoro, un sofá que funciona como instrumento y micrófonos que hacen en ocasiones de batería musical. Llega un momento en que hasta sus propios cuerpos y su movimiento se convierten en creadores del espacio sonoro. Por tanto, estamos ante nuevos instrumentos, nuevos sonidos, nuevos ritmos y otro teatro.

Javier J. González, UNIR