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Nápoles millonaria

Crítica de Nápoles millonaria

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Carmen González Vázquez
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Que Eduardo de Filippo fuese actor además de autor se reconoce en la configuración de los personajes de Nápoles millonaria como unos actores que representan distintos papeles según dialoguen con unos u otros. Sin embargo, el escenario, como la vida, acaba supurando la verdad por mucho que la disfracemos o la adornemos con palabras. El contexto difícil en el que se inserta el argumento trae ante el espectador varias cuestiones importantes: ¿el fin justifica los medios? ¿las acciones humanas están determinadas por las circunstancias? La elección cuando una persona se posiciona en la vida ¿está irremediablemente vinculada a las otras personas de las que nos rodeamos? ¿Es posible establecer otro tipo de relaciones con las personas que forman parte de nuestra vida?

El mayor acierto de Antonio Simón es reconocer toda la verdad que se esconde entre las medias verdades que planean por la obra y no precipitarla para activar las emociones del espectador. Deja que la incomprensión y la incertidumbre que se reparte por los distintos personajes en momentos distintos de la obra ocupen su lugar para que el relato no sea lineal y el espectador pueda ir componiendo el puzle complejo que es Nápoles millonaria. En un momento de crisis económica y guerra, transitamos desde la ingenuidad de la ideología de don Genaro -que se convierte en fortaleza moral para los otros personajes cuando las necesidades materiales han finalizado para la familia y amigos-, hasta la fortaleza moral para sacar a la familia adelante de doña Amalia, mujer que se adapta a los tiempos y aprovecha cualquier posibilidad para que los suyos nos pasen necesidades, abocándolos a una crisis moral invisible bajo el manto del dinero. Pero entre esos dos extremos destaca cómo marido y mujer, tan separados en propósitos vitales, son cómplices y partícipes para salir de los conflictos. Una “porca miseria!” que Eduardo de Filippo ambienta en la segunda guerra mundial, pero cuyos temas y reflexiones son tan reconocibles en su universalidad que, con justicia, Nápoles millonaria ha entrado ya en el repertorio de los clásicos (“debe pasar la noche”).

Los actores -todos, en su vertiente coral y en su individualidad- han dotado de verdad a sus personajes, han sabido crecer y hundirse con ellos. Una lección de oficio por parte del director y del equipo artístico, en los que todos los elementos de la representación parece que fluyen solos y que es la demostración del trabajo tan pensado que hay detrás. La música, la ambientación, el ritmo, el movimiento, la interpretación van de la mano con una escenografía envolvente y metafórica que nos traslada a la época -como el vestuario-, pero que no nos saca tampoco del momento presente.

Filippo es un autor de la palabra. En ella se contiene todo, desde el diálogo más banal a la frase más intencionada. Juan Asperilla ha sido capaz de mantener la riqueza de la palabra original en el texto en traducción, reforzada por la interpretación de los actores con sus gestos, sus entonaciones, sus miradas y sus silencios. Por eso en esta función del Teatro Español no hay moral facilona, ni adoctrinamiento, ni maniqueísmo. Y en estos tiempos de cultura segura, quiero destacar la dificultad de que algunos de los actores utilicen la mascarilla cuando entran en escena desde el patio de butacas sin romper la ficción de la función en momentos en los que el público está totalmente inmerso en ella.

Esta Nápoles millonaria es un regalo para la cartelera madrileña y quedan días para verla (hasta el 28 de marzo). Deseo que pueda recorrer otros escenarios. Nos hace reír, nos hace sentir la ternura, reconocernos también en las vilezas propias y ajenas, ser conscientes de las dificultades que supone vivir y que, por encima de las frustraciones que otras personas y situaciones nos puedan hacer sentir, esta obra nos recuerda, como dice Genaro, que “de esta situación sólo se sale con el corazón”. La bondad es un buen asidero.

Carmen González

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Sinopsis

¡Nápoles millonaria!, una de las mejores creaciones de Eduardo de Filippo; y un referente de la dramaturgia europea del siglo XX, es una obra sobre la necesidad de recuperar los valores humanos. En ella se habla de hechos muy concretos: la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Nápoles y los Jovine, una familia de clase trabajadora; pero todo cuanto ocurre es atemporal y universal. Toda guerra es un período de sombra. Uno solo piensa en la supervivencia, en sí mismo y en sus propios objetivos. El otro no cuenta. Cuando eso ocurre, hay que detenerse, reflexionar, hacer examen de conciencia e intentar recomenzar y sanar errores y heridas. «Tiene que pasar la noche» son las célebres palabras con las que se concluye la obra. Para Eduardo, solo «hacer el bien» salva al ser humano. Todos estamos en el mismo barco; y, antes o después -nadie sabe cuándo-, precisaremos de la ayuda de los otros. Eduardo no deja de ser, en su comicidad y su tragedia, un humanista laico. Busca, en medio de la oscuridad, el perdón, la esperanza y la luz… Busca la redención y la paz; porque, como bien dice: «La guerra no ha terminado».


Equipo



Autoría
Eduardo de Filippo


Dirección
Antonio Simón
Ayudante de dirección
Gerard Iravedra, Marlene Michaelis Breva
Adaptación
Juan Asperilla
Producción
Teatro Español, Vespa Roma




Reparto
Elisabet Gelabert, Roberto Enríquez, Dafnis Balduz, Nuria Herrero, Raúl Prieto, Óscar de la Fuente, Fernando Tielve, Lourdes García, Rocío Calvo, José Luis Torrijo, Mario Zorrilla
Escenografía
Paco Azorín


Ayudante de escenografía
Fer Muratori
Iluminación
Pedro Yagüe
Movimiento
Luis Romero


Espacio Sonoro
Lucas Ariel
Fotografía
Jesús Ugalde
Traducción
Juan Asperilla, Juan Asperilla




Vestuario
Ana Llena
Ayudante de vestuario
Tania Tajadura














Video escena
Pedro Chamizo






Idioma
Castellano








Fecha del Estreno: 24/02/2021

Teatro: Teatro Español

Sala:  Sala principal

Duración en minutos: 120

Género  Tragicomedia

En los Medios

-Raquel Vidales, El País“La lección de Eduardo de Filippo. Antonio Simón dirige con buen oficio ‘¡Nápoles millonaria!’, fabulosa tragicomedia para tiempos oscuros”

-Julio Bravo, ABC‘¡Nápoles millonaria!’, sobrevivir en tiempos de guerra

El Teatro Español estrena una nueva producción de una de las obras maestras de Eduardo de Filippo”

-Rocío García, El País, “Canto a la ética y la bondad en años de penuria y bombardeos

Antonio Simón estrena ‘¡Nápoles millonaria!’, una tragicomedia escrita por Eduardo de Filippo al acabar la Segunda Guerra Mundial”

– Alberto Ojeda, El cultural, “¡Nápoles millonaria!’: debe pasar la noche. Escrita durante la Segunda Guerra Mundial, la obra de Eduardo De Filippo refleja las diversas reacciones del ser humano ante un trauma. Antonio Simón la estrena en el Teatro Español”

-José Miguel Vila, Diario crítico, “Nápoles millonaria: la guerra no ha terminado”,

Entrevistas y reportajes

Juan Asperilla dialoga con Antonio Simón, léelo aquí

Diálogos del Español: Raúl Losánez y Elisabet Gelabert, ver aquí

Cayetana Guillén Cuervo, Atención obras, 18 de marzo 2021, ver aquí

El PaísBabelia, Elisabet Gelabert: “Llamarte como tu personaje es perturbador”


Nápoles millonaria

«Esta Nápoles millonaria es un regalo para la cartelera madrileña y quedan días para verla. Deseo que pueda recorrer otros escenarios. Nos hace reír, nos hace sentir la ternura, reconocernos también en las vilezas propias y ajenas, ser conscientes de las dificultades que supone vivir y que, por encima de las frustraciones que otras personas y situaciones nos puedan hacer sentir, esta obra nos recuerda, como dice Genaro, que “de esta situación sólo se sale con el corazón”. La bondad es un buen asidero.»

Carmen González

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