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Crítica de Hamlet

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Almudena García González, Julio Vélez Sainz, Miguel Ángel Jiménez Aguilar
UCLM, ITEM-UCM, SELITEN@T

 

La Compañía Nacional de Teatro Clásico sabía, sin duda, a quién apoyaba en esta coproducción con Kamikaze teatro, para llevar al escenario de nuevo a uno de los clásicos de Shakespeare por excelencia: Hamlet. El hecho de ser una obra tan representada y conocida, al tiempo que compleja, tal y como el mismo director reconoce en el programa de mano “tiene algo de suicida”. Se trata, desde luego, de una apuesta arriesgada pero en la que con una excelente versión y dirección de Miguel del Arco, una sencilla pero muy efectiva escenografía y unas soberbias interpretaciones por parte del elenco completo, el equipo se ha hecho con la mejor baza y puede estar seguro de su éxito. El público no puede más que entregarse a la propuesta de Kamikaze y verse sumido en el oscuro mundo del castillo de Elsinore tras la muerte de su rey y al ascenso al trono del hermano de este, para vivirlo desde la inquietante angustia del príncipe Hamlet; el sufrimiento de Ofelia, superada por los desoladores acontecimientos que acaban de un día para otro con su cuento de hadas; la desesperación de Laertes que pierde casi simultáneamente a su padre y a su hermana; los remordimientos de la reina Gertrudis; la ambición y la ira de Claudio ante una situación que creía controlada pero que se desmorona rápidamente ante las acciones de Hamlet y la frustración de Horacio que ve cómo el príncipe se acerca a un precipicio llevándose consigo a cuantos lo rodean y no encuentra el modo de frenarlo.

Una cama, unas grandes cortinas y algunas proyecciones en una gran pantalla al fondo del escenario son los básicos elementos con los que juega la puesta en escena. Las cortinas se abren y se cierran y la cama se acerca y se aleja del espectador, gira y acaba desapareciendo tras bajar una gran plataforma que crea una nueva altura, para conseguir diferentes espacios de forma rápida y efectiva. Las imágenes, de lluvia, agua y fuegos artificiales apoyan momentos puntuales ayudando a formar una atmósfera que acompaña a las acciones y, sobre todo, a los sentimientos de los protagonistas.

Ya se ha resaltado al comienzo la interpretación de los actores, todos ellos rostros muy bien conocidos del cine, la televisión y el teatro, especialmente en estos dos últimos medios. El elenco de siete actores se basta para interpretar todos los papeles, en algunos casos hasta cuatro de ellos. Son dos horas y media de espectáculo, sin descanso, y la tensión y concentración de todos ellos no cede. Las actuaciones son ejecutadas con maestría –aunque en momentos puntuales, alguna resulte algo afectada-, pero no podemos dejar de destacar el trabajo de Israel Elejalde y de Ángela Cremonte. El actor muestra excepcionalmente el juego de locura y fingimiento del personaje, la terrible angustia que lo corroe ante la pérdida de su padre y la tremenda carga de la venganza que le impone su espíritu. En una entrevista, señalaba Elejalde que no creía que este papel, a pesar de que supuestamente el protagonista ideado por Shakespeare tuviera unos 30 años, pudiera interpretarlo a esa edad un actor de hoy en día, en que la madurez se alcanza más tarde. Realmente su soberbia interpretación requiere de una madurez y conocimiento del hombre y la vida que no sabemos si hubiera sido capaz de transmitir antes, nadie mejor que él lo sabe, pero, sin duda, consigue que el espectador, en ningún momento, se planteé la elección de este gran actor para uno de los papeles más deseados y complejos de la escena. Por su parte, Ángela Cremonte logra trasmitir a la perfección el proceso que lleva a la locura a Ofelia, incapaz de asimilar los terribles acontecimientos que desmoronan su existencia. Arriesgada, pero muy acertada, resulta su caracterización tras la muerte de Polonio y el rechazo de Hamlet, por la mezcla de risa, ternura y angustia que despierta. Un acierto del director y una ejecución perfecta por parte de la actriz.

En definitiva, Kamikaze producciones ha logrado un espectáculo novedoso y al mismo tiempo fiel a lo ideado por el dramaturgo inglés, que no puede dejar de recomendarse.

 Almudena García González, Universidad de Castilla-La Mancha

 

Hace unos años, Stephen Greenblatt firmaba uno de los libros más intrigantes que se han leído en las últimas décadas sobre el Bardo de Avon. En él, Hamlet in Purgatory (lamentablemente todavía sin traducción al castellano), el catedrático de Harvard mantenía la posibilidad de que la prohibición de la imaginería del purgatorio en la Inglaterra isabelina afectara varios de sus textos, entre otros, el famoso fantasma del padre del príncipe Hamlet de Dinamarca. Shakespeare, y su personaje por extensión, serían personajes en el límite entre dos cosmogonías contrapuestas.

El de Miguel del Arco se acerca—sin necesariamente presentar la misma visión religiosa del personaje—a esta noción de liminalidad.  La adaptación procura una serie de cambios significativos en las primeras escenas de la obra, que se abre precisamente con un «Me muero, me muero. Estoy muerto», que, seguido de un sentido de inevitabilidad («todo el que vive debe morir») y por una de las imágenes más caras a Shakespeare («ser rocío»—vid. Hamlet I.1.143 o I.3.171), nos sitúan a Hamlet, precisamente, en un estadio post-mortem purgatorial.

Su lectura del personaje lo acerca al debate entre la vida y la muerte, entre matar y morir, entre el deber de la vendetta y la duda racional.  De igual modo, del Arco presenta la obra entre el polo del teatro clásico (que intenta representar la realidad) y el contemporáneo (que intenta sobrepasarla) y parte de un acercamiento cercano a los planteamientos del teatro expresionista. Se oyen ecos de la escenografía de un Kantor y algún guiño de carácter brechtiano que conforman una resolución modernizadora al quizá más clásico dentro de los clásicos. Por ejemplo, recordará el lector que Hamlet desentraña el asesinato de su padre al poner en escena una obrita modificada por él mismo titulada La ratonera; pues bien, esta versión suena mucho a teatro posdramático al estilo de un Rodrigo García: imágenes con puntero láser, figuras inmóviles, etc. Asimismo, el actor que dirige la compañía se representa a sí mismo, etc.

Por otro lado, Israel Elejalde, el actor que interpreta Hamlet, que firma un gran trabajo, mantiene el tipo bastante bien aunque comienza con una intensidad muy alta que a duras penas puede mantener. Es agotador verle. Las magníficas escenografías, iluminación y vídeo (de Eduardo Moreno, Juanjo Llorens y Joan Rodón respectivamente) son uno de los grandes alicientes de esta obra. Por medio de un video se proyectan imágenes varias sobre las distintas escenas de modo que pasamos de Ríos a mares a nieve o a imágenes urbanas. Algunas soluciones son, quizá, más discutibles. Vienen a mente, en concreto, la profusión de números musicales, quizá un poco excesiva para una obra que está diseñada para durar casi tres horas. Quizá lo más arriesgado de la obra sea la elección de Ofelia. El personaje es el más salpicado por múltiples números musicales, y la llegamos a ver desde interpretando poses de heavy metal e incluso un reggaetón.

En definitiva, es este un Hamlet destacable, que ilumina y cuestiona por momentos. En definitiva, un personaje turbulento para estos turbulentos momentos, donde la podredumbre apesta igual que en aquella Dinamarca que recreaba el Bardo.

Julio Vélez Sainz, SET/ITEM

 

La versión de Hamlet que realizara Miguel del Arco se podría calificar de fantasmagoría, de viaje onírico por las galerías de un joven príncipe que conoce una terrible realidad, a la que tiene que enfrentarse irremediablemente, pero ante la que ignora, aunque intuye, los oscuros designios de la muerte. En su lecho, entre la vigilia y el sueño, Hamlet revive los momentos más trágicos que acaba de vivir, como la celebración de la boda entre su madre y su tío y padrastro, o el primer encuentro con el fantasma de su padre, narrados por Ofelia y dramatizados por los espectrales personajes que cercan al protagonista.

Con una decoración minimalista, que se reinventa fatalmente llegado el momento; una iluminación tenue y sombría, que confiere expresionismo al espacio acotado por paneles, cortinas y sugestivas imágenes; y una ambientación lúgubre y tétrica, que se apodera irremediablemente del espectador; con todo ello, la atmósfera de ensoñación invade poderosamente la escena, materializada en los ecos de las canciones de cuna, el rumor del tiempo airado y de la naturaleza embravecida, las más bajas pasiones y las sospechas más crueles de los personajes, que viven y reviven con pasión, tormento y sarcasmo cada secuencia vivida. Hasta con melancolía. Y, por supuesto, con enorme presentimiento de la muerte.

Con un Hamlet-Israel Elejalde que vertebra esta propuesta original de Miguel del Arco, audaz, fragmentaria, las dudas existenciales logran gravitar a su aire entre la conciencia más temerosa y el visceral deseo de venganza, entre la duda y la culpa y la necesidad de restablecer el orden violentado mediante la traición. El resto de personajes, una Ofelia-Ángela Cremonte, un Laeter-Cristóbal Suárez, un Polonio-José Luis Martínez, un Claudio-Daniel Freire, un Horacio-Jorge Kent y especialmente una Gertrudis-Ana Wagener radiantes, incide de tal manera en la incertidumbre del príncipe, que esta personal revisión de Hamlet, tomada a partir del original inglés, termina calando en los más profundo de nuestras obsesiones, de nuestras enajenaciones. Y para ello, Miguel del Arco no escatima en pagar el precio de suprimir cualquier lugar común, el “ser o no ser”, que pueda hacer que nos sintamos cómodos y, por tanto, donde podamos dejar de reconocernos.

 

Miguel Ángel Jiménez Aguilar, SELITEN@T


Sinopsis

Hamlet, príncipe de Dinamarca, acude al encuentro del espectro de su padre, recién asesinado, quien la encarga matar a Claudio, tío y padrastro de Hamlet, responsable de la muerte de su padre, casado posteriormente con Gertrudis, madre de Hamlet, y coronado rey. El joven príncipe, entre constantes dudas, confiesa a su madre que conoce la verdad de los hechos. Tras una segunda visita del espectro, que le pide prudencia, Hamlet asesina por error a Polonio, padre de Ofelia, la cual enloquece y se suicida. Finalmente, Claudio y Laertes, hijo de Polonio, urden un plan que termina con la muerte de la reina, el rey, Laertes y el propio Hamlet. Fortimbrás asume la corona y Horacio queda encargado de contar la trágica historia.


Equipo



Autoría
William Shakespeare
Versión
Miguel del Arco
Dirección
Miguel del Arco
Ayudante de dirección
Aitor Tejada


Producción
Compañía Nacional de Teatro Clásico, Kamikaze Producciones, Aitor Tejada (Dirección de producción)
Producción Ejecutiva
Jordi Buxó, Pedro Forero (Producción en gira)
Ayudante de producción
Pablo Ramos
Reparto
Israel Elejalde, Ángela Cremonte, Cristóbal Suárez, José Luis Martínez, Daniel Freire, Jorge Kent, Ana Wagener
Escenografía
Eduardo Moreno


Ayudante de escenografía
Lorena Puerto
Iluminación
Juanjo Llorens, Nacho Vargas
Movimiento
Jesús Esperanza (Maestro de esgrima)Kike Inchausti (Lucha escénica)
Música
Arnau Vilà
Espacio Sonoro
Enrique Calvo (Técnico de sonido)Sandra Vicente (Studio 340)








Vestuario
Ana López
Ayudante de vestuario
Beatriz Robledo






Festivales
Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro






Video escena
Juan RodónNatalia Moreno (Ayudante de vídeo)


Web
Hamlet


Idioma
Castellano








Fecha del Estreno: 18/02/2016

Teatro: Teatro de la Comedia. Compañía Nacional de Teatro Clásico

Sala:  -

Duración en minutos: 165

Género  Tragedia

En los Medios

Esther Alvarado, El Mundo: «Hamlet se vuelve Kamikaze»

Ignacio Vieming, Bloggin’madrid: «La ironía de Hamlet»

Aldo Ruiz, EL TEATRERO: «Israel Elejalde: un majestuoso ‘Hamlet’ cincelado por la mano maestra de Miguel del Arco»

Enrique Lázaro, Cover set : «Ser o no ser. Shakespeare… esa es la cuestión»

Helena Martínez, La espuma de los días: «Siete personajes en busca de Hamlet»

Helena Núñez Guasch, Cultura Joven: «El Hamlet de Israel Elejalde brilla en el Teatro de la Comedia»

Ángel Esteban Monje elpulso.es: «Israel Elejalde hace un virtuoso príncipe de Dinamarca con giros estupefacientes»

Liz Perales, El Cultural, El Mundo: «Hamlet en chándal y acechando entre cortinas»

José Catalán Deus, Periodista Digital: «El Hamlet de Miguel del Arco»

Javier Villán, El Mundo: «El teatro puro e impuro de Del Arco»

Juan Ignacio Garzón, ABC: ««Hamlet», con la dirección de Miguel del Arco: Mientras agonizo»

Horacio Otheguy Riveira, Culturamas: «Un Hamlet Kamikaze: hallazgos y extravíos en una habitación con vistas».

Antonio Hernández Nieto, El Huffington Post: » ‘Hamlet’ o Shakespeare en el limbo»

José-Miguel Vila, Diariocrítico.com: «Un ‘Hamlet’ memorable»

Javier Vallejo, El País: «Otra noche con ‘Hamlet'»

Jesús Redondo, Subido a un escenario: «Hamlet, ingenio afilado, lunática aptitud»

Hugo Álvarez Domínguez, Butaca en anfiteatro: » ‘Hamlet’, o ¿ya no huele a podrido en Dinamarca?»

Raúl Losánez, La Razón: «El alma diseccionada de Hamlet»

lucasfh1976: «Un ‘Hamlet’ de muy alto nivel»

Miguel Gabaldón, Notodo.com: «Miguel del Arco y Shakespeare: hacer o no hacer un nuevo Hamlet, esa la cuestión»

María José Cortés Robles, La Conocida: «Las Crónicas de MJ: Hamlet de Miguel del Arco»

Manuel Hidalgo, El Cultural, El Mundo: «A vueltas con ser o no ser»

Almudena Salort, Just another viewpoint: «Esta obra no puede tener otro mejor calificativo… A L U C I N A N T E!»

Marcos Ordóñez, Babelia, El País: «Príncipe Elejalde»

Alberto Morate, El Blog de entradas.com: «Miguel del Arco arriesga, se lanza sin red desde el trapecio y lo hace con gran espectacularidad y superando las más difíciles piruetas.»

Moises C. Alabau, En platea: «Cuando pensábamos que lo habíamos visto todo…»

Domingo Herráiz Amores, De mis pasos en la tierra: «Si esta carne mía…»

José Alba, En Un Entreacto: «Hamlet»

Lo mío es puro teatro (y otros espectáculos) : «Hamlet Kamikaze»

Javier Reche Salas, XYZ : «Miguel de Arco vuelve a sorprender»

Jonás Sainz, Diario LA RIOJA: «Hamlet a vida o muerte»

Víctor Iriarte, Noticias de Navarra: «Hamlet terrenal»

P. A. Marín Estrada, El Comercio: «Un Hamlet fiel y actual»

S. Fernández, La Nueva España: «Olor a podrido y un ‘Hamlet’ Kamikaze»

Óscar Brox, DÉTOUR: «Hamlet, de Kamikaze Producciones y CNTC. Sombras de Dinamarca»

Moisés Morán Vega, El Patio de los Cangrejos: «¿Qué he visto? Hamlet de William shakespeare versión de Miguel del Arco»

Victoriano S. Álamo, Canarias 7: «Lo demás es silencio»

Arturo Padrón, Mardteatro: «Hamlet vs. Elejalde»

Natalia Eseverri, El arcón de Natalia:»El loco emocional que atrapó el escenario»

Antonio Illán Illán, ABC: «Kamikaze borda un Hamlet innovador en el Teatro de Rojas»

Patricia, Perdida en los teatros: «Hamlet, porque algo huele a podrido en Dinamarca»

Rafael Campos, El Periódico de Aragón: «Hamlet, tragedia inacabada»

AL Esnaporaz, blastingnews: «La locura siempre es la verdad»


Hamlet

Una reescritura clara y expresiva desde el soliloquio inicial, una puesta en escena atractiva y resoluta…

Javier Vallejo

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