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Crítica de La casa de Bernarda Alba

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Almudena Gavala Alustiza
Prácticas, Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM

La casa de Bernarda Alba fue escrita por Federico García Lorca en 1936. La primera representación en España, tras la puesta en Escena en 1945 en Buenos Aires por Margarita Xirgu, fue en 1950. Tras tres distintas representaciones, Jose Carlos Plaza, en 1984 nos presenta a una Bernarda más humana, menos maléfica, cuyas acciones son producto de su propia torpeza, su propia ignorancia, cuyo leitmotiv es la represión a la no quiere hacer frente porque no conoce otra forma de vivir. La Bernarda de José Carlos Plaza reprime porque está reprimida. Sus hijas no se desvinculan tampoco de lo que les rodea, el miedo y la costumbre las mantiene en un vaivén de intenciones contradictorias.

El tañir de las campanas, nos abre la puesta en escena de José Carlos Plaza, hacia una amplia sala de estar, escenografía fija de espacio único, en la que unos grandes corpóreos constituyen las paredes que dividen el escenario en la sala, el corredor y las habitaciones al fondo desde las que tres grandes ventanales evocan el patio interior.  Un mesa y varias sillas son más que suficientes para cubrir la estancia de una familia de clase media. La tenue luz de la sala, acorde a la tenue luz de las vidas de Bernarda y sus hijas junto con el luto de sus vestidos crean la atmósfera necesaria.

El argumento de esta obra es de sobra conocido; Bernarda Alba (Berta Riaza), viuda por segunda vez a los 60 años y dispuesta a cumplir los rigurosos ocho años de luto arrastra consigo en sus privaciones a sus cinco hijas interpretadas por Mar Díez (Magdalena), Paca Ojea (Angustias), Pilar Bayona (Amelia), Enriqueta Carballeira (Martirio), Ana Belén (Adela), a la vista de las criadas y de Mari Carmen Prendes (Poncia) testigo que augura un mal presagio para todas ellas mientras Aurora Redondo (María Josefa) escindida de la realidad que las rodea recuerda y provoca todo aquello que las hijas de Bernarda anhelan.

La soberbia interpretación de todas ellas, sin decaer en ningún instante y desde la humanidad de sus personajes, mantiene la intensidad del dolor, la sensibilidad y la fuerza en un equilibrio perfecto durante las 2 horas que dura esta más que humana puesta en escena.


Sinopsis

Nuestra primera intención es la «comprensión». Comprensión de los comportamientos de Bernarda y de sus hijas. No son monstruos ni seres robotizados. No hay verdugo y cinco víctimas. Bernarda no es la fuerza bruta, sino una mujer reprimida y, por tanto, represora, una mujer inculta, sin armas culturales ni experiencias que la permitan moverse de sus normas, normas que la han inculcado, que la rodean y sin las cuales no pueden vivir. No conoce otra forma de actuación y sin ella se pierde. Tiene sesenta años, sesenta años de soledad, de aislamiento, de frustración vital.


Equipo



Autoría
Federico García Lorca


Dirección
José Carlos Plaza
Ayudante de dirección
María Ruiz


Producción
Teatro Español




Reparto
Aurora Redondo, Pilar Bayona, Ana Belén, Paula Borrel, Mercedes Calvo, Enriqueta Caballeira, Paloma Catalán, Herlinda Cembreno, Mar Díez, Eva Gerr, Ana Guerrero, Mercedes Martínez, María Molero, Paca Ojea, Consuelo Pascual, Mari Carmen Prendes, Berta Riaza, Arantxa Romero, María Rus, Carmen Vidal
Escenografía
Andrea D’Odorico




Iluminación
José Luis Rodríguez


Música
Mariano Díaz


Fotografía
Antonio de Benito






Vestuario
Pedro Moreno


Realización de vestuario
Peris Hnos


Diseño del cartel
Joaquín Molina
















Idioma
Castellano


Peluquería
Vda. De Ruiz




Fecha del Estreno: 16/11/1984

Teatro: Teatro Español

Sala:  Sala principal

Duración en minutos: 126

Género  Drama

En los Medios

Fietta Jarque, “Plaza estrena un montaje de ‘La casa de Bernarda Alba’ que rechaza los tópicos simbólicos”, El País, (7/10)

 

 

Lola Santa Cruz, “Todas las mujeres de Bernarda Alba”, Revista El público, 15

 

“Aurora Redondo rota, pero invencible” Revista El público, 15

 

 


La casa de Bernarda Alba

La soberbia interpretación de todas ellas, sin decaer en ningún instante y desde la humanidad de sus personajes, mantiene la intensidad del dolor, la sensibilidad y la fuerza en un equilibrio perfecto durante las 2 horas que dura esta más que humana puesta en escena.

Almudena Gavala

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