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Crítica de Nekrassov

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Carmen González Vázquez
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“Mentiras de interés público”, justifica uno de los personajes. Esta puesta en escena incide en la manipulación de la información en distintas escalas: mentiras orquestadas por el poder, por el contrapoder, por quienes trabajan para ellos o creen en ellos, y mentiras particulares a nivel individual que repercuten también, cómo no, en el contexto social y colectivo de cada persona.  El retrato satírico de Sartre encontró un marco ideal en aquel comienzo de la Guerra Fría entre los dos bloques y en la histeria colectiva de desconfianza sobre la que grupos interesados -personas individuales que se van agrupando, al fin y al cabo- tejen sus telarañas para atrapar al prójimo. Se comprende, pues, la actualidad de esta obra y que la sala de La Abadía haya llenado sus butacas de espectadores y de aplausos porque, si bien la adaptación de la obra se ha dejado fuera del espectáculo buena parte de la enjundia sartriana de la obra original, el texto que ofrece Brenda Escobedo desliza las líneas críticas del pensamiento del filósofo: el egoísmo y la debilidad del ser humano que condicionan sus decisiones y, con ellas, las consecuencias de los actos para uno mismo y para la sociedad. Aunque los sucesos tienen un marco colectivo, en definitiva, son, en palabras de Sartre, “seres humanos, no humanidad”, seres que en sus decisiones tienen la llave de la libertad, del éxito, del fracaso, de la fe (buena o mala), de la salvación o de la esclavitud en cualquiera de sus acepciones. No es extraño que la responsabilidad en cada acto conlleve angustia, pero eso implica, más allá del existencialismo como corriente filosofía, la conciencia de existir y de existir con otros.

            Por eso, aunque nuestra actualidad está salpicada (o escupida) de fake news, nomenclatura moderna que suaviza las mentiras de toda la vida, un montaje como Nekrassov incide no en la noticia, que es cambiante, sino en la estructura de la manipulación, que es tan vieja como el ser humano. Sea en un periódico, una red social, un entorno laboral o una comida familiar toda mentira nace y crece de la misma manera, pero muere de forma distinta, porque a veces mata mezquinamente y no muere.  Y ese mensaje sartriano llega al espectador para hacerle cómplice de lo que ocurre en el escenario y recordarle que las palabras no son solo palabras, porque el lógos, bien lo sabían los griegos, significa a la vez la palabra verbalizada y escrita, pero también la palabra conformada en el pensamiento. Y el pensamiento, sobre todo si se tiene poder, es acción, particular, privada, pública o política, pero acción, a la que se opone la frustración de quien sabe que la realidad no es como la cuentan, pero no puede hacer nada para cambiar ni el rumbo ni la fuerza de otros. Cuántas Casandras advierten de la verdad sin que nadie les haga caso… ¡Si Sartre hubiese conocido twitter!

            Todo este sistema es dinámico en la puesta en escena, en la que el director ha jugado con la acción y la pasividad –como un microcosmos-espejo de la sociedad-, de forma que el actor es por ratos personaje y por ratos espectador de lo que ocurre en escena, de la que los actores apenas salen porque se sientan en los laterales para observar la acción. La diversión acompaña durante las dos horas que dura la comedia, con una interpretación magistral por parte de los actores, que en su mayoría desdoblan sus papeles, y que nos invita una vez más a admirar el talento que hay sobre nuestras tablas. Realmente se pasa en un suspiro y, al margen del recurso musical que ambienta la obra en los años 50 con grabaciones de intérpretes franceses, de swing, de jazz…, los actores se pasean por el escenario teniendo muy presente al público, al que hacen guiños en distintos momentos de la obra para que la acción no quede a espalda de ellos, como si los sucesos que allí se cuentan hubiesen sido anécdotas de otra época. El espacio escénico es armónico con la historia y su ambientación, cuidadas a través de la iluminación, del atrezo y del vestuario: la temporalidad de la acción entre el día y la noche; entre el espacio privado de la casa o el público; la tonalidad azul, fría, para recrear esa tensión entre comunismo y capitalismo, con otros tonos cálidos que señalan el amanecer; un ventanal grande que sitúa al espectador en el doble plano de la temporalidad y del espacio físico de la tarima. Todo acompasa armónicamente los cuadros escénicos que se suceden sobre la escena.

            Un regreso a la cartelera de esta temporada que ha estado bendecido por los acontecimientos políticos planetarios y la toma de decisiones… La magia del teatro hace que en esos días de función hayan coincidido las declaraciones de un líder político internacional en las que incidía en el amor que siente por otro líder (“I love him, we love each other”) con las reiteradas expresiones de amor del director del periódico Palotin hacia su subordinado Sibilot, obligado a obedecer y a aceptar las distintas coyunturas laborales y éticas. Qué fácil es ser amado cuando no se da libertad. Los personajes-tipo -cómicos, trágicos y tragicómicos- se repiten dentro y fuera de un escenario. ¡Qué le vamos a hacer! Habrá que seguir acudiendo al teatro y leyendo filosofía.

 


Sinopsis

Georges de Valera, un estafador famoso buscado por la policía, se hace pasar por Nekrassov, un ministro ruso que, según se rumorea, ha cruzado el Telón de Acero y se ha convertido en un disidente. Con la ayuda del periodista Sibilot, redactor agobiado del periódico anticomunista Soir à Paris, publica noticias falsas y consigue así influir en la política del momento y en el alza de ventas del periódico.


Equipo



Autoría
Jean-Paul Sartre


Dirección
Dan Jemmett
Ayudante de dirección
Andrea Delicado
Adaptación
Brenda Escobedo
Producción
Teatro de La Abadía (Agradecimiento al Centro Dramático Nacional)




Reparto
José Luis Alcobendas, Ernesto Arias, Carmen Bécares, Miguel Cubero, Palmira Ferrer, Inma Nieto, Clemente García, David Luque, Markos Marín.
Escenografía
NEO escenografía S.L.




Iluminación
Valentín Álvarez, Sergio Balsera
Movimiento
Dan Jemmett, Vanessa Actif




Fotografía
Sergio Parra|(Fotos Escena) Álvaro Serrano Sierra
Traducción
Miguel Ángel Asturias




Vestuario
Teatro del Lazzi, Mari Ángeles Fernández


Realización de vestuario
Elda Noriega










Efectos especiales
María Calderón (Ambientación)








Idioma
Castellano
Maquillaje
Sara Álvarez






Fecha del Estreno: 08/01/2020

Teatro: Teatro de la Abadía

Sala:  Sala Juan de la Cruz

Duración en minutos: 120

Género  Drama, Drama satírico

En los Medios

Anónimo,“«Nekrassov» un texto de Jean-Paul Sartre que cuestiona la información periodística” Blog Todos al teatro. La actualidad del teatro en Madrid.

Anónimo,“Esta temporada La Abadía aborda la producción de la única comedia escrita por Jean-Paul Sartre, Nekrassov, una crítica feroz al cuarto poder y su posicionamiento ideológico por conveniencias políticas o económicas.”, Blog Madrid es teatro

 

 


Nekrassov

«Esta puesta en escena incide en la manipulación de la información en distintas escalas: mentiras orquestadas por el poder, por el contrapoder, por quienes trabajan para ellos o creen en ellos, y mentiras particulares a nivel individual que repercuten también, cómo no, en el contexto social y colectivo de cada persona.»

Carmen González

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