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Crítica de La patética historia del niño Piña

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Guillermo Vásquez Cubides
Prácticas, Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM

En el frio enero de 2020 la compañía viviseccionados llevó a escena esta pieza cargada de simbolismo y belleza, aunque mencionar la palabra “belleza» en esta ocasión tiene una connotación que confronta. Pues, en una sociedad en que constantemente se juzga por la apariencia física ¿qué es lo bello?, ¿Lo qué nos impone la sociedad? Estas son solo algunas de las preguntas que la obra propone al espectador y que no intenta responder. Es precisamente esta una de las muchas virtudes que tiene la obra girando alrededor de la dualidad entre lo bello / lo feo, lo bueno / lo malo, generando una buena cantidad de cuestionamientos en el público. Característica que está presente todo el tiempo, enfatizando en la idea del teatro como reflejo de la vida.

Se trata de una obra sobre algunos acontecimientos alrededor de la vida del niño piña, que, aunque no se narran de forma cronológica si se pueden conectar. Sin embargo la obra va un poco más allá y no se queda en relatar una historia, acude a coreografías que refrescan y dan un buen tempo al montaje y a escenas abstractas con tendencias hacía el expresionismo que continúan generando una reflexión sincera sobre la belleza y la crueldad humana, en donde hace recordar a la película The Elephant Man (1981) provocando cuestionamientos como ¿Quién es realmente el monstruo? Cada quien podrá sacar sus propias conclusiones.

La pieza comienza con la advertencia de que asistimos a una obra completamente innecesaria, la actriz hace el primer acercamiento a la reflexión del público, sobre lo que se va a presenciar con una ironía evidente y acercándose a la metateatralidad, las últimas palabras de este monologo “ojalá que alguien o algo nos proteja” ya dejan intuir una perspectiva de lo que se va a presenciar, incluso desde el ingreso a la sala el espectador percibe que se va a enfrentar a un acontecimiento tenebroso producido por la atmósfera que se percibe en la sala y de la cual después es difícil de escapar, incluso después de salir de la sala. Es en este aspecto donde el espacio sonoro y la música compuesta magistralmente por Carlos Gorbe recobran particularidad y protagonismo preponderante, pues, a lo lago de la pieza nos va conectando con emociones e hilando cada una de las acciones de forma minuciosa.

De manera puntual quisiera referirme a una de las escenas mejor logradas, la de la violación, en donde un hombre intenta explicarle a una chica, de la que después nos enteramos es la mamá del niño piña, las razones por las cuales la va a violar ­—como si eso fuese algo justificable— y cómo lo va a hacer, incluso llega a proponerle que intente disfrutarlo. Lo poético detrás de lo patético detrás de esta escabrosa experiencia está en que en ningún momento le toca un pelo, pero el relato es tan desgarrador que acompañado del gesto impávido de la actriz resulta ser totalmente escalofriante. Sus argumentos por más absurdos que parezcan, suelen ser los de muchos, un relato que podríamos escuchar fácilmente de un violador en las noticias y que, por lo mismo, resulta mucho más expresivo que cualquier acto físico más cercano a lo morboso que se pueda dar en escena y del que la obra, por fortuna, huye.

Hay que mencionar, además, que la obra juega con el espectador haciendo el recorrido completo, en el cual se puede simpatizar con el niño piña, con la mamá de este, pero incluso con el violador, debido a que no se queda con miradas estereotipadas si no que confunde y confronta sobre la humanidad y la crueldad que cada uno de nosotros puede tener, en menor o mayor medida. El caso de la madre llama especialmente la atención puesto que, después de concebir al niño piña producto de la violación, lo considera un monstruo, su relato en ese punto viene a asemejarse, en tanto a crueldad, al del mismo violador, pero ¿cómo poder juzgarla? es un momento bien complejo de la pieza en donde el público duda si reprocharla por lo que hace o entender lo que puede pasar por su mente después de todo lo ocurrido, sea cual sea la elección, lo importante es como la obra juega en esta parte con el espectador, que sorprendido la escucha referirse a su hijo.

Para finalizar no podría dejar de resaltar la calidad de las interpretaciones, que, a su vez hablan de una dirección minuciosa, en donde cada detalle fue cuidado y en la cual logramos ver a los actores desnudos en escena, y no solo literalmente hablando, pues la exposición de sentimientos está constantemente puesta al límite, con una sinceridad que golpea emocionalmente al espectador, quien al final, en medio del desconcierto por la cantidad de simbolismos y la fuerza que tiene la pieza aplaude con admiración. Sin duda alguna esta es una obra para recomendar, analizar, sentir y disfrutar de inicio a fin.


Sinopsis

La obra es una búsqueda para encontrar si hay luz en aquello que consideramos horrible, extraño y deforme y, sobretodo, revelar la oscuridad que esconden los seres luminosos y bellos, los buenos. (Página oficial nave 73)


Equipo

Dramaturgia
José Manuel Mora, Carlota Ferrer
Autoría
Jose Andrés López
Versión
(Plástica teatral) Antiel Jiménez
Dirección
Jose Andrés López
Ayudante de dirección
Olga Magaña


Producción
Viviseccionados, Carme Teatre




Reparto
Román Méndez de Hevia, Elena Esparcia, María Pizarro, Jose Andrés López, Mikel Arostegui
Escenografía
Antiel Jiménez


Ayudante de escenografía
Laura Blázquez, Alba Jiménez




Música
Carlos Gorbe
Espacio Sonoro
Carlos Gorbe
Fotografía
Virginia Rota




Compañía
Viviseccionados






















Web
https://viviseccionados.com/La-patetica-historia-de-Nino-Pina-en-cinco-actos


Idioma
Castellano








Fecha del Estreno: 08/01/2020

Teatro: Sala Nave 73

Sala:  -

Duración en minutos: 80

Género  Drama

En los Medios

Nacho León, «La patética historia del niño piña: Monstruos en las entrañas», Revista Pop Up Teatral

Ismael Lomana, «Lo feo», En Platea

 

 


La patética historia del niño Piña

» Sin duda alguna esta es una obra para recomendar, analizar, sentir y disfrutar de inicio a fin.»

Guillermo Vasques

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