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teatro

Crítica de La tumba de María Zambrano

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Javier Jacobo González Martínez
ITEM-UNIR

 

La disposición escénica sorprende por su originalidad, por su belleza y por los enigmas que genera. En el tablado distinguimos unos cubos, que a lo largo de la acción dramática irán cambiando de definición. Son de distintas alturas, de distintas formas y sobre ellos se proyectarán imágenes fijas y en movimiento. Desde mi butaca sobresalía la exactitud y alta definición de algunos de los efectos visuales, especialmente la proyección de los gatos y la interactuación de los actores con esas imágenes. Del techo colgaba una enorme raíz de la que pendían a su vez cajas, calabazas y limones. Esa raíz puede estar conectada con la semilla que siembra María Zambrano al encontrar la palabra, la última palabra que buscaba la filósofa.

 

También es un logro digno de mención el vestuario y el movimiento coreográfico del personaje Araceli. Primero reconocemos un sucio montón de trapos, después vemos surgir de esos harapos la figura de Araceli y por último descubrimos todo el ropero de retales que forma la cola de su traje. La conjunción de su movimiento quasimecanizado y la interpretación que consigue con su velo-máscara está en perfecta armonía con el tono poético de toda la representación.

 

Porque estamos, efectivamente, ante una pieza poética, como el mismo subtítulo de la obra indica («Pieza poética en un sueño»). No se trata, por tanto, de una pieza filosófica, en el sentido discursivo del término. Si se espera de esta obra una síntesis dramática del pensamiento de María Zambrano, puede resultar francamente lenta. Sin embargo, si se sigue el camino de exploración que se nos plantea, puede encontrarse poesía en la música, en el vestuario, en la iluminación, en las proyecciones y en el movimiento. No se trata de filosofía racionalista, sino de poesía filosófica.

 

Aunque la puesta en escena busca captar la forma poética de María Zambrano, también trata algunas de sus preocupaciones: la infancia, el hambre, los desplazamientos. Pero sin duda cumple con la representación de la razón poética, sin pretensiones de profundidad: quizás sea necesario que esa semilla de la palabra por fin encontrada sea sembrada superficialmente para poder germinar.

Javier. J. González Martínez, UNIR


Sinopsis

Es una visión poética de la vida y pensamiento de María Zambrano. Muestra recuerdos de su infancia, su vida en el exilio, su preocupación por el hambre infantil, su relación con su padre y su hermana y su persecución de la paz.


Equipo

Dramaturgia
Pascal Rambert
Autoría
Nieves Rodríguez Rodríguez, Jana Pacheco


Dirección
Jana Pacheco
Ayudante de dirección
Gabriel Fuentes


Producción
Centro Dramático Nacional, Volver Producciones, Ibercover Studio




Reparto
Óscar Allo, Isabel Dimas, Aurora Herrero, Daniel Méndez e Irene Serrano Escenografía: Alessio Meloni
Escenografía
Alessio Meloni
Construcción de escenografía
Readestmontajes
Ayudante de escenografía
Elisa Cano Rodríguez
Iluminación
Rubén Camacho
Movimiento
Xus de la Cruz
Música
Gastón Horischnik
Espacio Sonoro
Gastón Horischnik
Fotografía
MarcosGpunto






Vestuario
Eleni Chaidemenaki (Eleninja)


Realización de vestuario
Sastrería Teatral Rafael Solís


Diseño del cartel
Javier Jaén








Video escena
Clara Thomson


Web
La tumba de María Zambrano


Idioma
Castellano








Fecha del Estreno: 10/01/2018

Teatro: Teatro Valle Inclán. Centro Dramático Nacional

Sala:  -

Duración en minutos: 75

Género  Drama

En los Medios

Raúl Losánez, La Razón: ««La tumba de María Zambrano»: La Zambrano en clave poética»

 


La tumba de María Zambrano

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