Crítica de Todo irá bien

Olivia Nieto Yusta

SELITEN@T-UNED

José Manuel Carrasco es dramaturgo, guionista y director con una larga experiencia en el medio audiovisual. Tras dirigir varios cortometrajes premiados en reputados festivales decidió experimentar con el teatro. En 2014 nació la que es su segunda obra dramática, Todo irá bien, concebida inicialmente como largometraje. Tras su estreno en la Sala La Trastienda de Madrid pasó por la Sala Off del Teatro Lara y en 2016 dio el salto al Teatro Fernán Gómez. El texto surgió a raíz de la crisis económica y sus consecuencias. Durante años las portadas de los principales periódicos del país se hicieron eco de las pérdidas que habían sufrido los bancos y las grandes multinacionales silenciando los pequeños dramas que ocurrían a pie de calle. José Manuel Carrasco conoció muchas de estas historias en primera persona, unos relatos “invisibles” que le sirvieron de material dramático con el que construir un texto demoledor en clave de comedia. Quiso centrarse especialmente en su generación, una “generación perdida que no sabe a dónde ir, ni quién es”, una generación de treintañeros que viven a caballo entre la adolescencia y la madurez y que saldrán de esa situación de ensueño cuando sean golpeados por la crisis. Todo irá biengira en torno a Pilar, Carmen, Luis y Miguel (magníficamente interpretados por Pilar Bergés, Laura Barceló, Ignacio Mateos y Juan Dávila), antiguos compañeros de instituto que decidieron dejar los estudios en época de bonanza para incorporarse al mercado laboral. Con la llegada de la crisis su situación dio un vuelco: trabajos precarios, incertidumbre, frustración… y un futuro nada alentador. Ni si quiera tienen una formación cualificada con la que podrían emigrar al extranjero en busca de una vida mejor. Esto les lleva a preguntarse por su propia identidad, cuál es su lugar en el mundo o dónde está el futuro que “les habían prometido”. La acertada dirección de la puesta en escena consigue un montaje ágil y ameno con unos personajes verosímiles y cercanos. La escenografía está íntimamente vinculada a estos cuatro luchadores que deciden plantarle cara a la crisis. El escenario es un ring de boxeo donde tienen lugar 16 cuadros o “rounds” donde presenciamos sus conflictos e inseguridades. La escenografía evoca así la vida como una lucha constante por la supervivencia. En estos relatos amargos no falta el humor y la ironía (muy bien dosificados) para compensar una cruda realidad. La frase “todo irá bien” se acaba convirtiendo en un “mantra” con el que sacar fuerzas para afrontar situaciones complejas desde el humor. En definitiva estamos ante un fiel retrato de la juventud española con una puesta en escena acertada que combina con inteligencia la crítica, el humor y la reflexión. 

 

 Olivia Nieto Yusta — Grupo del SELITEN@T