Crítica de Este es un país libre y si no te gusta vete a Corea del Norte

Elena Martínez Moriel

Prácticas, Máster de Teatro y Artes Escénicas UCM

Este es un país libre y si no te gusta vete a Corea del Norte es la última obra del director y dramaturgo Iñigo Guardamino, en la que mantiene su particular estilo cuestionando a un espectador atento y siempre desde la crítica y el humor, su humor, que se ha podido ver en Nave 73.

La obra se configura a partir de cinco historias que van entrelazándose de forma simultánea. De ellas, cuatro, se corresponden a las cuatro etapas de la vida que desde el programa de mano se han querido destacar:  nacimiento, una pareja asiste con ilusión al nacimiento de su primer hijo que tiene la cabeza de un perro dingo; crecimiento, una niña el día de su primera comunión descubre el poder de manipular a su dios y lo comparte con su amiga; apareamiento, una pareja obsesionada por los preparativos y las fotos de una boda perfecta; muerte, un viudo obligado a repetir las tomas del vídeo del funeral de su esposa por aparecer poco natural en las mismas. La quinta historia que se introduce entre las demás es la de un ciudadano norcoreano que pasa hambre, desfila y escucha emisiones radiofónicas de enaltecimiento del régimen y del líder.

Desde la entrada a la sala, el público queda envuelto por una atmósfera desnaturalizada: un escenario en tonos pardos, una iluminación tenue, un telón de fondo construido por varias capas de chaquetas oscuras consecutivas y un suelo oscuro de textura rugosa. En el espacio escénico, al son de lo que recuerda a una marcha militar, los tres actores que forman el elenco desfilan de un modo particular recordando a autómatas, carentes de cualquier rasgo de humanidad. Esta introducción dará paso a una obra que pretende ser una reflexión sobre el valor de la auténtica libertad, y por ende, de la esclavitud, la evidente y la que a veces no lo es tanto.

La escenografía a cargo de Alessio Meloni, es constante en toda la obra, manteniendo este entorno hostil, monótono y deshumanizado a través de las chaquetas vacías y de los mismos colores, sensaciones que bien pueden atribuirse a la sociedad norcoreana o a la occidental. Además, el adecuado uso de la luz, a cargo de Pedro Guerrero, contribuye a la creación de este ambiente y facilita los cambios entre escena y escena de modo que parezcan naturales y no resulten bruscos al espectador, a pesar de la rapidez con la que se producen.

Por supuesto, la transición entre unas historias y otras y la capacidad de hacer sentir al espectador dentro de ellas en cada momento, mucho tiene que ver con el buen hacer de los actores. Los tres actores: Rodrigo Saénz de Heredia, Sara Moraleda y Natalia Díaz se desdoblan en unos y otros personajes con agilidad y soltura, sin dejar rastro del anterior, realizando una construcción perfecta de los personajes que no pasa desapercibida al público.

Este es un país libre y si no te gusta vete a Corea del Norte plantea una crítica explícita de la esclavitud contemporánea en clave de humor. Refleja las incoherencias y las contradicciones de una sociedad que se cree libre y, sin embargo, se esclaviza. La mezcla de realidad y surrealismo busca la comicidad en unas situaciones que no siempre son aceptadas como cómicas por el público por la triste realidad que hay tras ellas ya que, a pesar de lo descabellado de las situaciones, el espectador reconoce su sociedad en ellas.

Elena Martínez Moriel, ITEM