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ÉNEMC: abrir la tapa de spotify

Crítica de Éramos unos niños que escuchaban música en su cuarto

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Mélanie Werder Avilés
ITEM-UCM

Carlos e Itziar se llaman Carlos e Iztiar y desplegarán ante el público una hora de búsqueda con destellos de ingenio. En la sala, en forma de pantalla, un texto nos habla de tú. Nos lleva a nuestra habitación-infancia. Escuchar música solo en tu cuarto. ¿Cómo se forjan las pasiones? ¿Qué colgaba de las paredes? ¿Futuros estandartes de la personalidad o facturas de las decepciones?

C y E vienen a presentar su nuevo disco. Con una ágil estructura enhebrada con descripciones teóricas y nomenclaturas musicales, el álbum-exposición tiene lugar.

Del intro al outro, pasando por los himnos, las canciones experimentales o la canción tributo, los dos intérpretes hilan ejercicios de búsqueda. ¿Cuánto conforman los hitos musicales nuestra personalidad? ¿Y nuestra memoria colectiva? Las letras de los himnos colectivos salen de la materialidad de la memoria. ¿Qué gesto tenías que hacer tú de adolescente? ¿Rebobinar un cassette, poner la aguja, abrir el walkman, darle a click?

Poco importa. La búsqueda del colectivo trata de hilar la autobiografía de los personajes junto a lecciones dadas por los anteriores genios. Genios que finalmente terminan siendo camiseta de Zara, póster, chapa. Y genias, no olvidemos. Siempre es un placer encontrar algo de herstory en ejercicios de memoria teatral y mitomanía musical, sobre todo en colectivos históricamente masculinizados… God bless Patti Smith. En un estado fragmentario y postdramático donde Carlos e Iztiar no son personajes, pero tampoco son ellos, provocando un estado intermedio, más onírico que narrativo.

Un espacio fragmentario entre lo que iba a ser y lo que debería haber sido. Un Carlos atascado en el suicidio del cantante del grupo vasco Cancer Moon, una Itziar pensando en la banda sonora con la que condujo a descubrir que el primer amor también se iba a acabar. Los dos comparten sus experimentos sonoros. La presentación de un disco sobre música en el que apenas suenan canciones, pero que las contiene todas. Un huracán de referencias que se corona en un intenso momento donde la proyección bombardea a los referentes sonoros que la cultura arroja sobre ellos. Ellos-nosotros, como público, como compañeros de balsa generacional, a la misma deriva.

Los conceptos salen disparados por el escenario igual que salpican las gotas de sudor de los miembros de la banda en un buen concierto. Es caótico, es constante, es señal de algo.

Si Alicia, en su interpretación de Las Plantas, de Pablo Messiez –interpretada por Estefanía de los Santos- ya dotaba de vida un vídeo de un concierto de Nina Simone para culminar la pieza., se recupera en ENEMC este efecto para dar más profundidad al poder de las referencias musicales. Momentos íntimos que quedan grabados en la retina del gigante. Conciertos épicos, condenados al eterno retorno en youtube. Como vaticina Carlos: esta sala también cerrará. ¿Qué nos queda?

Dicen que hacen teatro documento mágico. Pero lo dicen mientras saltan sobre un vinilo elástico, mientras esos saltos forman la base rítmica de una especie de spoken Word solapado.

La exposición-álbum llega a su fin, y a pesar de ser una búsqueda de vida, de ruido, de mitos, de consejos fallidos, el cierre revela la posibilidad mágica: todo se apoya en palabras. Las palabras plantean finales, los deseos de lo posible en escena se plantean rodeados de los carteles: “soy tu mayor fan”, “me salvaste la vida”.

Un acierto el aprovechamiento de las luces, explotando de manera inteligente las posibilidades lumínicas, así como el lanzamiento de las proyecciones constituyendo un espació de narración y titulación casi propio.

ENEMC busca, te da la espalda, están mirando aplicaciones del horóscopo. ENEMC propone un trayecto de referencias, una búsqueda de imágenes. Con dos guitarras, unos bafles, un par de micrófonos – a los cuales se puede acusar de la principal debilidad del proceso: el exceso de subrayado que provoca el uso constante del mismo- un vinilo grande y un delfín. Con eso empieza el viaje. Esperamos que encuentren su destino, siempre con música.


Sinopsis

Hemos formado un grupo. Hemos venido a enseñaros esto. Y esto es nuestra primera maqueta: Éramos unos niños que escuchaban música en su cuarto. Hay cosas nuestras. Hay cosas que no, ya lo veréis. Puede que desafinemos. Seguro que desafinamos. De hecho, queremos desafinar saltando en una cama elástica. Queremos dar un do de pecho con un proyector en el local de ensayo. Queremos tocar la batería, romper la batería e incendiar la batería con un delfín hinchable. Queremos que, por un instante, sepáis que el puente de La Salve de Bilbao está en Nueva York. Y que el río Hudson está trufado de delfines del pueblo de Pizarnik.


Equipo



Autoría
Quemar las Naves


Dirección
Quemar las Naves










Reparto
Itziar Manero, Carlos Pulpón






Iluminación
Cristina Cejas






Fotografía
Daniel Bezier




Compañía
Quemar las Naves


























Idioma
Castellano








Fecha del Estreno: 01/10/2020

Teatro: DT Espacio Escénico

Sala:  -

Duración en minutos: 70

Género  Drama

En los Medios

José Miguel Vila: «Crítica de la obra de teatro ‘Éramos unos niños que escuchaban música en su cuarto’: perdida adolescencia» Diario Crítico

Susana Inés Pérez «Los niños se hacen mayores» En platea

Redacción, «Quemar las Naves te invita a volver a tu cuarto de adolescente y a poner música con su nueva obra« El Joven Tintero

Verónica Imedio, «Colectivo Quemar las Naves: de vuelta a la adolescencia» Revista Verbena

 


Éramos unos niños que escuchaban música en su cuarto

«Un espacio fragmentario entre lo que iba a ser y lo que debería haber sido. Un Carlos atascado en el suicidio del cantante del grupo vasco Cancer Moon, una Itziar pensando en la banda sonora con la que condujo a descubrir que el primer amor también se iba a acabar. Los dos comparten sus experimentos sonoros. La presentación de un disco sobre música en el que apenas suenan canciones, pero que las contiene todas. Un huracán de referencias que se corona en un intenso momento donde la proyección bombardea a los referentes sonoros que la cultura arroja sobre ellos. Ellos-nosotros, como público, como compañeros de balsa generacional, a la misma deriva.»

Mélanie Werder Avilés

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